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La soga cada día más apretada

Foto Cubasi

LA HABANA, Cuba.- Las permutas, donaciones, compraventa y acciones de construcción en las viviendas, cuartos, habitaciones y locales ubicadas en los polos turísticos, notablemente Varadero, La Habana Vieja y Centro Habana, serán autorizadas por el Ministerio del Turismo (MINTUR), según la Resolución Conjunta No. 01/2018 de ese organismo y los ministerios de la Construcción (MICONS) y el Instituto de Planificación Física, publicada en la Gaceta Oficial Extraordinaria No 37, el 24 de julio.

Las restricciones después de 1959 han abarcado los lugares donde residen y vacacionan los dirigentes bajo diversas denominaciones, y se ampliaron con la Ley General de la Vivienda No. 65 de 1988, modificada por el Decreto-Ley No. 322 de 2014, y el Decreto-Ley No. 331, que fija dentro de las zonas de desarrollo económico las de alta significación para el turismo. En la Resolución Conjunta No. 01/2018, se aduce además que una de las reglas que tiene presente el delegado del MINTUR en la región correspondiente es “mantener el equilibrio de la población residente y evitar su incremento”. En Varadero y las playas del este de La Habana existe la prohibición de asentamiento desde hace decenios.

En cuanto a La Habana Vieja y Centro Habana, las autorizaciones de permuta, donación y compraventa de viviendas “se tramitan conforme a la legislación específica” para estas áreas, según el artículo Nuevas reglas sobre la vivienda en zonas de alta significación para el turismo, de Juventud Rebelde, publicado el 31 de julio. La baja capacidad hotelera y de servicios, en momentos cuando el gobierno determinó que el turismo sería “la locomotora de la economía” (término no original cubano), la ampliación de las categorías autorizadas al trabajo por cuenta propia, y la autorización a la compra-venta de una vivienda y una casa de veraneo por cada propietario en 2011, facilitaron el auge de la renta de habitaciones, restaurantes, paladares,  gimnasios, y otros servicios. Incluso en las muy controladas zonas de La Habana florecieron estos negocios, debido a los altos precios de los hoteles y establecimientos estatales, y la gran afluencia de visitantes de Estados Unidos.

Fidel Castro permitió el turismo, fundamentalmente de los países socialistas europeos en la década de 1980, y por la crisis económica de los años 90 autorizó el impulso de este sector mediante la empresa Gaviota, de las Fuerzas Armada, que alcanzó un total de 600 000 turistas. El primer emprendimiento con un socio extranjero fue el hotel Meliá Sol Palmera de Varadero, inaugurado en 1990.

Sin embargo, el Cuba rush se ha disipado, influido por el inmovilismo gubernamental cubano y la política de Donald Trump. En 2017 se recibieron 4,7 millones de visitantes, de ellos 619 777 estadounidenses, y el MINTUR aspiraba incrementarlo a 5 millones en 2018. En el primer semestre, el gobierno reconoció el descenso en un 6,5% respecto a igual período del año anterior, para un total de 2.5 millones, alrededor de 150 000 estadounidenses menos, por lo que resulta improbable que se logre la cifra proyectada, incluyendo la temporada alta de noviembre y diciembre. Probablemente el descenso haya sido mayor, teniendo en cuenta que el presidente Miguel Díaz-Canel informó, entre las causas de la tensa situación en las finanzas externas, sin dar cifras, las afectaciones a los ingresos previstos en el turismo, el pasado 22 de julio en la Asamblea Nacional. Canadá, Alemania y España son los principales emisores de visitantes.

La repercusión positiva de la apertura a los cuentrapropistas para el desarrollo local y la economía se constata en Trinidad, villa colonial preservada por sus habitantes, que fue reconocida como Ciudad Artesanal del Mundo por el Consejo Mundial de Artesanía, al integrar un grupo de solo 30 lugares en el planeta, según reportó el noticiero de la televisión cubana el 31 de julio.

Por otra parte, el incremento del control sobre la compra-venta de viviendas podría tener el propósito de limitar las inversiones de los cubanoamericanos y extranjeros que adquieren los inmuebles y abren negocios a través de familiares y socios residentes en el pequeño archipiélago.  Los precios de las propiedades, los costos de remodelación y equipamiento, resultan imposibles de cubrir con esfuerzo propio por la mayoría de los cubanos. Las donaciones también se han utilizado con esos fines.

¡Prepárate para lo que viene!, decían muchos cubanos al llegar el nuevo presidente. Apenas 100 días después de ascender Miguel Díaz-Canel, comentan disgustados que no se equivocaron, porque fue para peor. Los cubanos han constatado que Díaz-Canel reforzó las prohibiciones con una batería de resoluciones y leyes que redactó mientras se afianzaba como primer vicepresidente