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La revolución de Margaret Randall se fue a bolina Cubanet

Margaret Randall (lajiribilla.cu)

LA HABANA, Cuba.- La escritora norteamericana Margaret Randall vivió en Cuba entre 1969 y 1979. Su estancia en nuestro país le permitió escribir un libro en el año 2009 con sus memorias titulado: “Cambiar el mundo; Mis años en Cuba”.

Dicho libro, polémico por su enfoque político, fue publicado por Ediciones Matanzas en el año 2016.

El libro de Margaret Randall contiene puntos de vista contradictorios en numerosos aspectos, producto de su enfoque sobre la Cuba socialista en las primeras décadas del régimen y la visión que actual que tiene del país.

Reconozcamos ante todo la honestidad en sus planteamientos. Muchos problemas sociales y políticos que no vislumbró o pasó por alto cuando residía en Cuba, son examinados hoy con espíritu crítico. Aun así mantiene posiciones favorables al gobierno castrista y sobre los llamados “logros de la Revolución”.

Señalaré algunos ejemplos tomados al azar que demuestran esta ambivalencia, aunque una lectura total de la obra servirá de mayor comprensión al análisis aquí efectuado.

En la página 41 dice: “La prensa revolucionaria era un desastre, Granma, el órgano oficial del Partido Comunista, pintaba al enemigo norteamericano con adjetivos exagerados. Sin ningún matiz en absoluto. Los panfletos monótonos de los escritorzuelos del Partido se reproducían palabra por palabra…” Y agrega después: “…Cuando les preguntaban a los cubanos que pensaban del periódico, la mayoría se reía y levantaba las manos en el aire. Nadie fingía pensar que era interesante. Al mismo tiempo la gente parecía perdonar cierta llaneza o falta de opiniones contrapuestas…” Estos argumentos son enfatizados después en el tópico: Una prensa deficiente”.

Hace referencia también a la época en que impartió talleres de poesía a los prisioneros políticos del Combinado del Este. Expone: “El gobierno cubano proclama que la libertad de disentir es permitida y protegida, y solo cuando alguien comete un crimen a cuenta de sus creencias políticas, se presentan cargos que pueden conducir a un juicio, condena y encarcelamiento. Sin embargo ha habido suficientes ejemplos de encarcelamiento de quienes se han pronunciado en contra de la política del gobierno, que ponen en tela de juicio tal argumento”.

Margaret Randall dedica el capítulo once al llamado “Quinquenio Gris”. Aborda varias situaciones ocurridas entre finales de los sesenta y la segunda mitad de los de los setenta. Cita la persecución contra los católicos, protestantes y creyentes de las religiones afrocubanas, la represión a los homosexuales, las UMAP y los encarcelamientos contra los que protestaban por la violación de los derechos humanos.

Sale a relucir el Caso Padilla y comenta respecto al alegato de disculpa de este escritor: “…Mirando ahora hacia el pasado, debí haberme dado cuenta de que alguien en su posición hubiese dicho cualquier cosa que le indicaran (…) entró en el juego lo mejor que pudo hasta poder salirse por completo…”

El capítulo trece, denominado Cuestión de Poder, se refiere a la libertad de expresión y comunicación. Aquí dice: “La Internet también nos trae un mensaje sobre el poder. Establece una diferencia entre aquellos que tienen acceso a las computadoras y aquellos que todavía se pasan la información de boca en boca, o aquellos para quien la radio sigue siendo un lujo…” Y culmina su idea al decirnos: “…Cuando escribo esto me recuerdan que solo un reducido número de intelectuales e investigadores cubanos tiene acceso a Internet, lo que ha mantenido a la mayoría de los cubanos aislados del mundo moderno, algo contraproducente y peligroso , a mi modo de ver.”

Estos apuntes, entresacados de otros tantos, confunden la posición ideológica profesada por la señora Randall. ¿Cómo es posible que alguien que detecte tantos problemas de fondo en un sistema político considere que aun es positivo? ¿No entiende tan lúcida intelectual que el sistema socialista cubano no tiene arreglo de ningún tipo?

No sé qué pensará ella del enfoque político expresado recientemente por el vicepresidente Díaz-Canel ante cuadros del Partido Comunista. Sus palabras desmienten con claridad que haya intenciones de reforma.

¿Qué más necesitará Margaret Randall para que logre entender que esa utópica Revolución que ella conoció hace mucho se fue a bolina?