Inicio Cuba En Cuba no mandan los militares (III) Cubanet

En Cuba no mandan los militares (III) Cubanet

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LA HABANA, Cuba.- A nivel de barrio, o antes bien, a nivel de cuadra, controla el CDR. En los centros de trabajo controla el Partido Comunista. Imaginen por un momento que se han disuelto el Partido y los Comités de Defensa de la Revolución. ¿Qué pasaría? Se termina el control y, posiblemente, el régimen se venga abajo. No son los militares los que desempeñan la función de contención y control. Incluso el Departamento 21 del MININT, cuyo objetivo son los opositores, no tendría a quién recurrir en busca de esa información que, casa por casa, le proporciona el CDR. Lo mismo puede decirse de todas las instituciones estatales, desde los ministerios hasta el más modesto chinchal, sin la presencia de los llamados núcleos del Partido. Y es el Partido, a fin de cuentas, quien controla también a los CDR a nivel municipal, provincial y nacional, puesto que solo los militantes del Partido pueden aspirar a cargos de tal magnitud.

Por último, el artículo 5 de la Constitución de la República de Cuba deja claro que el Partido “es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”. Pídanle a Raúl que en lugar de dejar La presidencia de Cuba (es decir, la jefatura del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros) deje en manos de otro el cargo de Primer Secretario del PCC y veremos qué contesta. Es obvio que si mantiene el control del Partido, mantiene el poder.

Veamos, pues, cuáles serían los posibles movimientos del régimen de La Habana tras la nueva política hacia Cuba del presidente Donald Trump. Esto nos hará preguntarnos de nuevo por el lugar de los militares en todo este entuerto.

Escenario 1

Consiste en la depresión deliberada del sector privado. Es este un escenario diseñado para el exterior y tiene como objetivo culpar a Trump de las penurias del país y recabar apoyo internacional para el levantamiento del embargo. En realidad se trata de algo que ya ha sido anunciado por el canciller cubano y no pasa de ser más de lo mismo. Las vías para llevarlo a efecto ya las conocemos: grupos de presión (sobre todo en los Estados Unidos), cabildeo en organizaciones internacionales, componendas con los gobiernos de la región, etc.

Escenario 2

Aquí hay que traer a colación las partes más visibles de la política de Trump hacia Cuba:

  • Firma del Memorando Presidencial de Seguridad Nacional sobre el fortalecimiento de la política de los Estados Unidos hacia Cuba.
  • Derogación de la Directiva Presidencial de Obama “Normalización delas Relaciones entre Cuba y los Estados Unidos.

¿A qué conducen directamente estas dos acciones de Trump? Recordemos los Lineamientos del VI Congreso del PCC, que son el reconocimiento tácito del fracaso irreversible de la economía no ya fidelista, sino raulista. ¿Para qué se inventaron las reformas? Para obtener a toda costa liquidez. Pero, precisamente, Trump apunta con su política a una reducción significativa del turismo y a la eliminación del comercio entre las compañías norteamericanas y las empresas vinculadas a las FAR y al MININT (en este último caso, se trata de los órganos de Seguridad e Inteligencia). Naturalmente, ambas cosas se implican y entrañan una drástica reducción de liquidez para el Gobierno cubano.

Sin embargo, desde la perspectiva estadounidense hay un punto oscuro, relacionado con el alojamiento en los hoteles del Estado (no vinculados al sector militar). Los militares no necesitan controlar nada, quien controla en Cuba es el PCC. Y si bien no todos los militantes son militares, todos los militares son militantes. Ahora bien, en Cuba el PCC, FAR y MININT, de ser necesario, se convierten —al menos en papeles— en una sola entidad. Cuando todo depende de la voluntad de un hombre cualquier cosa puede desaparecer, aparecer o transmutar de la noche a la mañana. No es el caso de la burocracia estadounidense. Así, pues, no hay manera alguna de saber si un hotel es controlado o no por los militares.

De los escenarios anteriores se desgajan, a su vez, dos sub escenarios.

Sub escenario 1

Este estaría relacionado con la falsa desmilitarización de la economía. La misma estaría acompañada de una proliferación del sector privado revolucionario (el cual debería capturar el dinero de las entidades norteamericanas dispuestas a negociar con los cuentapropistas).

Sub escenario 2

Este estaría signado por el traspaso del poder a un civil (o la falsa desmilitarización del mando). De ser necesario, Díaz-Canel abrirá paulatinamente espacios a la fabricada oposición leal. En el contexto acotado por el emergente sector privado revolucionario y la oposición leal no habrá lugar para el auténtico emprendedor ni para el verdadero opositor.

En suma, puede augurarse que vendrá una pseudoperestroika que consistirá, básicamente, en el florecimiento de un sector privado proveniente de las filas de los cuadros del Partido, así como el reconocimiento de una oposición leal. Esto último es menos probable, pues el régimen cubano es más dado a aplicar la fórmula de la apertura económica con apretura política. Por otra parte, es más que posible que se trate de engañar a Trump, utilizando su disponibilidad de empoderar al pueblo cubano, para que él mimo construya ese sector privado (que no cuentapropismo) con un empresariado revolucionario —que ya existe— graduado por la Universidad de Ciencias de la Administración del PCC, fundada en 2011 por Miguel Díaz-Canel Bermúdez quien, como cuadro de Raúl Castro, deberá asumir la presidencia del país en 2018 a menos que tras la muerte de Fidel alguna profunda desavenencia se haya instalado entre los miembros del Buró Político o entre la familia Castro Espín.

Concluyo diciendo que en el modelo cubano, copia fiel del estalinismo, el líder dirige a través del Partido (no a través del Estado, como lo hacía Mussolini). Es decir, en Cuba manda el Primer Secretario del Partido. Es risible escuchar que GAESA controla un 40, 60, 70 u 80 % de la economía. Señores, el Partido controla el 100% de la economía, el 100% de la política y el 100% de la sociedad cubana. Y lo hace poniendo todo el poder en las manos de su Primer Secretario: un asesino llamado Raúl.

¿Cuál es la moraleja de todos este recuento? Pues que Donald Trump no debe negociar con el Gobierno cubano hasta que no se disuelvan los CDR y el Partido Comunista de Cuba (PCC), los cuales controlan la sociedad, la familia y a cada ciudadano.

(Tercera parte de tres artículos. Lea aquí las partes primera y segunda)