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La Habana y el peligro por todas partes

Cualquier transeúnte puede estar en peligro. Foto P. Chang

LA HABANA, Cuba. – “Parece que están esperando a que alguien se electrocute”, dice un señor que pasa y se detiene a observar cuando tomamos fotos a un amasijo de cables eléctricos que cuelga a la entrada de un edificio de viviendas en la Habana Vieja.

Llevan así más de dos años, casi sin ningún tipo de aislante que cubra los empalmes, pero la Empresa Eléctrica ni los gobiernos locales hacen caso de los reportes y quejas en aumento, mientras que los vecinos del lugar y los paseantes ya apenas reparan en algo que se ha vuelto habitual en cualquier lugar de la ciudad.

“Como los tanques de basura desbordados o los baches, son tantos que nadie los ve”, nos dice una vecina del edificio en peligro de derrumbe que hace esquina en las calles Águila y Dragones, en Centro Habana, donde todo el cableado eléctrico, en malas condiciones, está totalmente por fuera, bordeando paredes, puertas, obstaculizando escaleras hasta llegar a los relojes contadores, también a la intemperie.

Toda la zona se encuentra en la misma situación. Con excepción de los hoteles más importantes y edificios como el Capitolio, actual sede de la Asamblea Nacional, y el Gran Teatro de La Habana, recién restaurado, el resto de las edificaciones no escapa a semejante abandono y hay cables energizados dispersos por doquier, poniendo en peligro la vida de transeúntes y moradores.

“Llevamos más de diez años en esto, escribiendo a todas partes, y la respuesta es que la red soterrada es muy vieja, que la trifásica hay que conectarla de ese modo porque entonces cada vez que viene un apagón habría que volver a conectar todo y es más fácil tirar los cables por fuera, pero nosotros no vemos ningún cable colgando del hotel Manzana ni del Packard, los cables solo cuelgan en los edificios de nosotros”, se queja Aimé, una de las afectadas.

Librado, un vecino de las cercanías al hotel Sevilla, asegura que el problema es mucho más antiguo porque recuerda que a finales de los años 90 un anciano sufrió graves quemaduras al tropezar y enredarse con unos cables tirados en la acera y que daban electricidad a una vieja turbina trifásica y al motor de los ascensores del hotel.

“Se desmayó y cayó redondito pero solo salió con una quemadura en un pie (…), nadie nunca vino a quitar los cables, los mismos vecinos arreglamos aquello como pudimos, alguien hizo después una tendedera desde el poste y así estuvo hasta la última inundación (…), por eso yo digo que eso lo van a arreglar cuando se muera el primer turista achicharrado, entonces sí van a aparecer los materiales (…), uno tiene que estar todo el tiempo diciéndole a la gente: oye, cuidado, no pises ahí, o con un palo echando los cables para adentro, porque ni una tapa le ponen”, afirma Librado.

Según el ingeniero Dagoberto Galván, especialista de la Unión Eléctrica, actualmente se está trabajando en la modernización del sistema debido a que este se encuentra sobrecargado por causa del número creciente de hoteles, centros comerciales, restaurantes e instalaciones altamente consumidoras, algo que no fue debidamente calculado en los proyectos constructivos y que, de no hacerse, pudiera en algún momento afectar y hasta paralizar los servicios en el área, la más importante para el turismo en la capital.

“Esta zona de Prado casi todos los años queda bajo agua por ciclones, mareas altas, eso dificulta los trabajos y complejiza los proyectos, la solución rápida es hacer lo que estás viendo, sacar los cables por fuera hasta que exista otra solución pero es peligroso, está fuera de cualquier norma, más allá de que es chapucero (…), y no es algo solo de por aquí, toda la Habana Vieja, Diez de Octubre, varias zonas del Vedado, yo diría que toda la ciudad (…), y esa congestión, y además las soluciones no adecuadas, son la consecuencia de que aumente la posibilidad de incendios y que ocurra una tragedia”, explica el especialista.

No obstante, a no ser asociada a las nuevas estructuras hoteleras o a los proyectos que se ejecutan en la parte más visible y visitada del llamado Casco Histórico, es difícil dar con una brigada de técnicos electricistas atendiendo los reclamos de la población con soluciones duraderas, definitivas, que verdaderamente demuestren que la Habana es una ciudad para sus habitantes y no para forasteros a los que poco o nada importa lo que sucede traspasando los límites de sus habitaciones bien climatizadas y con almohadas a la carta o la piscina de “bordes infinitos”.

Los “festejos” por los 500 años de la urbe, más allá de las pancartas celebratorias anunciando restauraciones y nuevas obras para el turismo, al parecer no incluirá el arreglo de un sistema eléctrico prácticamente en ruinas en el sector de la vivienda, y que tiende a convertirse en parte de esa imagen ruinosa, caótica, que a muchos nos viene a la mente cuando pensamos en La Habana de hoy.