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La Enmienda Platt, el Proyecto de Constitución y la historia que se repite

Miguel Díaz-Canel y Raúl Castro (Reuters)

GUANTÁNAMO.- Tengo un amigo que afirma que el castrismo logró en Cuba lo que no pudieron hacer el colonialismo español, la intervención norteamericana ni las dictaduras de los generales Gerardo Machado y Fulgencio Batista.

Según él, ese logro es haber reducido el espíritu de rebeldía del pueblo cubano a fuerza de fusilamientos, cárceles prolongadas, ostracismo, exilio y represión sistemática de todo intento de disidencia. Por eso la simulación, el escapismo y el abandono de posturas cívicas frente a los abusos son prácticas extendidas en nuestra sociedad.

Lejos de cumplir su propósito de crear un hombre nuevo al estilo guevariano —un hombre dispuesto a convertirse en una “máquina de matar” y  a entregarse absolutamente a la “construcción luminosa del socialismo”, según frases de aquella época de consignas, aventuras terroristas revolucionarias en otros países del continente y más allá— lo que ha logrado el proceso revolucionario cubano ha sido crear, en sentido general, hombres y mujeres centrados en darle a su vida un contenido pragmático, donde la solidaridad, el altruismo y la defensa de quienes son discriminados por luchar por los derechos de todos los cubanos no tienen cabida, como tampoco lo tienen las utopías  del gobierno. Esa desideologización va acompañada de la asunción de prácticas ajenas a valores ancestrales de nuestra sociedad, lo que ha provocado gran daño antropológico a nuestro país.

Esa conducta se debe, en gran parte, a que el proyecto propuesto por los comunistas  carece de credibilidad. No en balde el mismísimo Fidel Castro llegó a decirle a un periodista extranjero que ese sistema era inefectivo.

Esas actitudes me han recordado el sentimiento de frustración nacional existente en Cuba luego de la derrota del colonialismo español y al surgir nuestra república, debido a la imposición de la Enmienda Platt, porque tanto ese documento, como la imposición del Partido Comunista de Cuba (PCC) como fuerza única y superior de la sociedad, resultan ejemplos de la restricción a que ha estado sometida la soberanía del pueblo cubano en ambos momentos históricos.

¿Qué pretendía la Enmienda Platt?

La Enmienda Platt fue un antecedente funesto para la naciente república.

La intervención norteamericana evitó la prolongación de la guerra y con ello la pérdida de más vidas humanas y una mayor devastación económica, pero detrás de ella existían aviesas intenciones.

Es por eso que cuando el 21 de febrero de 1901 los delegados a la Asamblea Constituyente firmaron la Constitución —con la excepción de Salvador Cisneros Betancourt— el gobierno interventor ya trabajaba para extender su dominio sobre Cuba. En ese sentido la Enmienda Platt puede verse como un documento de proyección estratégica, tendente a continuar favoreciendo la penetración económica norteamericana  —que de hecho ya era muy significativa— pero, sobre todo, la cultural. Existen estudios que demuestran la existencia de planes para favorecer a la inmigración norteamericana y penetrar culturalmente en el país mediante diversas denominaciones de iglesias protestantes con el evidente propósito de limitar la influencia que ejercía la Iglesia Católica, la cual pasó de  ente reaccionario durante la colonia a una comunidad dirigida a fortalecer los valores de nuestra nación en la república. Es curioso que después de 1959 esas Iglesias han continuado aumentando su presencia.

La imposición de la Enmienda Platt constituyó una humillación para nuestro pueblo, el cual, de diversas maneras, expresó su inconformidad, pues con  ella los EE.UU se arrogaba el derecho de intervenir en el país y  obtener terrenos para instalar bases navales, entre otros beneficios.

Los constituyentistas de entonces se vieron ante el dilema de tener una república con soberanía limitada o continuar sufriendo la ocupación militar. Optaron por la primera opción.

Las cláusulas antidemocráticas del Proyecto de Constitución

El procedimiento usado por el gobierno de los EE.UU. tiene similitudes con el que ahora usan los comunistas cubanos para ratificar en el Proyecto de Constitución al PCC como único y fuerza dirigente superior de la sociedad. Ya los máximos dirigentes del país han dicho públicamente que el papel del partido comunista no está sometido a discusión, ¿entonces para qué van a convocar al referendo? ¿Acaso ese no es un proceder despótico, similar al usado por los norteamericanos con respecto a la Enmienda Platt?

En el caso del artículo 5 del Proyecto su pretendida imposición limita la soberanía de los cubanos al prohibirles agruparse en otros partidos políticos y presentar a la sociedad opciones alternativas a la que proponen los comunistas. No hay que olvidar que la membresía del PCC es muy inferior a la cantidad de cubanos con derecho al voto y que ese es un partido que jamás ha sido electo por el pueblo para ocupar ese lugar en elecciones multipartidistas y democráticas, sino que se erigió en fuerza suprema de la sociedad después de que Fidel Castro renegara de sus ideas democráticas y de las promesas que hizo al pueblo cubano al iniciar su lucha contra la dictadura de Batista. Se trata de una posición factual, carente de legitimidad.

Esa cláusula pétrea que se pretende imponer, unida a la que aparece en el artículo 3 del Proyecto, que señala que el socialismo y el sistema político y social revolucionario establecidos por la Constitución, son irrevocables, también anulan la voluntad soberana de las  futuras generaciones de cubanos. La Enmienda Platt rigió por unos 33 años, las cláusulas de los comunistas pretenden ser eternas.

117 años después de redactada la primera constitución de la república, la soberanía del pueblo sigue limitada, con el agravante de que ahora esa limitación no es impuesta por una potencia extranjera, sino por quienes llevan sesenta años en el poder sin ofrecer una esperanza creíble de mejoría y haciendo de la Patria un pedestal para sus beneficios y los de sus simpatizantes.

Es cierto que, a diferencia de los yanquis, van a someter a votación en referendo el texto definitivo de la Constitución el 24 de febrero del 2019, pero sabemos lo que pasará si no existe un efectivo control internacional sobre sus resultados. En cuestiones de soberanía, la historia de los cubanos se repite.