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La Causa #1 de Iris Ruiz

LA HABANA, Cuba. – La Causa # 1 de 2019 es la nueva propuesta del Movimiento San Isidro. Su protagonista es el personaje de Kenia María Polo, interpretado por la actriz Iris Ruiz, quien habló con CubaNet sobre teatro, influencers y performance.

“Hace años vengo trabajando en lo que es un teatro necesario”, comenta la actriz, que también ha impartido clases sobre la materia en el Instituto Superior de Arte.

La artista dice haber ido “explorando en las bases de teatro hasta llegar no solo al individuo, sino a la ciudadanía como cuerpo”. Explica, además, sobre las tendencias del activismo y de las artes de identificar conceptos en un solo espacio para luego incidir sobre ellos.

En el primer capítulo de la Causa #1 del 2019 el guión y la dirección son de Luis Manuel Otero Alcántara. Colaboran también Amaury Pacheco, como actor y editor; Enix Berrío -dando, quizás, la única nota seria dentro de la farsa sobre la ley 62 (Código Penal)- y Rudy Cabrera haciendo las cámaras del corto de ficción.

“La idea fue de Luis Manuel, que venía trabajando en una serie de fotografías donde tocaba el tema de las posibles causas por las que podían inculparlo”.

Los realizadores del corto se burlan de la criminalización del activismo como método represivo.

“La ciudadanía cubana está sentada sobre el miedo, pero ahí tenemos al choteo que definió Mañach, la burla cotidiana como herramienta para llegar de manera más efectiva y ayudarlas a que pierdan el miedo”. Esas parecen ser las nuevas estrategias del Movimiento San Isidro.

A Kenia María Polo, la protagonista de la serie, la construyeron a partir “de las aspiraciones que tiene el poder cubano de quererse parecer al poder de los Estados Unidos, pero sin derechos o sin soltar esa rigidez o la estética chea de tomarse siempre las cosas tan en serio y terminar siendo ridículos”. Así desmiembra Ruiz al personaje que encarna y que es la unión de la doctora Ana María Polo con la oficial Kenia, la represora que “atiende” a los artistas.

“Es una mujer homofóbica, ejerciendo un poder vertical que representa todos los valores de un régimen cerrado, totalitario, masculino”, analiza Iris Ruiz. “De Caso Cerrado solo tiene la estructura dramática, pero en esencia es la vulgaridad y la chusmería de quien tiene un mazo en la mano y se dice “te jodo si me da la gana’”.

La Causa #1 puede ser performance o teatro, según la interpretación del espectador. Para la actriz, son varios conceptos más allá de la forma que ha hecho que “el teatro haya ido de la máscara griega o africana a las máscaras de Facebook”.

Es, por ejemplo, “dejar fluir esa programación, porque yo también he vivido entre militares, yo también he sido programada y este personaje es tocar esa vena que tenemos los cubanos y donde cualquiera quiere comportarse como un Fidel Castro”.

Para Iris Ruiz, no se puede hablar de performance ni de teatro, sino de “hiperrealidad”, porque “hemos pasado de la ficción al simulacro. Se ha logrado una realidad virtualizada”, de ahí que los influencers ganen un espacio relevante en el imaginario del espectador.

“Los influencers logran una teatralización de la realidad. Ellos son los personajes que animan a aplaudir con ellos, a llorar con ellos o a tirarles tomates”.

La actriz extrapola la situación, si fuera posible, al proscenio tradicional. “Entiendo la escena contemporánea y ellos son las máscaras que tiene la realidad cubana para que drene la vida. Son tan diversos que generan discursos para todos, aunque algunos solo vean la parte negativa del aquelarre que es hoy la vida”.

Considera además que la Causa #1 no es solo “un granito más a esa realidad que estamos construyendo”, sino el resultado de “estar rodeada de artistas visuales que han ido corriendo las fronteras, que han ampliado su proyección o que han trabajado con el tiempo, yendo de la plástica a la teatralización, pero lo común en el Movimiento San Isidro es la manera que tenemos de crear la imagen poética a través de la política”.

Iris Ruiz ha encontrado en el Movimiento el destino que había venido tejiendo durante su carrera.

“Sentí la necesidad de expandirme hacia la teatrología, de pasar al proceso creativo. Admiro a los que han seguido haciendo teatro en Cuba: actores, directores, tramoyistas, luminotécnicos, sonidistas”, aunque también alude a cuestiones “prácticas”.

“Decidí que nadie me condicionaría a ganarme ese salario de mierda o a estar marcando tarjeta en un teatro como si realmente fuera a una fábrica de hacer muñecas”, añade.

A sus 40 años, Iris Ruiz se siente realizada, aunque a veces amanezca en medio de batallas para liberar a amigos o a su esposo.

“Soy madre, hermana, amiga. He sido y he encarnado todo lo que he querido ser y aunque vivo como si la vida fuera una película, cuando no estoy en ningún personaje, soy una Iris sin remordimiento ni frustraciones ni miedos”. Así resume su vida la actriz, que ha tomado como camino principal el activismo cívico.

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