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El mal hábito de la esperanza

Un manifestante con banderas de EE.UU. y Cuba durante la inauguración de la embajada de esta última en Washington (Getty Images)

Un manifestante con banderas de EE.UU. y Cuba durante la inauguración de la embajada de esta última en Washington (Getty Images)

LA HABANA, Cuba.- Aún no había amanecido del todo en este 14 de octubre cuando ya era noticia comentada y criticada las nuevas regulaciones dispuestas por el presidente Barack Obama para atenuar el embargo económico hacia Cuba. Las respuestas en contra no tardaron en hacerse sentir, incluida la de Berta Soler ante las cámaras de la televisora CNN.

Coincidentemente, ayer José Daniel Ferrer publicó en CubaNet un artículo titulado “La tercera opción”, cuya preocupación esencial es la mesa de conversaciones entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos acerca de los derechos humanos en la isla.

Sería demasiado ingenuo confiar en que la tercera opción planteada por Ferrer vaya a salir de la mesa de conversaciones. Estados Unidos no va a hacer acopio ninguno de paciencia porque sus representantes ya saben de antemano lo que la contraparte cubana va a decir. No es la primera vez que se habla del tema y el gobierno continúa —de hecho ha agudizado— la política de garrote en mano contra todo vestigio no ya de oposición, sino de desacuerdo.

Las conversaciones que hoy acontecen no son otra cosa que mera formalidad en una agenda sin sobresaltos, donde realmente importa lo que siempre ha procurado el gobierno de los Estados Unidos: la consecución de una relación comercial estable con Cuba. Esa “firmeza con que Estados Unidos habla a los enemigos de la democracia” a la que alude Ferrer no surtirá efecto alguno en las autoridades cubanas.

Estados Unidos no va a poner el carácter que debiéramos tener nosotros como ciudadanos. Pero yendo más al grano: ¿por qué exigirle a Estados Unidos lo que no se le exige de frente a ciertas organizaciones independientes, creadas precisamente para “observar” y tomarle el pulso a la cuestión de derechos humanos y libertad de prensa en Cuba?

Las entidades de marras, que debieran al menos estar pendientes e informando sobre abusos, detenciones y decomisos, no están mostrando un protagonismo real de cara a las circunstancias. Prueba de ello es el mal documentado Informe de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) donde son reseñadas las detenciones de los reporteros.

En el caso del arresto y decomiso de medios a tres corresponsales de CubaNet, entre los cuales estuvo esta autora, el pasado 22 de julio, los redactores del Informe alegaron como causa de la detención que los tres periodistas “se dirigían hacia la provincia de Sancti Spíritus para cubrir el contexto en que se conmemoraba el acto oficial por el aniversario del asalto al cuartel Moncada”, cuando en realidad se dirigían a Trinidad para realizar una investigación sobre el impacto del turismo en las infraestructuras estatal y privada.

La detención se efectuó precisamente porque la policía acusó a los periodistas de que planeaban cubrir la movilización por la sacrosanta fecha, cosa que negaron reiteradamente durante los largos interrogatorios. Es decir, que los observadores convirtieron la acusación falsa —no por ello menos grave— en la causa real del arresto. Ni siquiera leyeron con atención la nota que fue publicada en CubaNet el 1ro de agosto sobre el arresto en cuestión, donde cuidadosamente se ofrecían todos los detalles. Lo peor es que el error ha llegado hasta la 72a Asamblea General de la SIP, que se está llevando a cabo en Ciudad México, donde ha sido publicado el informe.

No basta con que el gobierno y sus órganos de difusión ataquen a los periodistas independientes tachándolos de apátridas y mercenarios, como si fueran gente sin decoro. Además, los encargados de documentar, redactar y difundir con rigor los incidentes para ofrecer a la prensa independiente un mínimo de voz y solidaridad en la arena internacional, no son capaces de hacer bien ese trabajo.

Todos los que esperan que Estados Unidos tienda su manto protector sobre los activistas y reporteros, deberían comenzar a exigir primero a quienes desde dentro tienen un deber para con nosotros.

Los periodistas independientes tendrán que seguir enfrentando a la policía política en tanto vean coartado el más esencial de sus derechos, que es ganarse el sustento. Mientras la casi totalidad de los cubanos se roba entre sí o al gobierno para subsistir, nosotros hemos elegido una profesión honesta, que debe generar polémica e incomodidad para existir. No nos queda sino evitar hasta donde sea posible los nefastos encuentros con los oficiales de la Seguridad; pero al final habrá que enfrentar y asumir la responsabilidad, porque es nuestro trabajo.

Más vale aguantar lo que venga que esperar solidaridad de un gobierno ajeno que ha preparado el panorama de negociaciones conforme a sus fines e intereses, sin tener en cuenta lo que necesitan o desean los cubanos. Ya lo dijo Obama en su discurso: el problema de Cuba concierne únicamente a su pueblo.