Inicio Cuba La decadencia de los agromercados: cuestión de escasez y estructura

La decadencia de los agromercados: cuestión de escasez y estructura

Agromercados en Cuba. Foto archivo

LA HABANA, Cuba.- Con motivo del 500 aniversario de la fundación de La Habana, “capital de todos los cubanos”, después de más de diez años de reparación, fue “reinaugurado” el Mercado de Cuatro Caminos. Era difícil sospechar que un lugar tan emblemático de la ciudad no sería rescatado para cumplir la función de antaño, o al menos, que operaría en CUP. Quizás los que peinan canas no habían imaginado siquiera que de aquel mercado de épocas pasadas sólo quedaría el nombre, hasta que, pocos días antes de que reabriera sus puertas al público, se estuvieron presentando por la televisión breves reportajes sobre algunos departamentos, donde se ofertarían artículos en CUC que nada tendrían que ver con el servicio que durante años el Mercado de Cuatro Caminos le brindó a la ciudad, pues su auge comercial era un fiel exponente de los dos cuernos de la abundancia que exhibía en sus arcos principales.

Sin embargo, a partir de 1959 las prohibiciones del gobierno comunista le hicieron decaer. Más tarde, tras su intervención –como sucedió con otros comercios– se fue destruyendo hasta que fue cerrado por inhabitable. Hacía muchos años que la segunda planta, donde antes se vendía comida, estaba clausurada, y en la de abajo hacía también varios años que sólo había productos agropecuarios en un área pequeña donde las condiciones eran deprimentes: los vendedores hacinados, muy sucio el local y la mercancía cara y sin calidad.

Este abandono gubernamental se pone de manifiesto en todos los sectores, tanto económicos como sociales. Es efímero el lapso en que las cosas funcionan bien. Así lo vimos con los organopónicos, una buena iniciativa de la agricultura para la cosecha y oferta variada de vegetales a la población: otrora con mucha aceptación, hoy en los terrenos donde se encontraban solo quedan restos de canteros enyerbados, o que han sido utilizados con otros fines.

En reiteradas ocasiones los medios han informado que la capital cuenta con 172 Mercados Agropecuarios Estatales (MAE), o agromercados, que dependen de lo que Acopio les suministra. Hasta hace un par de años siempre aparecían algunas viandas, pero las verduras, frutas y vegetales han desaparecido de los anaqueles. Lo mismo ha ocurrido con otros servicios, como la venta de coco y maíz rallado.

Si bien es cierto que la escasez y la mala calidad de los productos de los agromercados es un problema que sufrimos los cubanos desde hace mucho, este desabastecimiento se ha agudizado a partir de que el gobierno ha abierto mercados especiales con mayores dimensiones y con nuevas características –según la prensa– en determinados puntos de la ciudad (siete en total). ¿Es que acaso no se tuvo en cuenta lo envejecido de la población a la hora de situar las mercancías en estos mercados “especiales” (y lejanos) en detrimento de los de cada barrio? Y no creamos que por haberlos llamado “especiales” estos mercados se mantienen bien surtidos. Ana María, una vecina que visitó el del Mónaco, comentó que ya se nota la escasez de productos: tanto viandas como carne y vegetales brillan por su ausencia, tampoco hay siempre pescado por la libre.

Desde hace un tiempo se ha puesto de moda hacer ferias los fines de mes en zonas céntricas de cada municipio. Las hacen coincidir con determinadas fechas de celebración y las nombran “ferias agropecuarias”. Según se informa, las organiza el Ministerio de la Agricultura, su sistema empresarial y las autoridades políticas y administrativas de la capital. Por los 500 años de la fundación de San Cristóbal de La Habana las hicieron. Mientras, en el mercado agropecuario de Dolores entre 14 y15, en Lawton, solo había chopos duros y picosos y plátanos burros tiernos.

Sin embargo, la oferta en estos eventos, a la postre, no se caracteriza por su calidad, ni por precios económicos, ni, en última instancia, resulta tan variada. Esto hace pensar a algunos suspicaces que el objetivo real de esta práctica (concentrar las mercancías en un lugar y momento determinado, en vez de mantenerlas en las tarimas locales con regularidad) no es beneficiarnos, sino provocar colas, tumultos, disputas, en fin, generarnos tensión.

El 26 de diciembre de 2018, Salvador Valdés Mesa, primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, resaltó el esfuerzo que se hace en la capital para mejorar los mercados y unidades para la comercialización de los productos agrícolas. Agregó que se han dado pasos para crear las condiciones en lugares a donde la población pueda acceder para adquirir sus productos (Granma, 26 de diciembre de 2018). Cabría preguntarnos: ¿Por qué entonces dejar destruir los 172 agromercados estatales existentes ya en toda la ciudad?

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