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La dañina huella de la Cuba comunista en América del Sur

Miguel Díaz-Canel, gobernante de Cuba, y Alberto Fernández, presidente electo de Argentina (Twitter)

LA HABANA, Cuba. – En días recientes han tenido lugar, en países latinoamericanos del Hemisferio Sur, varios acontecimientos de cierta relevancia que resulta oportuno comentar. Un factor común a todos es la participación que, de un modo u otro, han tenido en ellos las autoridades comunistas de Cuba.

Comencemos por el más importante. Este martes tomó posesión de la presidencia argentina el abogado Alberto Fernández. Su segunda es la señora Cristina, del mismo apellido. Ésta, antigua Jefa del Estado, aparece encartada —como se sabe — en una decena de causas penales. Pese a ser la vice, para saber qué poderes reales ejercerá tan impresentable personaje será menester aguardar las decisiones que implemente al respecto el nuevo mandamás.

Hasta Buenos Aires, para asistir a la toma de posesión del dúo triunfador, viajó junto con su comitiva el presidente cubano Miguel Díaz-Canel. La Televisión en Cuba lo presentó en reuniones con “intelectuales orgánicos” y con empresarios del país austral. En una de sus intervenciones, la nueva cara visible del castrismo arremetió entusiasta contra “las dictaduras” latinoamericanas. ¿Pero acaso él no representa a otra más de ellas? ¿La que, según ellos mismos dicen, es “del proletariado”?

Cruzando el Río de la Plata, llegamos al Uruguay. De este país es noticia que dos tercios de los oculistas cubanos que intentaron revalidar esa especialidad (6 de 9, para ser precisos), resultaron suspendidos por el Tribunal de la Cátedra de Oftalmología.

La información resulta contradictoria. Por una parte, en la patria de Artigas constituye una práctica habitual que los médicos de la Gran Antilla sean sometidos a exámenes antes de comenzar a ejercer. Curiosamente, la prueba a la que todos son sometidos —aunque se trate de especialistas—versa sólo sobre Medicina General. Y todos aprueban.

Aquí viene al caso una pequeña digresión: Llama la atención la abismal diferencia entre la actitud asumida por los castristas ante esta situación en Brasil y en Uruguay. En el primer país, se declararon muy ofendidos por el anuncio de Jair Bolsonaro de exigir la reválida de los facultativos caribeños de “Mais médicos”. En Uruguay, por el contrario, aceptan gustosamente esta situación como cuestión de rutina…

Ahora nos enteramos que por el Hospital de Ojos de Montevideo ha desfilado gran número de profesionales cubanos, y todos (incluyendo el noneto mencionado) ejercieron allí como especialistas sin otro examen que el de Medicina General. Pero he aquí que nueve de ellos decidieron permanecer trabajando en esa institución por su cuenta, y sólo entonces se les exige una reválida de la especialidad.

“Catarólogo” es el neologismo despectivo ideado por los colegas de los involucrados y la prensa uruguaya para describir a esos “internacionalistas” que sólo serían duchos en operar cataratas. El fracaso de la mayoría de los aspirantes, ¿refleja la baja calificación de los graduados de la Isla? ¿O se trata de una maniobra gubernamental para complacer al castrismo?

No se olvide que en el Uruguay, desde hace quince años y hasta el momento (aunque ya les queda poco tiempo), gobierna la coalición Frente Amplio. Es verdad que son izquierdistas vegetarianos, pero bastante que han colaborado en el terreno de la Medicina con las autoridades de La Habana. El fracaso de los revalidantes servirá para desalentar a otros que quieran seguir su ejemplo. Es por todo lo anterior que considero que este asunto está bastante turbio.

Para terminar el presente artículo, pasaré del Río de la Plata a Bolivia. Sobre este último país versó el más reciente trabajo periodístico de mi autoría publicado por CubaNet. La redacción de este diario digital ilustró mi escrito con las fotos de tres supuestos “jefes de la Brigada Médica Cubana” que fueron detenidos en La Paz, mientras recorrían la ciudad con enormes sumas de dinero. (La Habana dice que, en medio de los disturbios, repartían sus magras mesadas a los galenos cubanos; la policía afirma que financiaban a los subversivos evistas).

Como quiera que sea, es el caso que uno de los lectores (que usa un curioso seudónimo: “Cerdo criminal de dos patas”), en un verdadero alarde de memoria, recordó haber visto al menos dos de esos personajes como acusados por narcotráfico en el juicio celebrado en 1989 (¡hace la friolera de treinta años!) al general Arnaldo Ochoa y otros oficiales cubanos.

Se trataría —pues— de antiguos miembros del Departamento MC, una dependencia del Ministerio del Interior; o sea, que se trata de personas que mantienen una relación de larga data con el aparato de inteligencia de la Isla. En ese contexto, no debe extrañarnos que, pese a ser individuos conocidos, los hayan empleado en esos trajines.

¿Acaso no operaban en Bolivia? ¿En un “país hermano” del “socialismo del siglo XXI”? ¿Dónde Evo Morales —según afirmaban él mismo y sus incondicionales— acababa de ser reelecto en primera vuelta con casi la mitad de los votos emitidos! ¿Dónde todo parecía indicar que el ex líder cocalero seguiría rigiendo tranquilamente los destinos del país por otro quinquenio?

Menospreciaron al pueblo boliviano, que se negó a aceptar el burdo “pucherazo” gobiernista y se lanzó a protestar con bravura. Tampoco previeron la postura digna de los cuerpos armados, que decidieron no hacerse cómplices de la farsa electorera. Y menos aún pudieron suponer que, gracias a un lector memorioso, se descubrirían las verdaderas identidades de los falsos médicos.

En esos tres países latinoamericanos del Hemisferio Sur, han intervenido de un modo u otro las autoridades de Cuba. Y en ninguno de los casos puede decirse que haya sido para bien.

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