Inicio Cuba ‘Esta es tu casa, Fidel’ o el exorcismo de Carlos Lechuga

‘Esta es tu casa, Fidel’ o el exorcismo de Carlos Lechuga

MIAMI, Estados Unidos. – Conocí al cineasta Carlos Lechuga en un hotel de Miami, donde me concedió una entrevista, no sin cierto nerviosismo y aprensión, para mi programa La mirada indiscreta, de AméricaTeVe. 

Carlos era invitado al Festival de Cine de Miami para mostrar su primer largometraje Melaza, francamente contestatario.

La última vez que lo vi personalmente fue en Barcelona, hace poco más de un año, durante una comida en casa de Juan Abreu

Después de la censura y el acoso sufridos por su segundo largometraje, Santa y Andrés, el cineasta eligió la libertad y hoy reside en Madrid.

Sus francas y entretenidas columnas, aparecidas en sitios clave de los medios sociales, parecen haber encaminado a Carlos hacia la literatura como profesión potencial. Ahora acaba de publicar una suerte de novela testimonio, a la manera de Informe contra mí mismo, tal vez menos melancólica, que bien parece ser el exorcismo inevitable dictado por tanta desazón emocional en el seno de su conflictiva parentela. 

Esta es tu casa, Fidel, la historia de un nieto de la Revolución, es un coctel molotov lanzado contra sus propios orígenes, como parte de una familia militantemente “fidelista”, encabezada por el abuelo Carlos Lechuga, patriarca, diplomático y periodista con la ingrata tarea primigenia de convencer a la opinión pública mundial de la necesidad del castrismo, durante los atribulados años sesenta, para lo cual empleó las más variadas artimañas.

En no pocas ocasiones fueron personas cultas y competentes, como el abuelo de Carlos, los culpables de “la llegada de la noche”, al decir de Huber Matos, que 65 años después sigue oscureciendo la Isla.

Esta memoria novelada se siente como una caída libre del autor. Ostenta la sensación de las pesadillas. Es muy desafiante de su parte abrir semejante caja de Pandora de donde emergen interlocutores deleznables, victimarios soberbios, empoderados ideológicamente que se entrecruzan con víctimas menospreciadas y desprotegidas, entre las cuales figura su propia madre.

Los que censuraron y amenazaron al cineasta Carlos, aquellos “segurosos” encargados de convencerlo sobre su pertenencia a la elite patriarcal del régimen, son discípulos tardíos y vulgarizados de la sofisticada intolerancia practicada por el abuelo diplomático.

Es la paradoja que convoca Esta es tu casa, Fidel, lema que, por cierto, proviene de un cartel metálico llamado a ser ajustado en las puertas de hogares humildes y revolucionarios. 

En Miami, la propia capital del exilio, conviven parientes bien cercanos de quienes provocaron el descalabro cubano que no se atreven a revelar, como lo ha hecho Carlos, entresijos de la dictadura y sus cómplices, entre los cuales cabe mencionar, de modo prominente, el escritor Gabriel García Márquez.

Carlos pormenoriza su experiencia en la casta privilegiada de los Lechuga, alivia cierto cargo de conciencia. Se refiere a “la vida de los otros” que no disfrutaban sus congéneres, sometidos a insufrible politización y a la economía fallida de los caprichos del dictador. Su abuelo era parte de esa camarilla distante, ajena a la escasez y las tribulaciones diarias, hipnotizados por un caudillo cruel y disparatado.

El libro es otro prontuario de la desilusión que a la larga resultan imprescindibles para que la verdad se abra paso.

La llamada “Revolución” no tuvo una época de gloria que se deformó. Los héroes, si los hubo, fueron rápidamente fulminados y sustituidos por burócratas y funcionarios como el diplomático Carlos Lechuga, encargados de alentar y proteger una dictadura totalitaria, desde la intelectualidad.

Su nieto hace una contribución notable al desmontaje del castrismo cuando recuerda ―no sin asombro―, que el diario del poeta americano Allen Ginsberg y otros documentos referidos a Antonia Eiriz y Guido Llinás contienen datos incriminatorios sobre su abuelo como represor de homosexuales, cuando fue director del Consejo Nacional de Cultura por los años 60.

Raúl Martínez, Raúl Oliva y Calvert Casey son mencionados entre los agraviados por el poderoso ejecutivo a cargo de “enderezar a los desviados”.

Eiriz escribe que Carlos Lechuga le dijo a “un tal Ugo Ulive que todos los profesores que presentaran muestras de ser gais debían ser expulsados. Lechuga recalcó que para disimular había que decir a los expulsados que eran alejados por un problema de falta de presupuesto o cualquier otro pretexto”.

“Abuelo había acabado con la carrera de mucha gente a la que yo admiraba”, subraya el autor de Esta es tu casa, Fidel. 

El escritor y dramaturgo uruguayo Ugo Ulive fue uno de los deslumbrados por el “fidelismo”. Hizo carrera en Cuba y fue expulsado de la Escuela de Artes Dramáticas por el propio director del Consejo Nacional de Cultura.

La filmografía de Carlos Lechuga, tanto en sus cortos como en sus largometrajes, resulta consecuente con la dramática exploración que manifiesta el libro Esta es tu casa, Fidel. 

El cineasta y escritor parece haberse desembarazado eventualmente de sus fantasmas y, en el proceso, nos ha hecho partícipes del espanto que conlleva un experimento devastador como lo es el castrismo, especializado en obliterar los valores de la familia, diezmar el progreso y desbancar el futuro, en aras de un culto cruel y fracasado. 

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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