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Las mentiras del diablo comunista

Miguel Díaz-Canel (Foto Reuters)

LA HABANA, Cuba. – De las promesas de bienestar del diabólico gobierno comunista nunca hay que fiarse, pues llevan 60 años pidiéndonos sacrificios a cambio de una prosperidad que nunca llega ni llegará. Con sus mentiras tratan de crearnos falsas expectativas. Un ejemplo de esto lo tuvimos en el balance anual del Ministerio de la Industria Alimenticia, cuando el presidente Díaz-Canel manifestó: “Es preciso lograr un incremento sostenido de todas las producciones lácteas, cárnicas, en conservas, confiteras. Hay que pensar en el mercado interno, en todo lo que se necesita. No les puede faltar sensibilidad con los problemas de la gente, debe molestarles que las cosas no estén bien, o estén detenidas”.

Quienes seguimos las incidencias de dicho encuentro (20 de marzo) fuimos víctimas de las mentiras y las falsas esperanzas que pretendían enmascarar la inminente crisis alimentaria, cuando en el titular de Granma “Que el incremento sostenido de todas las producciones y la calidad marquen el rumbo” se informaba a la población que “para incrementar la producción de alimentos las estrategias planteadas pretendían incorporar nuevos productos normados pero no subsidiados en las bodegas, diseñar productos destinados a los adultos mayores de 65, aumentar y diversificar los surtidos para la población con enfermedades de regímenes especiales, y crecer en la utilización de los subproductos de la industria, así como transformar los embutidos de la canasta familiar normada (se refiere a una mortadela de pésima calidad) en productos de mayor aceptación”.

Pocos días transcurrieron para que desaparecieran de las bodegas (y otros establecimientos similares que venden en moneda nacional) los escasos productos no subsidiados que esporádicamente aparecían, como arroz, frijoles, harina de maíz, embutidos, queso, granos, conservas y condimentos de las mini industrias locales. También las pescaderías dejaron de vender productos del mar y aún esperamos por los alimentos anunciados en la reunión del 20 de marzo.

En estos días difíciles de un segundo “período de hambre” en que los cubanos nos enfrentamos a una crisis nutricional grave, son los niños, enfermos y ancianos los más afectados por la escasez generalizada de alimentos y medicamentos, mientras la dirigencia, apoyada por sus medios de comunicación, ha montado todo un show para exportar una imagen de desarrollo que no refleja la realidad. Para ello programan constantes recorridos a “objetivos económicos”, donde tratan de engañar con sus poses de benefactores y sus palabritas rebuscadas. “En este país podemos hacer lo que nos propongamos. Tenemos inteligencia suficiente y el potencial humano y material necesario para enfrentar cualquier tarea, por compleja que esta sea”, dijo Díaz-Canel en su recorrido por industrias y empresas de Villa Clara.

Al comentar este titular del Granma me dice un joven amigo: “¿Y entonces que pasó? ¿Por qué no hay comida? Y cuando traen algo es insuficiente. Mi mamá ha recorrido las tiendas en busca de jabón, pasta dental, detergente líquido, pero no encontró. Fue a la shopping y tampoco había. La escasez es general”.

El 12 de abril, en la reunión de las Comisiones Permanentes de Trabajo de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), al referirse al asunto de la Seguridad Alimentaria, Díaz-Canel afirmó, entre otras cosas, que para lograr soberanía alimentaria hay que apostar por las producciones nacionales y romper con la mentalidad importadora, ahorrar recursos y poner fin a los actos de corrupción y a las ilegalidades (algo muy arraigado en nuestros funcionarios). Aunque como es lógico no faltó la acostumbrada coletilla: “Ante las carencias por la falta de financiamiento y recursos, propiciados fundamentalmente por el recrudecimiento del bloqueo de Estados Unidos, en lugar de lamentarnos hay que apelar a las reservas de inteligencia que tenemos”.

Pero de la venta directa e ininterrumpida al turismo de viandas, frutas, cereales, vegetales y carne, no se dijo ni pío. Tampoco se mencionó el hecho de que para actividades políticas, eventos internacionales y propaganda no falta el dinero. Como sucede siempre en estos mal llamados debates, los obedientes delegados, como buenos siervos, acatan la voz del amo.