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El mal mayor Cubanet

Rosa María Payá, líder de la iniciativa Cuba Decide (havanaleaks.com)

SAN LUIS, Misuri.- El escritor cubano Ángel Santiesteban, uno de los 100 Héroes Mundiales de la Información, elegidos por Reporteros Sin Fronteras y la Agencia Francesa de Prensa en 2015, aún cumple en Cuba una condena a cinco años (los últimos dos de manera extrapenal). Por este motivo, el régimen le impide salir de la Isla, y lo somete a múltiples violaciones de sus derechos en tanto ciudadano, incluida la censura en que ha caído sobre su obra, en medio de la apatía del campo literario cubano, que hoy tendría que tildarse de infame antes que intelectual.

En su más reciente colaboración para CubaNet, titulada: “¿La dictadura la estará presentando como una posible candidata?”, Ángel Santiesteban se pregunta en público, con todo su derecho y también con toda intención, si Rosa María Payá no será la candidata del castrismo para perpetuarse, si la hija del mártir Oswaldo Payá no será la carnada con que la dictadura engaña al mundo, implementando el cambio fraude de una falsa transición. Un cambio fraude y una falsa transición que, por cierto, Oswaldo Payá denunció de manera tal que eso le costó la vida el 22 de julio de 2012, cuando la Seguridad del Estado cubana lo ultimó en un doble atentado en Cuba junto a Harold Cepero, si bien para Santiesteban se trata todavía de “misteriosos acontecimientos que llevaron a su padre hasta la muerte”.

La duda, asumo que cartesiana antes que castrista, acosa a Ángel Santiesteban porque “en una de las últimas emisiones del noticiero nacional de televisión, y en su emisión de la noche, el régimen dedicó un ataque a una mujer totalmente desconocida para los cubanos de a pie, es decir para casi todos”, “presentada como una enemiga de la revolución, una mujer que pasaba su vida viajando, de un lado a otro, y con el dinero que le pagan los enemigos de la revolución cubana y de su pueblo”.

Dado que el régimen cubano ha roto su “tradicional secretismo” para montar un “orquestado alboroto” de “publicidad gratuita hacia la destacada disidente”, Santiesteban concluye que “creo ver un poco más allá de ese descrédito que le dedicaron a la luchadora política,” pues “resulta pecado subestimar a la dictadura”.

Según Santiesteban, “ellos, quienes tanto se cuidan, ¿estaban otorgando a la población cubana otra alternativa política? ¿Nos mostraban otra opción?” Es decir, “el cansancio y el miedo del dictador y de su familia”, a estas alturas de la historia, “han comenzado a jugar, a manipular en el ámbito político” y “de alguna manera demuestran, al menos a mí, que son dinosaurios en el siglo XXI en fase de enmascaramiento”. Y esa máscara para encubrir al neocastrismo, esa elección alevosa “de entre toda la oposición”, ese “mal menor” que es “sin dudas la mejor opción” y “el menos nocivo de los caminos, al menos para ellos”, para Santiesteban lleva el nombre de Rosa María Payá.

Dado que Rosa María Payá tiene “formación católica, es decir, pacífica”, los dictadores de Cuba “suponen que podrán manipularla”, tal como están “usando a la iglesia, y al diabólico Jaime Ortega, quien siempre estuvo, está, y estará, a favor de los Castro”. El cardenal Jaime Ortega, pues, sería para Santiesteban una especie de Juan Bautista, mientras que Rosa María Payá llegaría por fin a su Totalitarismo Prometido, investida por Santiesteban como la profeta perversa de una Castrocracia a perpetuidad.

La herramienta cívica de la iniciativa ciudadana Cuba Decide, la cual lidera Rosa María Payá (un plebiscito para que por primera vez desde 1959 sean los cubanos los que decidan entre la dictadura y la democracia), es para Ángel Santiesteban paradójicamente la herramienta con que el castrismo se salvará, dado “el crédito que otorgaría al régimen un plebiscito”, “el respiro que les daría en estos momentos de agonía”, pues “un plebiscito puede ser el último pataleo para conseguir la permanencia en el poder, aunque sea negociando”. Los Castros “luego manipularían al pueblo, ejercerían fraude en las urnas, y se quedarían con el poder, dejando a un lado a la hija de Payá”.

Así, Santiesteban parece muy convencido y muy convincente de que el pueblo cubano, puesto a elegir en libertad y bajo supervisión internacional, elegirá su propia esclavitud bajo los Castros de segunda y tercera generación. El cardenal Jaime Ortega es un Juan Bautista desechable y Rosa María Payá es su Cristo de ocasión, eso ya lo sabemos en este evangelio según Ángel Santiesteban. Mientras que el pueblo cubano caería entonces en la tentación de traicionarse a sí mismo: según Santiesteban, no tendríamos más opción que jugar a ser Judas.

Bueno, sí. Nos quedan algunas otras opciones en el propio artículo de Santiesteban en CubaNet, pero de esas el castrismo no se atreve a hablar en el noticiero nacional de televisión. Por ejemplo: José Daniel Ferrer, líder de Unión Nacional Patriótica de Cuba; Berta Soler y su esposo Ángel Moya, líderes de las Damas de Blanco; Antonio Rodiles y su esposa Ailer González, líderes del Foro por los Derechos y Libertades; entre “otros líderes” como “Guillermo Fariñas, Jorge Luis Antúnez, Cuesta Morúa, y, por supuesto, Yoani Sánchez”.

En cualquier caso, esta Lista de Santiesteban incluiría a gente que sí son “de la línea dura y no quieren dialogar con los Castro”. Guerreros y no dialogueros, demócratas de acción y no de activismo, los que “exigen su retiro” (a Raúl Castro) y “elecciones libres” de manera inmediata, casi que por un milagro.

Santiesteban parece sugerir, pues, que Rosa María Payá hace campaña electoral para la reelección de Raúl Castro y que ella está en contra de toda votación pluripartidista en Cuba. Santiesteban parece asumir, pues, que Rosa María Payá es miembro de un movimiento confesional cristiano en lugar de uno laico y civil, emancipador de la cultura del miedo y de la simulación, para que alguna vez los cubanos por fin vivamos en la verdad. Santiesteban parece ignorar, pues, que Rosa María Payá ha recibido varias amenazas de muerte contra su persona y su familia, tanto dentro y fuera de Cuba, y que el castrismo hoy está en condiciones perfectas de impunidad para hacerlas cumplir (una vez más).

Santiesteban se hace el santo y es su derecho. Nuestro héroe mundial de la información sabe muy bien lo que hace. O lo que le han hecho hacer, en esa Cuba corroída de castrismo por los cuatro costados. Pobre Ángel, viejo amigo entre la amargura y el amarillismo, fungiendo de fiscal contra las nuevas generaciones de cubanos y cubanas. Lo siento un poco como un ángel caído en desgracia, en medio de la maldad que nos ciega a todos los cubanos en cualquier parte, al punto de convertir a las víctimas en verdugos al por mayor. Y Ángel Santiesteban, como yo, lo ha sido muchas veces a lo largo de su brillante carrera como escritor: víctima y verdugo. Y eso merece, sin ironías de ningún tipo, toda nuestra inmediata autocompasión.

Pero, por favor, de ahí a esterilizar las esperanzas de libertad en una Cuba sin Castros, va un buen trecho. Y la iniciativa Cuba Decide de Rosa María Payá, que tanta repercusión y preocupación le está trayendo día a día a la dictadura castrista, también merece una buena cuota de amabilidad y, ¿por qué no?, de amor. El mal mayor, amigo Ángel Santiesteban, sería redundantemente ése: dejar nuestra esperanza en las manos enemigas de un mal mayor.