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Escasez de pan activa alarma entre los cubanos

LA HABANA, Cuba. – En Cuba, la carestía es material para los rumores hasta que las autoridades del Estado admiten que hay un serio problema y este llega incluso a niveles que por lo general se mantienen a salvo de las grandes escaseces que castigan al ciudadano común. Desde hace varios meses se ha notado el descenso en la producción de pan y otros derivados de la harina de trigo; un perjuicio coyuntural que, según las voces oficiales, se debe a “la falta de piezas de repuesto para los molinos, fallas internas y violaciones de las normas operacionales”.

Para hacer frente a la contingencia y asegurar el pan de la cuota que llega a los hogares mediante la cartilla de racionamiento, se ha reducido la venta liberada del más preciado bien en los establecimientos estatales, y el sector privado se ha visto obligado a reducir drásticamente su producción diaria, con el consecuente impacto negativo sobre la alta demanda de los diversos tipos de panes, galletas y dulces.

Han aumentado las filas en las panaderías y el descontento de los ciudadanos que aguardan durante mucho tiempo para que la recortada producción desaparezca en manos de los cuentapropistas, quienes procuran asegurar lo que necesitan para mantener su negocio a media marcha. La ausencia de un mercado mayorista provoca que el sector privado busque abastecerse en los mismos puntos de venta que la población, ofreciendo pagar la mercancía a sobreprecio.

El resultado, además de redoblar la enquistada corrupción de la sociedad cubana, viola el derecho de los clientes que hacen largas colas buscando al menos garantizar el desayuno de la mañana siguiente. La situación podría empeorar si se considera que ciertos negocios, cuya prosperidad los ha hecho dignos de aparecer en la Mesa Redonda de la Televisión Cubana como ejemplos de buena gestión y calidad, han comunicado oficialmente el cese de la venta de pan hasta tanto no se normalice la provisión de harina.

El famoso complejo El Biky, sito en la céntrica esquina de Infanta y San Lázaro, no solo cuenta con la panadería en divisas más concurrida de La Habana; sino que fue de los últimos en sucumbir a la escasez de materias primas. De una jornada de 16 horas diarias durante las cuales no cesaba la venta, la actividad del establecimiento hoy se limita a comercializar  apenas un surtido de dulces.

CubaNet conversó con clientes, administradores y trabajadores de distintas panaderías para comprobar que en algunas la insuficiencia de pan no solo está condicionada por la escasez de harina, sino por las ilegalidades cometidas por los trabajadores de la Cadena Cubana del Pan. Según los propios clientes, una parte de la producción se vende “por la izquierda” a precios inflados, ante los ojos de la multitud que aguarda para adquirir lo indispensable.

La realidad es que no hay pan para todos. En varios puntos las personas no alcanzan a comprarlo cuando salen del trabajo porque el lote liberado fue vendido en la mañana, y el de la cuota mantiene la pésima calidad que lo ha hecho célebre. Si antes cada panadería comercializaba cierta cantidad varias veces al día, hoy lo hace una o dos veces, según el área donde esté ubicada.

El gobierno cubano ha encarado el problema alegando que por acercarse las festividades de fin de año, la gente consume más pan. Si dicha justificación no fuera tan descarada, sería interesante reparar en su ironía; pues considerando la grave escasez y el encarecimiento de lo poco que hay a disposición de los cubanos, no resultaría extraño que durante las fiestas, en lugar de carne de cerdo y demás delicias de ocasión, los cubanos tuvieran que atiborrarse de pan que es, al cabo, el alimento de los pobres.

Es de conocimiento público que el país se ha visto obligado a comprar 30 mil toneladas de harina por encima de lo previsto, manteniendo un déficit de 40 mil por concepto de la insuficiente plataforma nacional. En las provincias la situación es peor, con la caída de la producción a cero y por tiempo indefinido. Numerosos negocios se han visto afectados en todo el país, sin que el gobierno consienta en suspender o modificar temporalmente el pago de licencias hasta tanto se restablezca el abastecimiento de harina.

La falta de pan se suma a la de tantos otros productos de alta demanda, cuya presencia en las tiendas ha sido intermitente en 2018. Con seguridad puede decirse que los cubanos están acostumbrados a tales vicisitudes; pero cuando escasea hasta el necesario bocado del desayuno, se activa una alarma general, que vaticina el arribo de tiempos difíciles.

Una de tantas colas en las panaderías del país (foto archivo)