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La apuesta de Castro: más obreros extranjeros

Obreros indios montando un ómnibus de una empresa estatal de turismo (Foto: Alexandre Meneghini/Reuters)

Obreros indios montando un ómnibus de una empresa estatal de turismo (Foto: Alexandre Meneghini/Reuters)

(Las fuentes de este reportaje declararon bajo condición de anonimato)

LA HABANA, Cuba.- Pasado un mes de haber quedado suspendidas en el aire las dudas generadas por un artículo del diario oficialista Juventud Rebelde, titulado “Sacudir la palanca de las inversiones turísticas”, las autoridades de Almest  y del Grupo Empresarial de las FAR (GAE), no han emitido una respuesta oficial convincente. No obstante, algunas fuentes consultadas han ofrecido declaraciones a CubaNet sobre lo que, al interior de las instituciones involucradas en el escándalo, consideran las verdaderas razones para la contratación.

Un exfuncionario de la División de Inversiones del Grupo Empresarial de las FAR (GAE) y actual gerente comercial de un establecimiento hotelero en La Habana tributario de Gaviota S.A. ha asegurado que la contratación de obreros extranjeros se habrá de convertir en una práctica habitual en el futuro: “Contamos en la actualidad con más de 600 trabajadores extranjeros contratados (…), un 99 por ciento de obreros calificados. (…) La mayoría son indios, hablamos de unos 460 en obras con Bouygues (empresa francesa empleadora) y el GAE, con salarios que llegan a los 1300 dólares, y solo en dos o tres casos hasta los 2000 (dólares mensuales). (…) Para mediados de 2017 esa cantidad pudiera incrementarse y para 2020 llegaría a ser tres veces mayor entre obreros indios y chinos”, declaró este funcionario que además explicó las ventajas de estas contrataciones donde también se incluyen, en menor medida, trabajadores especializados de Francia, Italia, España y México: “Es indiscutible que (los indios) son muy eficientes pero también ofrecen grandes ventajas económicas que el obrero cubano jamás reportaría. (…) Parece que el gobierno pierde dinero al pagarles 800 o 1000 dólares pero ese no es dinero que paga el país, eso es lo que les paga Bouygues. Lo interesante es lo que el gobierno ingresa por cada obrero indio que la parte francesa contrata y esa es una pregunta que nadie se ha hecho. (…) Yo estaba (en el GAE) cuando se propuso lo de los indios. Al principio se les dijo que no a los franceses, y eso que fue cuando se predijo que no se cumpliría el plan de entrega, que era para octubre de este año, así que no se cumplió y como el capital de la inversión es totalmente cubano, en breve comenzaríamos a perder dinero. La idea era contratar más cubanos pero a algunos se les encendió el bombillo cuando los franceses dijeron lo que podían pagar por cada trabajador indio y eso compensaba en algo las pérdidas. Pero al principio se dijo que no, yo me acuerdo de eso”.

Un alto funcionario de la dirección de recursos humanos de una empresa constructora de las FAR, vinculada al turismo, sostiene que los trabajadores extranjeros no representan una pérdida sino un “nuevo capítulo” que aporta ganancias al país: “¿Por qué no contratar cubanos por el mismo salario? Porque nadie paga por sus contratos, esa es la razón. (…) La pregunta no surgió después de lo aparecido en el periódico (Juventud Rebelde), la pregunta ha sido ‘pi constante’ (reiterada) en reuniones hasta en el Consejo de Estado pero la respuesta no es muy agradable. (…) A los cubanos no se les paga porque no son rentables de la misma forma que lo son este nuevo capítulo. (…) Esa pregunta la hice yo al principio cuando se habló por primera vez de contratar indios y la respuesta no fue muy bonita, tiene que ver con lo que pagan los franceses a Cuba por cada trabajador extranjero que introducen, más lo que deben pagar al Ministerio de Salud Pública como concepto de seguro (médico), en conjunto unos 2000 dólares mensuales como promedio por cada trabajador, que al año sobrepasan los 10 millones de dólares. (…) Los obreros indios en sí mismos son un negocio y la parte cubana hará todo lo posible por incrementar la cifra. La otra parte de la respuesta tampoco gusta a la gente pero es cierta, dolorosa pero cierta, no hay (en Cuba) mano de obra calificada para los estándares que requiere un hotel de lujo pero tampoco hay interés en solucionar eso por lo que te digo, la incompetencia la han convertido en un negocio”.

En opinión de un funcionario de Almest directamente involucrado en el proceso inversionista en una obra en fase de ejecución en Varadero, no existe interés en mejorar las condiciones del trabajador cubano y los métodos de contratación no priorizan la calificación: “Nos montamos en un camión y vamos a un parque de Cárdenas o nos metemos para Colón o Pinar del Río, según estemos de tiempo, y ahí mismo en los parque hacemos los contratos y subimos a todo el que quiera. No preguntamos lo que saben o no saben hacer y se trata de mano de obra para un hotel 5 estrellas. (…) Algunos saben trabajar y otros echan a perder el trabajo del que sabe, también están las pérdidas de materiales. Todo eso ha obligado a los franceses a contratar indios, y al gobierno parece que le conviene que contraten más indios. Mientras más incapaces sean los nuestros, más indios hay que traer”.

El 15 de octubre de este año, el diario oficialista cubano intentaba justificar la contratación de obreros indios para la terminación de varias obras hoteleras vinculadas a Gaviota S.A., por parte del grupo perteneciente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias y la corporación internacional francesa Bouygues.

Las reacciones dentro de Cuba, incluso de reconocidos simpatizantes del gobierno, fueron en su mayoría de enojo por el carácter ofensivo de algunas declaraciones que atribuían las diferencias salariales entre los obreros indios y los cubanos a ineptitudes de las fuerzas laborales de la isla, en una tentativa por ofrecer alguna explicación a una estrategia económica, en buena medida inconstitucional, que meses antes había sido revelada por varios medios de prensa no controlados por el gobierno cubano.

Sin ofrecer detalles sobre las diferencias salariales ni revelar la cantidad de obreros extranjeros introducidos en Cuba no solo por Bouygues sino por otras empresas extranjeras también afines al sector turístico e inmobiliario, el artículo evitaba profundizar en detalles que pudieran cuestionar un asunto tan peliagudo como ese que pudiera denominarse “los nuevos intersticios de la economía cubana proyectada hacia el 2030”.