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La dictadura castrista dividida en dos Cubanet

Fidel Castro junto a su hermano Raúl (xpatnation.com)

LA HABANA, Cuba.- Algo que no debiéramos de olvidar y que narra Nikolai S. Leonov en su biografía sobre Raúl Castro es aquella historia turbulenta entre los hermanos Castro y el Kremlin, a partir de la Crisis de los Misiles, en 1962.

Cuenta Leonov que Raúl Castro, por orden de Fidel, tuvo una participación muy directa en los acontecimientos relacionados con la Crisis, puesto que sostuvo las primeras conversaciones con el mariscal Biriuzov, comandante de las Tropas Coheteriles Estratégicas y un tal Rashivod, del Comité Central del PCUS.

En aquel momento, Raúl planteó lo que exigía su hermano: que la URSS considerara que una invasión a Cuba era lo mismo que una invasión a la URSS.

O sea, Fidel estaba por una Tercera Guerra Mundial y Raúl aceptó, a espaldas del pueblo, el despliegue de armas nucleares soviéticas en territorio cubano, en mayo de 1962.

Por lo que relata Leonov sobre su queridísimo amigo Raúl, éste no sólo guardó siempre en su corazón amor al poder soviético, sino que enfrentó aquella difícil situación, comenzando por el derribo de un avión de exploración estadounidense, a cargo de un cohete soviético, el 27 de octubre.

Sin consultar nada con Fidel Castro, Jruschov acordaba con Kennedy la retirada de los cohetes.

Por aquellos años, la autora de este trabajo recuerda cómo se comentaba en los medios de prensa que tanto Fidel como Jruschov habían actuado de forma emocional y aventurera, provocando conflictos no sólo con China, sino además y sobre todo, con el movimiento comunista internacional.

El resultado de aquella política, calificada todavía por el Kremlin como torpe, hizo que Jruschov fuera enviado a vivir el resto de su vida a su casa de campo y que las autoridades soviéticas aceptaran a Cuba cada vez más con frialdad y resquemor. Incluso promulgaron la política de “coexistencia pacífica con el capitalismo”, mientras Fidel amenazaba con destruir a Estados Unidos, creando “varios Vietnam” en América Latina.

La represalia de los nuevos líderes soviéticos contra Fidel, no así contra Raúl, se conoce poco. El libro Revolución en la Revolución, de Regis Debray, fue desaprobado por la URSS, el Che fue silenciado por sus aventuras en Bolivia e incluso su muerte fue anunciada en la prensa moscovita como algo sin importancia.

Por último, para sacar de Cuba al embajador Alexeiev, gran amigo de Fidel y reemplazarlo por Soldatov, quien no sentía ninguna admiración por el Iluminado, alegaron que Alexeiev padecía de cáncer, para así poder enviarlo a Madagascar

Por aquellos meses ocurrió lo más curioso de todo: Fidel comenzó a separar de la alta política a los revolucionarios partidarios del Kremlin y hasta designó a Almeida como ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, mientras Raúl, aunque por poco tiempo, pasó a otras tareas.

Por último, expulsó al segundo secretario de la embajada soviética y al periodista Vadim Listov, director de Pravda, órgano oficial del PCUS y a varios otros reporteros soviéticos, catalogados como personas no gratas, cuando supo que mantenían relaciones frecuentes con líderes cubanos que habían sido separados de sus cargos por sus ideas prosoviéticas.

A pesar de todo eso, Raúl nunca abandonó la idea de mantener buenos lazos con la URSS. En la pared de su despacho siguió colgada una galería de fotos de los asesores militares soviéticos, considerados como “sus grandes amigos” y su admiración por el poder soviético jamás lo ocultó.

¿Quiere decir esto que estuvo de acuerdo con la entrada de las tropas del Pacto de Varsovia en territorio checoslovaco en 1968?

Mientras el mundo reaccionaba duramente contra ese hecho, la incondicionalidad de Raúl por el Kremlin se puso hasta por encima de sus profundos sentimientos de amor fraternal: una prueba evidente de que a estas alturas, y muerto Fidel, la dictadura castrista puede que continúe dividida en dos.

Imagino cómo se sentirá aún su corazoncito, cuando tras el desplome de los comunistas soviéticos, definitivamente Moscú abandonara al castrismo y contribuyera a la mala suerte que sufre hoy su administración.