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Jazz Plaza 2021: ¿Para disfrutar en casa?

(Foto: Friendly Planet)

GRANMA, Cuba. – Vender la 36 Edición del Festival Internacional Jazz Plaza 2021 como un producto para disfrutar en casa es otro acto chovinista de un régimen y un sector poblacional que, pese al atraso tecnológico gubernamental y a la condición parasitaria colectiva, insisten en presumir de avanzados y solventes.

Según el artículo Jazz Plaza 2021, aventura musical en versión online, firmado por Aracelys Bedevia y publicado el pasado 19 de enero en el diario Juventud Rebelde, el evento contará con más de diez horas de programación continua en YouTube, Cadena Streaming Cuba y Canal Clave entre los días 19 y 24 del presente mes.

Estas redes sociales, disponibles a precios prohibitivos para la mayoría de los cubanos que deseen  conectarse con su salario, mostrarán propuestas online que contienen jazz sesión exclusivo, coloquios teóricos con expertos, conferencias de prensa diarias, conciertos, retransmisión del espacio Estamos contigo, videoclips y otras opciones que enriquecen la celebración del festival.

Pero, si bien es loable la realización del evento en medio de un contexto signado “por la maldita circunstancia de un virus por todas partes”, como diría Piñera en una situación semejante, las dudas sobre la pertinencia del hecho artístico comienzan con el acceso a la red y culminan con el cubano radicado en el exterior que asume la “melomanía” de su pariente en la Isla.

¿Alguien podrá decirme cuántos “viejitos” más tendrá que bañar Hortensia en un Home de Miami para que su nieta en Cuba asista al Spa Lotti, en el Vedado? ¿Cuánto más tendrá que hacer para que su familiar meriende en el café de los bajos y se conecte a WhatsApp en su iPhone para disfrutar del DVD homenaje a Los Muñequitos de Matanzas?

¿Saben  los organizadores cuántos kilómetros recorre un camionero cubano entre Utah y Colorado para ganar los dólares que permitan a su hijo comprar  en una tienda en divisas un paquete de pollo, y este lo emplee en uno de datos móviles para ver en YouTube la conferencia: “Desempeño de la cuerda de instrumentos de viento en sesiones de grabación y en vivo”?

¿Acaso calculan cuántos cientos de miles de cubanos, en cualquier rincón del mundo, tienen que amarrarse cortos por tal de que un familiar en Cuba pueda comer caliente, reparar la casa, vestirse, pasear; en fin, vivir como les toca en el socialismo, para que venga un sobrino y se conecte a ver a Pello el Afrokan cantando María Caracoles baila Mozambique y baila que baila, Mozambique?

Seguro que no. El problema es que el chovinismo gubernamental, las prebendas de la élite artística y la necesidad del cubano común de aparentar ser príncipe cuando no es otra cosa que un mendigo les hace romper las barreras entre lo falso y lo real.

Y no es que el jazz y la cultura en general no sean importantes cuando cumplen su función educativo-recreativa, y hasta terapéutica, como en este festival en medio de una epidemia, sino que un pueblo que apenas tiene para comer sea convocado a una aventura online donde el que paga no cuenta.

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Víctor Manuel Domínguez