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El reto de los cubanos es vivir en la verdad

Cubanos protestan en Santiago de Cuba, 2017

LAS TUNAS.- La Asamblea General de las Naciones Unidas mediante la Resolución 62 de 8 de noviembre de 2007, decidió que, cada 15 de septiembre, se celebrara el Día Internacional de la Democracia.

El tema para este 2018 es: “La democracia en tiempos de tensión: soluciones para un mundo cambiante”.

Para los días que vivimos el tema no podía ser mejor. Desde Platón y Aristóteles múltiples han sido las definiciones de democracia, pero hoy todos esos conceptos los resumimos con una palabra: Libertad.

Libertad para elegir y ser elegido, libertad que garantice la propiedad privada, el multipartidismo, la libre expresión, la libertad de prensa, de asociación…, los derechos de las minorías y, en suma, los derechos humanos todos.

La democracia, lo sabemos todos, aunque todos no la ejercitamos, es la organización del Estado que sólo es legítima con la participación del pueblo. Pero ¡cuidado! No podemos confundir una multitud con un pueblo, valga decir, una nación.

En Cuba una partidocracia, la del PCC (Partido Comunista) presume legitimidad con rango constitucional cuando ellos mismo saben que su poder está asentado sobre el miedo y la ignorancia.

Propagandista y manipulador desde hace más de medio siglo, para ser más preciso, desde el día 1ro de enero de 1959 y hasta el día de hoy, el castrismo se sostiene en el poder empleando la demonización como política.

Maniqueo a rajatabla, el castrismo hizo a conveniencia una revisión de la Historia de Cuba. No hay luz antes del 1ro de enero de 1959, todo es oscuro, menguado. La República de Cuba nació el 20 de mayo de 1902; pero no más tomado el poder, el castrismo rebajó la República a la condición de “pseudorepública”.

En 1940, por sólo citar un ejemplo brillante, Cuba tuvo la Constitución que, adelantándose a su tiempo, dio a los cubanos derechos que otros pueblos no tenían y sólo serían consagrados ocho años más tarde, el 10 de diciembre de 1948, con la promulgación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Esa revisión de la historia a conveniencia posibilitó, primero, que el castrismo colgara la toga de jueces justicieros sobre la clámide de guerrilleros libertadores, así Fidel Castro gobernó por decreto 17 años, desde 1959 hasta 1976, cuando según la Constitución que ahora está por concluir, pasó de Primer Ministro a Presidente del Consejo de Estado. ¿Usted lo eligió? ¿No…? Pues yo tampoco.

La ignorancia cívica que hoy padecen millones de cubanos proviene de ahí, de la demonización del pasado, y, si el pasado era malsano, luego todo presente y futuro que recuerde aquel también lo será. Así, ahora escuchamos proposiciones al “proyecto de reforma constitucional” que asombrarían a cualquier elector del mundo civilizado.

Los castristas saben que gobernaron todo el tiempo y como les vino en gana “legitimados” por el vocerío, las pancartas y los aplausos de la muchedumbre en la “plaza de la revolución”.

Pero los castristas que así gobernaron no quieren legar a sus descendientes una dictadura que saben muy bien puede terminar en anarquía. Ancianos ya para estar en el butacón bebiendo un té tibiecito, Fidel y Raúl Castro prosiguieron gobernando por los años de los años. Mas… en lo adelante el virreinato no debe proseguir así.

La “nueva” Constitución recorta el poder, dos mandatos de cinco años como máximo. Pero no. Acostumbrados a la dictadura muchos cubanos quieren más. Quieren, que quien esté en el gobierno si lo hace bien, ahí permanezca, “mientras lo esté haciendo bien”.

“Ah, cubanos”, diría Máximo Gómez, el dominicano jefe del Ejército Libertador cubano.

Pero no, no es asunto de ser como uno es, sino como moldearon a uno. El asunto está en reconocerse uno moldeado por alguien, a conveniencia de alguien, valga decir enfermo, y, reconociendo esa enfermedad, estar uno dispuesto a curarse sin importar los riesgos que conlleva la cirugía.

A diferencia de la llamada “dictadura del proletariado”, que, en su estatismo inmovilista permanece ahí, año tras año, el ejercicio de la democracia es tarea pesada porque la democracia habrá de renovarse minuto a minuto, cada día, todos los días, con cada amanecer, cuando unos en ejercicio de su libertad crean canciones, otros hacen producir la tierra y las fábricas y otros compran o venden mercaderías, acciones o bienes inmuebles, sin temor, porque otros, legislan leyes, otros las hacen cumplir y otros juzgan lo que debe hacerse y lo que, por mal hecho, no debe hacerse.

Ciertamente luego de más de medio siglo de dictadura para los cubanos ha de ser difícil acomodarse al juego limpio de la democracia. Fidel Castro redactó un “concepto de revolución” difícil de cumplir para él mismo y sus más fieles seguidores; en uno de sus preceptos dice: “no mentir”. Pero ninguna dictadura, ni de derecha ni de izquierda se sostiene sin la mentira.

El reto de los cubanos, a decir de Vaclav Havel, es vivir en la verdad. Sólo así es posible vivir en una verdadera democracia, valga decir en libertad plena. Es verdad: vivimos en tiempos de tensión: tensiones políticas, laborales, económicas, familiares, de salud… Y la medicina es amarga, y no basta con tragárnosla, sino que también debemos, tenemos que procurar que nos haga efecto.

Ese es el mensaje en este Día Internacional de la Democracia: “Soluciones para un mundo cambiante”. Pues… La mejor solución es comenzar a cambiar, hoy mismo, por uno mismo, sin temor a las consecuencias ni al qué dirán.