Inicio Cuba “La mitad de mi salario va para la cuidadora”

“La mitad de mi salario va para la cuidadora”

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VILLA CLARA, Cuba.- La sala de la casa de Cecilia es bastante amplia. En una esquina hay dispuesta una caja plástica llena de juguetes, un tobogán en el patio trasero totalmente pavimentado y un baño exclusivo con un inodoro y un lavabo minúsculos. En una taquilla se guardan toallas personalizadas, los cepillos de dientes, y las bandejas de colores con los nombres de cada niño o niña matriculados en su guardería particular.

El cuarto en el que duermen la siesta los menores está climatizado con un Split de una tonelada, y las paredes están ambientadas con pegatinas de dibujos animados foráneos. “Si quieres montar un negocio, tienes que tener las condiciones óptimas”, comenta esta educadora retirada del circuito de los círculos infantiles.

Hasta la fecha, Cecilia Treto dice haber cuidado allí más de cien niños y niñas a lo largo de siete años. “Ahora, con la pandemia, no vamos a aceptar más de ocho, aunque perdamos dinero”, afirma. A instancias de la Dirección Municipal de Trabajo, Cecilia está catalogada como “asistente infantil”, debe abonar 20 pesos mensuales por la licencia, y “mantener las condiciones higiénico sanitarias pertinentes para el cuidado de menores”, porque puede ser visitada frecuentemente por inspectores.

“Yo empecé cuando los círculos eran círculos de verdad”, asegura ella. “Cuando vino el período especial la cosa se puso muy mala, no había condiciones para los niños y eso me daba un dolor tremendo. Los juguetes lindos que habían, aquellos de donación, se rompieron y no hubo cómo reponerlos. Recuerdo que tuvimos que inventar muñecas y carritos con tubos de desodorante. La hora del almuerzo y la merienda era lo más difícil. A veces, la leche llegaba cortada, por la falta de refrigeración, y se sustituía por refresco instantáneo, y el pan muy duro, casi incomible. Además, tenías que lavarlos con agua fría si se orinaban. Ya no se trataba de calidad humana, es que no tenías con qué trabajar mejor. Con el tiempo, muchas compañeras nos fuimos de allí y montamos estos negocios por cuenta propia”.

De acuerdo con cifras publicadas en la prensa oficialista el pasado año, en el país hay construidos 1 122 círculos infantiles, pero solamente se encuentran abiertos 1 085, porque 37 de ellos sufren problemas constructivos. Hace ocho meses, Cubadebate afirmó que habían aumentado a 638 la capacidad de los círculos en el país, cifra ínfima que no se corresponde con la actual necesidad de las madres cubanas. En Villa Clara solamente existen 62 de estas instituciones y una necesidad de más de 100 docentes para cubrir la matrícula, según datos oficiales.

Si bien los propios medios estales han reconocido que las guarderías particulares surgieron para paliar la crisis existente, y que se han otorgado más de 2 mil licencias en el país, los reportajes publicados al respecto apuntan a que “muchas veces carecen del personal calificado para el trabajo con los pequeños de la primera infancia” o que los niños que asisten a estos lugares llegan con menor preparación al grado prescolar. La rutina diaria de Lourdes Delgado, asistente infantil de uno de los también llamados “cuidos” en Santa Clara, contradice el criterio de los medios oficiales. En su negocio también tiene empleadas a una logopeda y a una antigua auxiliar pedagógica de nivel primario.

“Todos los días lo primero que hacen los niños es la gimnasia matutina. Cada uno tiene un expediente en el que anotamos su evolución. Les enseñamos las figuras geométricas, los colores, algunos salen de aquí hasta escribiendo sus nombres antes de tiempo. Mi esposo y yo hemos viajado y les garantizamos juegos didácticos que no se encuentran en Cuba. Solo les permitimos una hora de televisión diaria. La mayoría de las veces, en los círculos infantiles, las maestras no les dan un trato personalizado a cada niño, como hacemos nosotros”.

A pesar de que las condiciones estructurales, humanas y materiales de las guarderías particulares sobrepasan con creces a las de los jardines estatales, muchas madres cubanas no pueden permitirse el pago de 10, 20 y hasta 30 CUC por la matrícula de sus hijos en estos lugares. Patricia Bermúdez es una madre divorciada que solamente gana 395 pesos mensuales como técnico de recursos humanos en una empresa. Para pagar el “cuido” de sus dos niños pasa la noche elaborando pudines de pan para vender en su propio centro de trabajo.

“Me han dicho que se priorizan a las madres con dos hijos, pero no me ha llegado nada todavía. Una amiga me dijo que el círculo se puede resolver por la izquierda, pagando bastante dinero o con una palanca. Además, después tienes más posibilidades de que te asignen un seminternado cuando empiecen prescolar”.

Según las madres entrevistadas, en la mayoría de las guarderías particulares exigen, además de los 250 pesos mensuales, un tubo de pasta dental cada dos o tres meses, papel sanitario o toallas húmedas, pañales desechables para la hora de la siesta y el almuerzo diario cocinado, o bien una asignación de granos, huevos y cárnicos para ser preparados por la propia cuidadora, aunque no está permitido a instancias legales que sean ellas quienes elaboren los alimentos.

El almuerzo de un círculo infantil cubano está compuesto, generalmente, por arroz, sopa y algún plato fuerte como huevo o embutido. También puede incluir algún postre y un vaso de leche o yogurt. “Algunos aprenden a comer de todo, hasta piedra”, dice Yamilka, ex auxiliar de una de estas instituciones que se pasó al sector privado para mejorar económicamente. “Otros son más melindrosos y tienes que obligarlos. Es lógico, porque la comida casi no tiene sazón. Si te digo la verdad, muchas madres han sacado a los niños de los círculos y se los han llevado para un cuido. Eso lo viví en carne propia. Está visto y comprobado que las cosas privadas siempre tendrán mejores condiciones que las estatales. Los privilegios cuestan”.

El círculo también se compra

Los propios medios oficialistas han reconocido que la disminución de las plazas para madres trabajadoras y el deterioro administrativo y del personal pedagógico de los círculos infantiles ha contribuido en los últimos años a la proliferación de las guarderías privadas.

La diáspora de educadoras hacia el negocio cuentapropista ha sido uno de los detonantes de que la demanda supere con creces a la oferta disponible. Para tener el acceso a un círculo infantil en Cuba, las madres deben llenar una planilla de solicitud desde el mismo centro laboral y mantenerse a la espera de que el caso sea evaluado y asignado de acuerdo a la capacidad de cada municipio.

Para que el infante sea acogido debe saber caminar, tener más de 11 meses y, una vez admitido, las familias deben abonar cerca de 40 pesos mensuales en dependencia del porcentaje salarial que se perciba por cada padre o tutor. Las trabajadoras de los sectores de Salud y Educación se supone que sean las priorizadas para el otorgamiento de dichas plazas.

Sin embargo, una madre santaclareña que pide el anonimato y que trabaja como dependienta en una unidad gastronómica con un salario de menos de 500 pesos asegura que recientemente le propusieron “comprar la entrada” de su hija al círculo infantil. Según revela, le dijeron que podía costar entre 100 o 150 CUC, porque había que repartirlo entre varios actores del proceso.

Tras el confinamiento, la mayoría de las madres cubanas debieron quedarse en casa al cuidado de sus hijos. Algunas, percibieron solo el 60 por ciento de su salario mensual. Inés María, enfermera de un consultorio, ha esperado por un año a que le den una respuesta convincente sobre el caso de su hija, que también asiste a una guardería particular. Durante estos tres meses tuvo que dejar el trabajo para quedarse en casa a tiempo completo.

“La última vez que fui a quejarme me dijeron que, aunque estoy en la lista, primero tenían que priorizar a unas madres que forman parte del personal de limpieza de salud pública, porque eso era imprescindible. No discrimino a las limpiapisos, pero ¿cómo me van a decir que siga esperando? Prácticamente me quedo a fin de mes con menos de 300 pesos para vivir. La mitad de mi salario va para la cuidadora. Estoy trabajando para que cuiden a mi niña”.

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