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Felipe y Letizia visitan a una dictadura sarnosa y con ñeque

Felipe VI y Letizia, reyes de España, en Cuba. Foto AP

LA HABANA, Cuba.- La visita a La Habana de los reyes Felipe y Letizia ha puesto antimonárquicos a muchos de mis compatriotas. Más antimonárquicos y antiborbónicos que los nacionalistas republicanos de Cataluña. No es porque interpreten la visita como un respaldo al régimen castrista, que ya nos hemos acostumbrado a las complicidades y alcahueterías de medio mundo a cambio de negocios, aunque sean de centavos. Es porque los animalistas culpan a los monarcas españoles por la masacre de perros llevada a cabo por los matarifes de Zoonosis vísperas de la visita. Como si Sus Majestades les tuvieran miedo a los perros, y por tirria antiperruna, les hubieran solicitado a sus anfitriones que limpiaran las calles habaneras, no de escombros, basura e inmundicias, sino de canes hambreados y ladradores.

Seamos justos. Con quien debemos cogerla no es con los reyes españoles, sino con la monarquía castrista y los jerifaltes del PCC que ordenaron a los esbirros de Zoonosis la matanza de los perros para que no desentonaran, con sus pulgas y su hambre, en la ciudad que apenas se mantiene en pie pero que quieren mostrar portentosa en su 500 aniversario.

¡Y menos mal que, aunque también los recogieron, los mandamases no dieron estricnina a los pordioseros, borrachos y locos que deambulan por La Habana!

¡Y ni se diga a los disidentes y artistas revoltosos que la Seguridad del Estado sacó de circulación por estos días para que ni se les ocurra estropear los festejos! ¡Va y le da a algún disidente  ̶ inoportunos como son ̶  por sacar alguna pancarta en contra de  Weyler!

No habrá combustible para las guaguas, pero sí para los carros-jaula de Zoonosis y para los vehículos en que se movilizan los represores.

Los animalistas, que siguen en su forcejeo por una ley contra el maltrato animal en Cuba, con su protesta en Zoonosis lograron parar la matanza. De momento. Las autoridades, roñosas, volverán a las andadas. Contra los perros callejeros y contra todo el que les estorbe o contradiga. Deja que pasen los festejos…

Ahora lo que importa a los mandamases es mantener la apariencia de una Habana impoluta. No importa si se amontona la basura y corren las aguas albañales a un par de kilómetros de la poltrona de los Capitanes Generales, donde esperan sentar al rey para que escuche la perorata de Eusebio Leal.

¿Por qué sería que en el periódico Granma dieron más destaque a la visita del canciller laosiano que a la llegada de los reyes españoles?

Felipe y Letizia, como no son políticos, no van a hablar de derechos humanos ni reclamar la libertad de los opositores encarcelados en Cuba. No debían haberse dejado embarcar en esta visita a una dictadura sarnosa y con ñeque. Les hubiesen dejado eso a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, quienes se hubiesen sentido más a gusto en la recholata con los castristas.

Pero ya que están en Cuba sus Majestades, que olviden por un rato el temor de que España, con tantos separatismos, vuelva a ser poco más que Castilla y parte de Aragón, como en tiempos de Isabel y Fernando, y que disfruten el cumpleaños de La Habana, sino la verdadera, el tinglado de Eusebio Leal, con Cohíbas, mojitos y camisetas del Che Guevara, para recaudar divisas y embaucar a inversores ingenuos.

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