Inicio Cuba Falta de cilindros obstaculiza distribución de gas licuado en Cuba

Falta de cilindros obstaculiza distribución de gas licuado en Cuba

LA HABANA, Cuba. – “Nuestra vida es un infierno: todos los días hay un problema distinto. A los dirigentes no les importamos y su indolencia nos está matando”, lamenta una vecina angustiada por la carencia de gas licuado para cocinar. Y es que durante más de dos semanas el necesario combustible no llegó a los puntos de venta del país, ni tampoco se le dio a la población una explicación de lo que sucedía. 

No fue sino hasta el 28 de febrero que la Empresa de Gas Licuado anunció en el sitio oficial Cubadebate la reanudación y estabilidad de sus servicios. Reanudación parsimoniosa y simbólica y estabilidad cuestionable, pues las cantidades de cilindros suministrados a los puntos de venta son tan insuficientes que los usuarios se ven obligados a permanecer durante horas en extensas colas en espera del camión, a riesgo de no alcanzar.

Como ya es habitual, debido a la falta de información la población comenta tanto lo que es cierto como lo que no. Por eso cuando se anunció que había arribado al país un barco cargado de petróleo muchos creyeron que ya el problema estaba resuelto. Sin embargo, no ha sido así, pues otro gran obstáculo es el déficit de cilindros (de más de 500 000 unidades, de acuerdo con la Unión Cuba Petróleo, CUPET), además de la escasez de válvulas y de camiones para transportarlos. 

Esto no es nuevo, pues al respecto Lidia Rodríguez Suárez, directora comercial de la Empresa Comercializadora de Combustible de ese organismo, reconoció a mediados de 2022: “La única fábrica de cilindros que existe en el país tiene un incumplimiento en su plan de entrega, tanto de nuevos como de reparados, lo que dificulta el ciclo del aprovisionamiento”. 

Pero es que amén de la falta de cilindros y de válvulas, el deterioro provocado por el maltrato y la falta de mantenimiento a los existentes ha constituido una de las causas fundamentales de ese déficit: en lugar de reparar los recipientes vacíos antes de reincorporarlos a la venta, los rellenan una y otra vez abollados, carcomidos por el óxido, con válvulas defectuosas, incluso con salideros, aun a sabiendas del peligro que ello implica y de la ocurrencia de no pocos accidentes. Por otra parte, si no los aceptamos, ¿con qué cocinamos nuestros alimentos? La desidia y el abandono gubernamental e institucional, como en todos los aspectos de la vida del cubano, se ponen de manifiesto en este caso, pero, ¿a quién exigirle?

La presente crisis del rubro ha venido a afectar particularmente a los núcleos que por diversas razones no estaban aún censados como clientes de gas licuado y se encontraban en espera del contrato para adquirir un cilindro y comprar el gas legalmente. Este servicio lo ofrecía la Empresa del Gas Licuado hasta que hace poco fue suspendido sin explicación, lo cual no deja a esas personas otra opción que comprarlo a precios exorbitantes en la bolsa negra, algo que muy pocos pueden permitirse y que también se dificulta debido a la propia escasez y a la persecución.

Con la mal llamada Revolución Energética se amplió el consumo de gas licuado, pero como hemos visto a través de muchos años, en nuestro país no hay un proyecto, empresa o programa que se mantenga funcionando por mucho tiempo. Desde hace casi un año los consumidores estamos notando que, aunque los recipientes aparentan tener contenido, la ración de 20 libras dura mucho menos de lo habitual. A pesar de esto, recientemente ha comenzado una campaña gubernamental ―plagada de los habituales retruécanos manipuladores― encaminada a lograr que aquellos clientes que poseen dos cilindros entreguen uno. Por el momento se trata de una renuncia voluntaria, aunque premonitoria sin dudas de un racionamiento forzoso en el futuro.    

Por otra parte, los equipos eléctricos de cocción que se vendieron en el 2007 dejaron de funcionar hace ya mucho, y los que se ofertan en MLC están fuera del alcance de la mayoría de los ciudadanos, además de que incluso teniendo el dinero son generalmente difíciles de encontrar.

Tampoco el programa de distribución de cocinas de inducción fue eficiente, por el contrario, estuvo marcado por la corrupción, sin contar que solo salían a la venta esporádicamente pocos ejemplares en determinados mercados. En la actualidad solamente las venden a elevados precios en MLC, o bien en moneda nacional a precios relativamente asequibles en unos pocos “selectos” centros de trabajo, cuyos empleados en ocasiones no las necesitan. Debido a todos esos manejos incorrectos son pocos los núcleos que han podido adquirirlas, de ahí que 1,7 millones de familias cubanas aún dependan hoy del gas licuado para cocinar.l