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La tortura del cubano: pocos productos y altos precios

Jamón pierna prensado (foto del autor)

LA HABANA, Cuba. – El desabastecimiento de productos alimenticios, en particular de los cárnicos, ya dejó de ser noticia en Cuba. De forma constante el ciudadano promedio corre de un lado a otro tratando de conseguir “algo” para cocinar. Los que tienen un poco más de recursos acuden al mercado negro aunque tengan vaciar su bolsillo.

Una persona conocida del municipio Güira de Melena en la provincia de Artemisa contaba que, en menos de dos meses, la libra de bistec de carne de cerdo había subido de 50 a 75 pesos en moneda nacional, a un ritmo de cinco por semana.

Para alcanzar las cantidades necesarias de ganado porcino habría que incentivar a los productores, pero en estos momentos el sistema impositivo no permite que se desarrolle el sector de los campesinos privados, aun cuando sea harto conocido que la fórmula estatal no funciona. Según mis propios cálculos más del 40 por ciento de los ingresos netos de los productores va a parar a manos del Estado en forma de impuesto.

Sin embargo, lo que se produce de forma estatal no alcanza. Habría que recordar que cerca del 80 por ciento de las tierras agrícolas están en manos del gobierno, que cuenta con casi 800 mil trabajadores.

No obstante, este aumento en el precio de la carne de cerdo indica una posible devaluación del peso cubano, aunque las Casas de Cambio (Cadeca) mantengan el mismo tipo de cambio hasta hoy.

Cualquier trabajador que antes compraba una libra de carne de cerdo por 50 pesos en moneda nacional, ahora tiene que añadir 25 más, lo que representa obviamente una disminución de su poder adquisitivo.

Si la economía cubana funcionara de acuerdo con las “leyes” financieras establecidas, la tasa de cambio en las llamadas Cadecas debería adaptarse al alza de los precios. No obstante, la dictadura es sorda a cualquier aviso que la saque de su rutina.

Cuando se recorren diferentes mercados, ya sean de productos agropecuarios o industriales, uno se percata de que los precios han subido en todos los alimentos, sean de venta estatal o privada. En la mayoría de los casos son prohibitivos para el bolsillo de los cubanos de a pie, los que no reciben remesas ni tienen más ingresos que su salario.

A pesar de eso, el Estado no toma soluciones que acaben con el problema, por el contrario le da vueltas a la noria. Ahora ha concentrado algunos productos cárnicos en diferentes mercados con el fin de mantener puntos abastecidos y de ahorrar el combustible que implica trasladar la mercancía a los diferentes municipios.

Atún lomo en tienda 5ta y 42 (foto del autor)

Las soluciones son aberrantes y llevan implícitas varias formas de venta, todas controladas. Por ejemplo, la modalidad de entrega de tickets en las colas es común en la tienda El Palco, conocida por la gran afluencia de diplomáticos y extranjeros.

Estas situaciones despiertan la inventiva de los cubanos, sobre todo de aquellos que no quieren trabajar para el Estado y prefieren vivir de los “negocios” que, a su vez, terminan imponiendo altos precios especulativos.

Lo que sí no se puede entender es la inactividad estatal ante problemas que requieren la aplicación de soluciones dinámicas y no de volver sobre lo mismo: la prudencia y la cautela montadas sobre una jicotea. De ninguna forma las autoridades quieren desatar el nudo gordiano que hay en la economía y que fue establecido en los “Lineamientos del Partido Comunista”.

Hay que decir que el régimen no tiene deseos de mejorar la situación precaria en la que vive nuestra sociedad. Todo lo resuelve con el discurso del incremento de la agresividad del actual gobierno de los Estados Unidos de América y en particular con la cantaleta sobre la aplicación del Título III de la Ley Helms-Burton que aún no ha tenido consecuencias concretas, aunque ha activado el efecto dominó en las inversiones.

El inmovilismo y la inercia con los que el gobierno asume la actual situación financiera del país sugieren que vendrán tiempos muy difíciles para el pueblo de Cuba. Pero lo más triste es que los dirigentes cubanos conocen muy bien cuáles son las soluciones y cuán necesaria resulta una verdadera reestructuración de la economía, que permita recuperar la viabilidad financiera.

¡Ah!… Pero esas medidas se acercarían demasiado al capitalismo.