Inicio Cuba La burda manipulación de la Historia de Cuba Cubanet

La burda manipulación de la Historia de Cuba Cubanet

Libros de texto de Historia de Cuba (Foto: eltoque.com)

LA HABANA, Cuba.- Para comprobar el crimen que ha cometido la dictadura castrista a lo largo de más de medio siglo, con relación al aprendizaje de la historia de Cuba, bajo el ministerio de un joven de 29 años, Armando Hart  Dávalos, basta abrir un libro de sexto grado, utilizado en todo el país y publicado durante los primeros años del triunfo revolucionario, aparentemente redactado por cinco educadoras, tan desconocidas, que ni siquiera aparecen en la enciclopedia oficialista Ecured.

Tengo uno de esos libros, aunque con páginas arrancadas que utilizan los escolares para su aseo cuando acuden al baño sin papel sanitario.

El índice del libro lo dice todo: comienza con los tres años de ocupación militar de Estados Unidos, en siete páginas. Continúa con lo sucedido a partir de 1902, hasta 1952, en cincuenta páginas, y el resto del libro, que termina en la página 153, o sea, las ochenta y nueve páginas restantes, están dedicadas a un período de seis años, correspondiente al Movimiento 26 de Julio, liderado por Fidel Castro

Sus tres últimas páginas quieren demostrar los logros de la dictadura castrista, encaminados a transformar la situación del país, sobre todo porque cortó de raíz la dependencia económica con Estados Unidos, el monocultivo y el latifundio de la tierra, “algo que ha servido para que los campesinos disfruten de cómodas viviendas y la población de un desarrollo industrial que antes no existía”.

Engaña miserablemente este libro a los alumnos de sexto grado. Y no solo eso, sino que prohíbe a millones de  cubanos la libre información, puesto que controla los medios de comunicación y bloquea páginas de Internet que no sigan la línea de su propaganda.

No dice este libro, por ejemplo, que durante el régimen han sido fusilados más de cinco mil cubanos anticastristas y han perdido la vida en combates unos 9 mil 123 cubanos, en guerras ajenas, que en 1965, Castro admitió la existencia de veinte mil cubanos prisioneros políticos, mientras que más de tres millones de cubanos se han visto precisados a abandonar el país.

Mucho menos se dice que la industria nacional no existe, sobre todo por haber dependido del modelo soviético, considerado por el mismo dictador como “fabricante de chatarra”.

¿Dice acaso que un mesero de turistas extranjeros gana mucho más que cualquier profesional cubano?

¿Menciona el déficit de viviendas, la falta de elecciones libres, la derogación de la Constitución de 1940, una de las más progresistas de América?

¿Dice que el PIB per cápita en Cuba era el quinto más alto de América Latina antes de la Revolución y que hoy es el más bajo?

¿Dice el libro que en los años cincuenta los cubanos tenían más automóviles per cápita que los japoneses?

¿Se preguntan los estudiantes de sexto grado por qué no se buscan los restos del avión de Camilo, si es que cayó en el mar?

¿Saben, por ejemplo, que mientras en toda América Latina se practica la democracia a través de partidos políticos de distintas tendencias, incluso comunistas, en Cuba gobierna el mismo partido en el poder durante más de medio siglo, considerado “irrevocable” en 2002, cuando los organizadores del Proyecto Varela, apoyados por las necesarias firmas dadas por la población, solicitaron reformas?

El 1ro de mayo de 1961 Fidel Castro decidió que todos los centros de enseñanza pasaran a manos del Estado. De esa forma, todos los niños comenzaron a ser adoctrinados, de acuerdo al criterio de la llamada Revolución Cubana, hoy agotada y por tanto necesitada de reciclaje político, según la última voluntad de Raúl Castro, el sucesor dinástico.