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Jim Carrey y el socialismo

Jim Carrey (AFP)

LA HABANA, Cuba.- Recientemente se han difundido algunas noticias que pudieran pasar por bromas macabras. Una de ellas es la exhortación del célebre actor Jim Carrey a los demócratas de Estados Unidos para que digan sí al socialismo, en un programa televisivo al que fue invitado a raíz de su regreso al mundo del espectáculo como protagonista de una nueva serie.

Refiriéndose a que los republicanos critican a Venezuela por un socialismo que provoca la huida en masa de la población, Carrey evocó los años de infancia vividos en su natal Canadá, donde “el gobierno se encarga de proteger a los ciudadanos”. Relacionar lo que el humorista llama “socialismo” canadiense con el sistema impuesto en Venezuela, suena a broma gruesa mezclada con ignorancia.

De inmediato, entre las reacciones que esa declaración despertó, el periodista Laureano Márquez le respondió a Carrey que en ocasiones parece que la incapacidad que tienen las estrellas de Hollywood para entender sobre política es directamente proporcional a su talento”, y luego le argumentó por qué justamente el socialismo es la principal causa de la pavorosa crisis que atraviesa su país.

A su vez, la periodista y candidata republicana al Congreso María Elvira Salazar contestó que ni el actor ni tampoco otros defensores del socialismo “tienen idea alguna de lo que están diciendo”, e invitó a Jim Carrey y también al senador Bernie Sanders —que se proclama socialista— a que vayan a vivir “una semana en Cuba con una familia cubana, sin agua, sin electricidad a veces durante todo el día, sin un carro, sin dólares y sin aire acondicionado”.

Precisamente de la convulsa Venezuela viene otra noticia que parece una burla sañuda y absurda. Luego de que se hiciera viral en las redes sociales un video en que un bombero, cuyo camión se hallaba sin motor, se trasladaba en mototaxi para sofocar un incendio en la Zona Industrial de Barquisimeto, sucedió lo más increíble.

En vez de reconocer el sentido del deber que demostró el bombero, el director de Seguridad y Orden Público del estado ordenó localizar al conductor del mototaxi para aplicarle la ley por “conducir con una sola mano, utilizar un casco que incumple las regulaciones, utilizar un teléfono celular durante la conducción y transportar a un pasajero sin casco de protección”, entre otras violaciones.

Curiosamente, una verdadera broma de dos bomberos había ocurrido días antes en Mérida y había resultado poco simpática para el rimbombante autócrata chavista y su pandilla. El cabo segundo Ricardo Antonio Prieto y el sargento segundo Carlos Julio Varón habían grabado un video, en seguida viral, donde paseaban a un burro por la estación de bomberos.

El chiste estaba en que el asno era tratado como un “presidente Maduro” realizando una inspección en el lugar. En un momento, el animal se detiene a comer hierba en un patio y el bombero que narra en el video comenta, riendo: “Como pueden ver, él mismo está verificando la hierba, lo único bueno que tenemos aquí”.

Por esa dramatización del apodo “Maburro”, el cabo Prieto y el sargento Varón fueron encarcelados y se hallan esperando juicio acusados del delito de “incitación al odio”, que puede costarles 20 años de prisión. De nada vale que los abogados expliquen que sus defendidos filmaron el video en broma, no para incitar al odio. Para la gente, más que un chiste, es una protesta por las pésimas condiciones en que trabajan los bomberos.

Graciosamente, sin embargo, Carlos Márquez, el juez que imputa a Prieto y a Varón, se define en las redes sociales como socialista, diserta sobre la construcción del comunismo, alaba al Comandante Eterno Hugo Chávez y se enorgullece de militar en el Partido Socialista Unido de Venezuela, todo lo cual viola la Constitución Nacional, el Código de Ética del Juez y los principios internacionales sobre la independencia judicial.

Como los socialistas del siglo XXI no se andan con chiquitas, encima de todo eso, el juez Márquez hace apología de la violencia en sus redes sociales y se toma fotografías con armas y frente a una sede de los siniestros “colectivos” motorizados. Ya en 2017, el magistrado se había dado a conocer por condenar sin pruebas a unos 200 ciudadanos, jóvenes y profesores universitarios, durante las protestas contra el régimen de Maduro.

Si tanto le agrada el socialismo, Jim Carrey debiera enterarse de que en Cuba no existe un gobierno que “se encargue de proteger a los ciudadanos”. De hecho, los ciudadanos padecen un gobierno que nunca han elegido y que, para colmo, como si de una broma criminal se tratara, les impone un “socialismo irrevocable”.

Y hablando de bromas, el cómico debiera saber también que el socialismo no solo odia las opiniones serias y honestas, sino también el humor, que es más tolerado que apoyado, porque no resulta un arma muy efectiva para controlar y aterrorizar a los ciudadanos, que son el verdadero enemigo al que temen los regímenes socialistas.

Además, ese tipo de régimen sirve de excelente materia prima para el humor y, por ello, en el socialismo estalinista, los chistes podían ser considerados una “actividad antisoviética” castigable con cinco años en un campo de trabajo. Unas 100 mil personas fueron condenadas por hacer chistes en los años más oscuros de aquel socialismo.

Y ahora parece que el socialismo del siglo XXI, aparte de castigar ciertas chanzas, se ocupa de embromar judicialmente a las personas con acusaciones como “incitación al odio” o “terrorismo” (la guasa sangrienta que ha devenido incriminación favorita del orteguismo en Nicaragua).

Ojalá la exhortación ideológica de Jim Carrey sea solo una jocosidad ingenua y el humorista no tenga que sufrir el socialismo y, por tanto, deba obligarse a cambiar de opinión, de país o de profesión.