Inicio Cuba ¿Elecciones en Cuba? Una mentira repetida mil veces… Cubanet

¿Elecciones en Cuba? Una mentira repetida mil veces… Cubanet

(AFP)

GUANTÁNAMO, Cuba.- La propaganda del castrismo afirma que el modelo “electoral” cubano es original, transparente, que el Partido Comunista de Cuba (PCC) no postula a los candidatos y que estos son elegidos democráticamente por el pueblo.

La última afirmación constituye el único vestigio democrático del proceso, pero es evidente que le llegó el momento de sucumbir ante el control omnímodo de la dictadura totalitaria si el pueblo lo permite.

La reiteración de la frase oficialista de que en Cuba hay elecciones sigue la máxima de Goebbels de que una mentira repetida muchas veces llega a ser aceptada como verdad. Aquí no hay elecciones porque el pueblo no tiene la opción de escoger entre varios proyectos políticos. Suponiendo que el ciento por ciento por ciento de los cubanos apoyara al castrismo pero deseando cambios, ni siquiera tendría la posibilidad de introducirlos mediante el sistema de gobierno actual, pues aquí todo se decide de arriba hacia abajo por los “iluminados” del Comité Central (CC) del PCC. Por eso en Cuba solo se vota por personas que, presuntamente, deben defender los intereses del pueblo al que dicen representar, pero carecen de poder efectivo para hacerlo. Aunque el pueblo, hastiado de tanto fracaso e incapacidad demostrada de los comunistas, se pronunciara por un socialismo democrático y por elegir a su presidente, tal posición no podría ser defendida por los delegados y diputados si no cuenta con el apoyo del  PCC, que en definitiva, y por mandato constitucional, es la fuerza dirigente superior de la sociedad. ¿Quién va a creerles a los comunistas que detrás de este proceso no está su partido?

El sistema “votacionario” cubano tampoco es original pues copió el proceso de selección de los diputados a los soviets de la gracias a Dios bien enterrada  Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Tampoco es transparente porque la Comisión Electoral Nacional es elegida por el Consejo de Estado, cuyos miembros pertenecen al Buró Político y al CC del PCC. Algunas personas de dicha comisión ocupan altos puestos en el Estado o el PCC y todas son militantes del partido, por tanto, más que ser objetivos y obedecer a la verdad responden a los intereses de  quienes los nombraron. Los cubanos sabemos que los reportes de asistencia a las asambleas de rendición de cuentas y a las de nominación de candidatos son adulterados, e igual ocurre con los resultados de este tipo de votaciones. Si no fuera cierto lo que afirmo-que es un rumor popular de grandes proporciones-algunos dirigentes del gobierno de esta provincia y de la nación no se habrían pronunciado solicitando veracidad en la información que debe ofrecerse.

La propaganda oficialista afirma que el pueblo puede acudir al conteo de los votos en los colegios electorales y es cierto. Pero también lo es- y más trascendente-que una circunscripción electoral cuenta con varios colegios y que la persona interesada en conocer el resultado de los votos no puede estar en cada uno de ellos al mismo tiempo. Sólo si se valiera de intermediarios podría conocer ese resultado, pero luego no  puede conocer cuáles fueron los datos enviados al Colegio Electoral Municipal, lugar a donde el pueblo no tiene acceso y se elabora la información que luego envía a los niveles superiores. Un proceso transparente sería aquél donde el pueblo tuviera acceso a todas las instancias de control de esa información, acompañado de la prensa oficialista e independiente y de organismos internacionales.

Afirmar que el PCC no postula a los candidatos es otro eufemismo. Ciertamente a las asambleas de nominación de candidatos no va ningún dirigente del partido a proponer a una persona, pero lo que no se dice nunca es que previamente a dichas reuniones los militantes, los miembros de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC) y otras personas afectas al régimen, se reúnen  para decidir a quién van a proponer. Esto ocurre siempre en aquéllas circunscripciones donde por interés del PCC el delegado seleccionado va a ocupar algún cargo en la Asamblea Municipal del Poder Popular. No obstante tal precaución, en varias ocasiones las asambleas de vecinos han votado por un candidato que no estaba dentro de las opciones contempladas por los dirigentes de la dictadura.

Esta posibilidad de burlar el cerco totalitario fue vislumbrada por Candidatos por el Cambio (CxC) desde el pasado proceso votacionario, en el cual dos opositores pacíficos del occidente del país fueron seleccionados como candidatos a diputados por la mayoría de sus vecinos. El hecho fue un síntoma de que el pueblo está cambiando  pero también puso a actuar a la Seguridad del Estado y a sus  mecanismos represivos. De inmediato comenzaron los actos de repudio frente a las viviendas de los opositores, se les citó y amenazó para que retiraran sus candidaturas. No pudieron lograrlo, entonces la desventaja de estas personas con respecto a los demás candidatos quedó demostrada por la forma evidentemente descalificadora en que fueron redactadas sus biografías.

En este nuevo proceso la represión fue más desembozada. Dos meses antes de las votaciones fueron citados, amenazados y hasta detenidos los opositores pacíficos convertidos en líderes naturales en sus comunidades, quienes habían manifestado su intención de aceptar su candidatura si eran propuestos. De esta forma se impidió su presencia en las asambleas de nominación de candidatos a delegados del PP. Así ocurrió en Guantánamo con Raúl Martínez Caraballo, coordinador de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) en el poblado de Héctor Infante, municipio Manuel Tames, el pasado mes de septiembre (ver Cubanet, 15-9-2017,  “Raúl es otro ciudadano sin derechos”). Sucesos similares ocurrieron con otros opositores pacíficos.

Estos hechos demuestran que el único vestigio de democracia existente en los procesos votacionarios cubanos está herido de muerte. La represión ejecutada por la Seguridad del Estado también prueba hasta donde llegan el cinismo y la intolerancia del castrismo.