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“He pedido ayuda para que me ingresen y me dicen que no hay gasolina”

MIAMI, Estados Unidos.- “Me siento solo. A veces he tenido deseos de quitarme la vida, pero no tengo valor para eso. Si pudiera salir de este bache… He conversado conmigo mismo y me digo: ‘Pa’ lante”, confiesa Ernesto Medina Ramírez, un cubano sin hogar.

Medina Ramírez sufre erisipela en la pierna derecha, una enfermedad infecciosa aguda y febril de la piel, causante de dolor y prurito que es producida por estreptococos. “No puedo caminar. Me salió de momento. Se me meten los bichos en la lesión. (…) Cada día la lesión es para dentro y para dentro y supura”, dice el señor de 62 años de edad.

A pesar de que la erisipela es una enfermedad curable, el padecimiento de Medina Ramírez no ha sido tratado por la escasez de medicamentos en Cuba.

Él teme lo peor: una amputación. “No hay ningún tipo de medicamento. No hay antibiótico, no hay crema, no hay nada de nada. Si yo me pudiera lavar eso ahí y untarme una crema de cualquier tipo la erisipela mejoraría. Pero no hay. Y todo está caro”, lamentó.

“Si no encuentro los medicamentos que ahora necesito, tampoco habrá los que necesitaré por la amputación”, teme Medina Ramírez.

Alrededor de 142 medicamentos estaban en falta en Cuba en el primer semestre de 2022, según informó en conferencia de prensa Tania Urquiza, vicepresidenta del Grupo Empresarial de las Industrias Biotecnológica y Farmacéutica de Cuba (BioCubaFarma). Esta cifra representa más de un tercio de los 369 medicamentos básicos que integran el Sistema Nacional de Salud.

Medina Ramírez ha acudido a los servicios médicos sin éxito. “Primero fui a un consultorio y después a un policlínico y todo fue por gusto. No sé a quién acudir. No sé qué hacer. Ando loco por el dolor constante”, se queja.

El anciano desconfía y pone en duda la gratuidad del sistema de salud cubano. “A los médicos de aquí lo mismo le da picarme una pata que no darme nada. Esta gente atiende a los que tienen dinero y yo no tengo. Yo lo que tengo es miseria, hambre, desgracia. Si tuviera dinero, me hubieran atendido y me hubieran curado. Y yo no tengo un centavo”.

La decadencia del Programa del Médico y la Enfermera de la Familia, el estado ruinoso de los hospitales y hasta de los bajísimos salarios de los profesionales de la Salud son algunos de los indicadores negativos del sistema de salud cubano.

El deterioro del sistema de Salud Pública de la Isla es tan grave que incluso el régimen reconoció la crisis este mes. “La carencia de ingresos en divisas nos impide avanzar en la búsqueda de soluciones para las problemáticas más complejas que enfrentamos como país, asociadas a la producción de alimentos, la crisis energética y la adquisición de recursos que garanticen las demandas de salud de nuestra población”, dijo Manuel Marrero Cruz, el viceprimer ministro cubano en la asamblea de balance del sector.

Ernesto Medina Ramírez no tiene familia. Es viudo. “Estoy solo. Este fue el mundo que me tocó a mí. Lo único que me queda es la fe de Dios”, dijo a CubaNet.

“No tengo casa. Duermo en un banco, duermo donde me coja la noche. Donde me sienta seguro, ahí me quedo”, asegura.

En semejante situación, Medina Ramírez asegura que ha encontrado un “alivio” en la bebida. “Lo que me da es por tomar alcohol”, dice e ipso facto reconoce que no va por buen camino: “Me está haciendo daño. El alcohol no me cura, pero me alivia un poco el dolor, no mucho. El alcohol es como si fuera una anestesia. Me doy el trago buscando alivio, pero el alcohol me está ‘comiendo’. Así no me curo”,.

A pesar de conocer varias profesiones, confiesa que la enfermedad le impide trabajar. “Hace un mes antes de enfermar con la erisipela yo trabajaba. Recogía materia prima, vendía en la calle, hacía trabajos de zapatería y arreglaba mochilas. Conozco varios oficios. Pero ahora no puedo hacer nada porque la erisipela no me deja”.

Medina Ramírez asegura que no ha recibido ayuda alimentaria ni económica de parte de las autoridades. “No me han dado ni pensión, ni libreta de racionamiento, ni ninguna ayuda. Estoy botado como un perro. A veces como, a veces no”, cuenta.

En reiteradas ocasiones ha acudido al Gobierno en vano, asegura. “Es por gusto. Yo he ido al Gobierno y le he pedido ayuda para que me ingresen y me dicen que no hay gasolina. Este país está malo. Esto está al revés. No comparto las cosas que pasan aquí”.

“Yo me entregué al Señor”, confiesa. “Él es el único médico que me queda. Lo único que le pido es que me ayude, más nada”.