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Las dos cumbres de Lima

Rodrigo Malmierca y Bruno Rodríguez, en la Cumbre de Lima (cubadebate.cu)

GUANTÁNAMO, Cuba.- Es una práctica de la prensa oficialista cubana reflejar los acontecimientos internacionales según sus intereses. La verdad  importa poco pues el objetivo de esa prensa es meramente ideológico.

La VIII Cumbre de las Américas que acaba de concluir en Lima, Perú, no fue una excepción.

Si nos guiamos por la edición dominical de Juventud Rebelde, órgano oficial de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), “la postura indoblegable de Cuba” destacó en dicho evento, el cual, según Marina Menéndez Quintero, enviada especial de dicho órgano, fue “un concierto a ratos monocorde”. Comparando ambas frases no hay dudas de que la intención es hacer creer a los lectores  que la mayoría de los mandatarios asistentes a la Cumbre son personas sometidas a los yanquis, vende patrias, etc, y que los únicos patriotas son los dirigentes cubanos. Si la única voz discordante es la de Cuba eso sugiere que todos los demás países están equivocados y que el gobierno castrista es el único que tiene dignidad.

Pero no ha sido publicado por la prensa oficialista un solo trabajo donde se reflejen las opiniones  de esos mandatarios con respecto al tema central de la cumbre y a la postura política del gobierno cubano, la cual, dicha sea de paso, no sólo es cuestionada en la América Latina sino en gran parte del mundo.

El órgano de la UJC reprodujo el discurso del canciller Bruno Rodríguez Parrilla, alocución donde apenas se refirió al tema de la cumbre —la corrupción y la gobernabilidad democrática— ni a la galopante corrupción que permea a toda la sociedad cubana, ni al carácter marcadamente antidemocrático de su sistema electoral. El periódico reprodujo la réplica del canciller a la intervención del vicepresidente estadounidense Mike Pence, pero, ¡oh maravilla de su objetividad!, no publicó el discurso del dignatario, así que los cubanos que no pueden acceder a Internet tienen que imaginar textos y contextos.

Al menos el Granma de este lunes fue algo más “objetivo” y publicó algunos fragmentos del discurso de Pence. Eso sí, en sus páginas 2 y 3 publicó un extenso artículo de su enviada especial Yisell Rodríguez Milán, titulado “Quince preguntas y respuestas sobre lo que pasó con Cuba en Perú”, centrado en justificar el carácter virulento e incivilizado de la delegación castrista y en tratar de presentar esa actitud como todo un éxito.

Pero seguramente quienes hayan seguido la Cumbre en diferentes medios de comunicación tendrán una visión menos optimista. Ellos podrán constatar si Yisell dice toda la verdad o la manipula.

Y aunque hubiera publicado  la verdad es totalmente injustificable que en pleno siglo XXI se agreda física y verbalmente a otro ser humano —y coarten sus derechos— sólo porque no comulga con las ideas de quienes lo agreden y lo discriminan precisamente por eso. Esa conducta típicamente fascista es la que defiende el castrismo desde que asumió el poder y viola el artículo 1 de la Constitución de la República de Cuba, donde se define a nuestro país como una república unitaria y democrática. También vulnera el ideal martiano que pensó a Cuba como una república con todos y para el bien de todos.

Me gustaría que esta periodista escribiera sobre en qué lugar del pensamiento martiano tiene respaldo esa exclusión que hoy sufren todos los opositores pacíficos cubanos. Iría más lejos y le pediría que respondiera en cuál de los postulados programáticos de lo que un día fue una revolución esperanzadora halla sustento esa exclusión que el castrismo practica y ella apoya.

Eso es lo que me hubiera gustado que la delegación norteña le espetara en pleno rostro a Bruno Rodríguez Parrilla, quien tuvo la desvergüenza de declarar  que el partido comunista cubano es el mismo partido creado por Martí.

Pero Yisell sí mintió al afirmar  que en Lima no hubo golpes ni agresiones. Para afirmar eso habría que desconocer los ataques virulentos que sufrieron Rosa María Payá, y otros miembros de la delegación independiente cubana, entre ellos tres jóvenes que fueron perseguidos en las calles de Lima por miembros de la delegación castrista con el objetivo de golpearlos e impedir que se acreditaran en el evento. Para ella tampoco fueron agresivos los gritos y los vituperios que la chusma oficialista les endilgó a esos hermanos, ni impedirles que hablaran y expusieran sus ideas como a ellos se les permitió, incluso, hasta cuando violentaron el orden de las reuniones.

El caso es que esos castristas creen que el vituperio, la amenaza, los golpes y la imposición forzosa de su ideología conforman una conducta normal, incluso en los países democráticos. De ahí el desencanto de los que quisieron quitar una valla ubicada en la ciudad y fueron advertidos por la policía de que si lo hacían irían presos. En realidad  están incapacitados para un debate civilizado porque el único lenguaje que aceptan es el de la violencia. Ese es el verdadero rostro de la juventud comunista cubana, la Federación Estudiantil Universitaria y el partido único.

La falta de objetividad del Granma este lunes llegó al extremo de tratar de ridiculizar al senador Marco Rubio, al afirmar que no quiso responder la pregunta que le hizo sobre su vinculación con la Asociación Nacional del Rifle, cuando lo cierto es que sí  respondió  de forma contundente al afirmar que ese tipo de preguntas y cuestionamientos se lo hacían diariamente la prensa y los ciudadanos de su país, una prensa libre, que no es precisamente la que Granma representa.

Por supuesto que esa prensa tampoco publicó absolutamente nada sobre la concentración que se realizó en Lima para respaldar a la delegación independiente cubana y donde miles de peruanos y otros participantes clamaron por el restablecimiento de la democracia y los derechos civiles y políticos en nuestro país. Nada, que si nos guiamos por Granma y Juventud Rebelde, en Lima hubo una cumbre bien distinta a la que se realizó.