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La historia oculta de la Universidad de La Habana Cubanet

Universidad De La Habana (Archivo

LA HABANA, Cuba.- No todo lo ocurrido durante el año 1959 se conoce hoy. Las historias que suelen silenciarse, en aras de elevar el protagonismo de Fidel Castro, son muchas.

Una de ellas ocurrió en la Universidad de La Habana a partir del 1ro de enero, mientras Fidel andaba en lo suyo, sin acordarse dónde había nacido la Revolución cubana. Es un capítulo que demuestra, con pruebas fehacientes, cómo el tercer dictador de Cuba se acaparó de un triunfo que no era solo suyo, dejando fuera del juego a organizaciones guerrilleras y urbanas y partidos políticos, que habían luchado por el restablecimiento de nuestra democracia republicana.

En la prensa nacional, dedicada por entero a la propaganda dictatorial de Raúl castro, cuando se rememora sobre lo ocurrido en aquellos primeros meses no sólo se cuenta de forma somera, sino, sobre todo, haciendo ver que el triunfo era sólo del Movimiento 26 de Julio.

A partir del día primero de enero, Batista en retirada, unos cien estudiantes de la Universidad de La Habana, descontentos con lo que veían, se acuartelaron bien armados dentro de sus áreas, con Faure Chomón al frente, en espera de Fidel, quien ya se autoproclamaba comandante en jefe de la Revolución.

Exigían los estudiantes que se reanudara el espíritu democrático y liberal por lo que se había iniciado la lucha contra Batista en cada una de aquellas facultades de altos estudios y recordaban además que, amnistiado Fidel, lo primero que había hecho el 16 de mayo de 1955, al salir de prisión, fue ofrecer un mitin junto a los universitarios en presencia de José A. Echeverría.

¿No era lógico pues, dar prioridad a la Universidad, cerrada desde 1956?

¿Cómo serían los sentimientos de aquellos estudiantes al ver que el líder guerrillero pronunciara su primer discurso en La Habana el día 8 de enero, no donde había nacido la Revolución sino en el ex campamento batistiano de Columbia, y que al referirse a los universitarios reprochara su aptitud con las famosas palabras “¿armas para qué?”, increpando a Faure Chomón, jefe del Directorio Revolucionario 13 de marzo?

¿Acaso habían estado también los estudiantes en contra de los acuerdos secretos entre Fidel Castro, el general Cantillo Lumpuy y el coronel Rego para finalizar la guerra?

¿Qué habrían pensado cuando el 16 de enero prefirió hacer acto de presencia ante la tumba del líder ortodoxo Eduardo Chibás, donde declaró que no era comunista, que luego ofreciera un acto político en el Palacio Presidencial, otro en la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y, por último, compartiera con los periodistas del periódico Revolución y de Prensa Latina?

El 23 de enero, aún cerrada la Universidad, partió Fidel hacia Venezuela, se reunió con los comunistas caraqueños y el poeta chileno Pablo Neruda para anunciar elecciones en dos años. Poco después, el 15 de abril, viajó a Estados Unidos, se reunió con estudiantes de la Universidad de Columbia, luego siguió a Canadá y por último a Buenos Aires, Río de Janeiro y Montevideo

Ya en el mes de junio, se abrían al fin las puertas de la Universidad.

El escenario no pudo ser más penoso: Rodeado en todo momento de su numerosa escolta armada hasta los dientes, junto a su hermano, ministro de las Fuerzas Armadas, y una nutrida comitiva gubernamental, Fidel expresó la necesidad de abrir la Universidad de nuevo porque “había  pasado demasiado tiempo sin empezar las clases”.

No explicó su demora en llegar.

Simplemente esperaba el momento propicio para dar un golpe mortal a la autonomía universitaria, despojar de sus derechos a los estudiantes, encarcelar injustamente a Pedro Luis Boitel, muerto en una huelga de hambre años más tarde, opuesto a que la Universidad fuera vestida de verde olivo, dominada por una dictadura militar.

El 7 de enero de 1959, a la semana del triunfo, Fidel legalizaba el totalitarismo cubano y echaba por la borda a la República y a su Constitución, por las que se había luchado.

¿Hubiera sido distinto con una invasión de los marines de Estados Unidos en aquellos momentos, puesto que en Washington ya se sabía que Castro no era el hombre indicado para la democracia cubana?