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Jóvenes cubanos, cada vez más lejos de la lectura

LA HABANA, Cuba.- Muy poco o nada importa la literatura a la mayoría de los jóvenes y adolescentes que en las primeras jornadas visitan la Feria Internacional del Libro La Habana 2019. Más que adquirir un buen libro, prefieren satisfacer necesidades no tan intelectuales como alimentarse, buscar pareja, comprar accesorios de moda o tomarse la selfie del día.

Al expreso desinterés por la lectura se unen los altos precios que cada año tienen los libros. Algunos superan los 10 CUC, en una época donde ni siquiera las bibliotecas digitales –que transitan gratis de un dispositivo a otro–, pueden competir con la creciente atracción que sienten los jóvenes cubanos por las redes sociales.

La vigésimo octava edición de la principal expo venta de libros en la isla comenzó el pasado día 7, en su sede tradicional de la Fortaleza San Carlos de la Cabaña. Este año el evento fue dedicado a la República Argelina Democrática y al escritor cubano Eduardo Heras León.

Los organizadores han destacado la ambición de comercializar unos 4 millones de ejemplares, dentro de un programa que tiene previsto realizar 1300 actividades y cuenta con la presencia de unos 380 invitados foráneos, 127 expositores (entre cubanos y extranjeros), la participación de más de 40 naciones, de 15 editoriales extranjeras y la primera incursión de Viet Nam y Bulgaria en la feria.

Hace un par de años, en febrero de 2017, un estudio del Observatorio del Libro y la Lectura, perteneciente al Instituto Cubano del Libro, reflejaba que cerca de la mitad de los universitarios cubanos no mostraban interés por la lectura.

Aunque las conclusiones del análisis tuvieron como referencia las encuestas realizadas a un pequeño núcleo de 1423 jóvenes, la realidad expuesta en las entrevistas realizadas por CubaNet, en predios de la feria, a otros miembros de ese segmento poblacional, confirma que la problemática es tan abarcadora como creciente.

Paula García Regalado, estudiante preuniversitaria de último año, refiere que tanto ella como sus amigos en el mejor de los casos comprarían un solo libro, con el propósito de justificar ante los padres su ausencia al hogar.

Otros no adquirirán ni siquiera uno. García cuenta que muchos padres se niegan a financiar la compra de literatura por encima de las necesidades básicas, que comúnmente golpean a las familias de la isla.

“No voy a gastar en libros el dinero que me dieron, voy a comprar uno bien barato para enseñarlo en la casa y el resto lo gasto en mis gustos. Hablo de mí que mis padres pueden darme dinero, pero conmigo vienen amigos que no tienen esa suerte, imagínate si lo que ahorran en la semana dejando de merendar en la escuela lo van a gastar en esa bobería”, dijo.

Uno de los integrantes del grupo de García, William Fons Pedroso, señaló que “a nadie le gusta leer, es que ni en la escuela los maestros consiguen que lo hagamos”, y describió la feria como un espacio cuya única utilidad gira en torno a las posibilidades de interactuar con otros jóvenes.

“Aquí uno viene a tomarse un trago, comer algo rico, a caminar por el lugar que está bonito, y por supuesto, a intentar ligar alguna muchacha. El que te diga lo contrario es un mentiroso, o mejor, dile que te enseñe los libros que compró.  Nadie está para eso” sentenció Fons.

Por la larga escalinata que bordea los muros exteriores de la fortaleza, levantados sobre la entrada este de la bahía, incesantemente decenas de jóvenes suben y bajan en bandadas. En lo más alto, por momentos el sonido que generan sus bocinas portátiles se vuelve estridente, y es allí donde más se acumulan.

“Aquí arriba se ‘calienta’ más el ambiente, porque es abierto y cada cual puede poner su música. El ‘perreo’ se pone bueno. ¿A qué otra cosa se puede venir?”, acotaba una mucha de 16 años, renuente a identificarse alegando que sus padres la creían en la escuela.

Leidiana Marrero, Sheyla Agudo y Yanetsis Santiesteban, viajaron a la feria desde el barrio Romerillo, en el municipio Playa, acompañadas de un grupo de más de diez jóvenes.

De manera abierta, sin mostrar timidez o recato, mientras más compañeras del mismo grupo asienten con la cabeza, las tres coinciden en que visitan la feria con la intención de encontrar una relación de corto plazo.

“Somos de la escuela de cocina de Gaviota, pasamos el día oliendo sazones y tenemos que despejar. Aquí se juntan una ‘pila’ de chiquitos –muchachos– de todas partes y en la ciudad no hay muchas o mejores opciones de entretenimiento, por lo tanto, dónde mejor para encontrase un buen novio que en una tarde te quite el estrés de la semana. ¿Libros? No niño, para qué, eso ya no se usa”, acotó Marrero.

La feria capitalina correrá sus cortinas el próximo día 17 con una dedicatoria a los 500 años de la ciudad, para extenderse por todo el país y culminar el evento la jornada del 14 de abril en Santiago de Cuba.