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¿Hasta cuándo los cubanos debemos soportar penurias?

Cubanos rezan (cubanosporelmundo.com)

LA HABANA, Cuba. – Este 10 de abril, el general Raúl Castro, primer secretario del Partido Comunista, aprovechó su discurso de proclamación de la nueva Constitución en la sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular para ya casi al final, anunciar que se avecinan tiempos muy difíciles para el país, producto del “recrudecimiento del cerco económico y financiero” por parte del gobierno norteamericano.

No será como en los peores momentos del Periodo Especial, aseguró el general, pero “hay que estar preparados para la peor variante”, advirtió.

El anuncio, eso de “la peor variante”, ha puesto los pelos de punta a los cubanos, pero no sorprendió. Solo fue la confirmación oficial de algo que se veía venir desde hace varios meses.

Aun antes de que se agudizara la crisis en Venezuela, antes de que la administración Trump adoptara las nuevas medidas contra el régimen cubano, ya escaseaban el pan, la leche, el aceite, los huevos, el desodorante, el cemento y un largo etcétera. Últimamente la escasez y el desabastecimiento, aun en las tiendas en divisa, ha aumentado. Y los precios, sobre todo de los alimentos, siguen incrementándose.

Recientemente, entre otras medidas, han racionado la electricidad a las casas de los médicos de la familia, y se anunció que por falta de papel, el periódico Juventud Rebelde dejará de circular los sábados y Granma reducirá el número de páginas. Y los cubanos, que solemos tener buena memoria –excepto cuando decidimos, por conveniencia, hacernos los olvidadizos- recordamos que fue precisamente así, con la reducción del número de páginas de los periódicos, como se inició, allá por 1991, el Periodo Especial, que también hacía meses que venía cocinándose “por allá arriba”, solo que no se les ocurría, como ahora, el modo de dar la noticia sin que cundiera el pánico.

En muchas reuniones efectuadas en las últimas semanas, dirigentes del Partido Comunista y del Gobierno, al referirse a las actuales vicisitudes económicas, han evitado referirse a la posibilidad de un nuevo periodo especial y dado seguridades de que ahora, incluso si cae el régimen de Maduro, hay mejores condiciones que en los años 90, cuando se derrumbó el bloque soviético, para enfrentar la crisis.

Tal vez los mandamases esperan que ocurra un milagro que salve a “la revolución y al socialismo”. Tal vez esperan que Bernie Sanders gane las elecciones del próximo año en los Estados Unidos; o que un día de estos, con tantas perforaciones en el Golfo de México, encuentren petróleo, bastante petróleo, que no esté muy cargado de azufre y que Cuba se convierta en un emirato petrolero del Caribe.

Las explicaciones oficiales a muy pocos han logrado tranquilizar. Muchos cubanos miran a su alrededor y se preguntan si el nuevo periodo especial viene o si ya llegó.

Es proverbial el humor del cubano para reírse hasta de sus desgracias. Muchos dicen que no estamos a las puertas de un nuevo periodo especial, no, que va, sino que hace rato que estamos parados en medio de la sala y mirando para la cocina…

Ojalá sea cierto, por el bien de los cubanos, para evitarles más sufrimientos, que el país está en mejores condiciones y tiene hoy más recursos para enfrentar la crisis (el turismo, la exportación de servicios médicos, las remesas, la Zona Especial de desarrollo de Mariel, y las inversiones extranjeras, por pocas que sean). Ojalá, porque es escalofriante pensar que podamos volver a los apagones de 10 y 12 horas, el hambre, el picadillo de cáscaras de plátano, el arroz con fideos, el vaso de agua con azúcar en el desayuno, la polineuritis, la ropa que se nos caía del cuerpo, las fábricas cerradas o a medio turno, las guaguas que demoraban horas en pasar, la gente que se desmayaba caminando o dándole a los pedales de las bicicletas chinas, etc., mientras nos decían, como nos dicen ahora, que no había otra alternativa que no fuera resistir y vencer.

Justo cuando nos anunciaban para el año 2030 “un socialismo próspero y sostenible”, ¿podremos soportar de nuevo los cubanos todas esas penurias? A juzgar por los comentarios que escucho a mis cada vez más descontentos compatriotas, no.

Si quieren que les creamos a los mandamases sus explicaciones de que están mejor preparados para la crisis, que dejen de seguir apostando por la primacía de la empresa estatal, la planificación centralizada y otras fórmulas que les han fracasado una y otra vez. Y muy importante: si van a pedir que nos apretemos el cinto, que ellos y su parentela se limiten un poquito, solo un poquito, en sus francachelas y banquetes. Que paren la recholata. Porque la paciencia de este pueblo, por muy coaccionado y confundido que esté, tiene un límite. Y el hambre, si lo sabremos nosotros, es muy mala consejera.

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