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Las quejas se hacen públicas, pero todo sigue igual Cubanet

Clientes fuera de la tienda Maisí (Foto: Ana León)

LA HABANA, Cuba.- Incontables son las quejas de los ciudadanos cubanos contra el mal funcionamiento de las Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD). Recientemente, CubaNet publicó un artículo acerca de la falta de higiene en dichas instalaciones, y en varias oportunidades los medios oficiales de prensa se han hecho eco de las inconformidades de los clientes ante el mal servicio de los empleados estatales.

Cuando estos hechos se publican, el pueblo adquiere la falsa noción de que se está fomentando un estado de opinión y que, eventualmente, los problemas denunciados serán resueltos. Pero la realidad es que en el sector estatal todo el mundo hace lo que se le antoja, en perjuicio de los clientes. Bajo la excusa de que los salarios son bajos, las condiciones de trabajo paupérrimas y el derecho a descansar los domingos, varias tiendas cierran arbitrariamente antes de la hora estipulada, dejando a los potenciales compradores perplejos, sin saber a cuál otro mercado dirigirse, porque lo que necesitan está precisamente en el que acaba de cerrar.

Un suceso similar ocurrió este fin de semana en la tienda Maisí, del municipio Centro Habana. A pesar de que el horario de cierre es a las 2:00 p.m., los empleados acordaron terminar una hora antes y así lo hicieron, sin ofrecer una explicación educada y razonable a los disgustados clientes, imposibilitados de hacer cualquier reclamo debido a que la empleada que custodia el guardabolsos les dio la noticia por el resquicio de la puerta entreabierta, negándoles cualquier oportunidad de quejarse antes las instancias administrativas.

Horario de la tienda Maisí (Foto: Ana León)

“Van a fumigar”, espetó débil y secamente ante la insistencia de una clienta que necesitaba comprar pechuga de pollo, un producto que solo había en ese mercado. La justificación era totalmente falsa, pues los domingos es el día de descanso de los trabajadores de la Campaña Antivectorial. Incluso si la información hubiera sido cierta, está reglamentado que en los centros laborales la fumigación se realice a partir de las 2:00 p.m. El deber de la administración de la tienda Maisí habría sido terminar su horario de servicio dominical y luego poner el establecimiento a disposición de los fumigadores, sin afectar a la población.

Los empleados mintieron sin vergüenza, ni considerar que muchas personas aprovechan sábado y domingo para comprar lo que necesitan porque trabajan de lunes a viernes. La obligación de salir de compras durante jornadas que deberían emplearse para el reposo y la recreación es, por sí sola, una infortunada circunstancia de alcance nacional. Largas colas, discusiones porque los productos en venta no alcanzan, y el horrible encarecimiento de todo, son males suficientes para tener que agregarles el trato abusivo de quienes no se atreven a manifestar su descontento al Gobierno, pero aprovechan la ausencia de los jefes cada domingo para perjudicar a los compradores.

Quienes no pudieron adquirir sus provisiones en el mercado Maisí, apuraron el paso hasta la tienda localizada en San Lázaro e Infanta, en cuyas neveras solo quedaban magros paquetes de muslitos de pollo —preparados y pesados a conveniencia del personal de la entidad— y tres tubos de picadillo de pavo. En ese pequeño espacio, obstruido por la incapacidad organizativa de los militares y las neveras más remendadas de todo Centro Habana, decenas de cubanos se dieron a la tarea de bucear entre lo poco que quedaba, protestando en vano por la indolencia de los trabajadores de la tienda Maisí.

Lo peor es que esos mismos empleados que se “plantaron” para no dejar entrar a los clientes y poder irse más temprano, son los mismos que aseguran a los medios de prensa oficialistas que “el reglamento se cumple a cabalidad para contribuir a la aplicación del nuevo modelo económico”.

Todo forma parte de la cultura del engaño y el maltrato que carcome a la sociedad cubana. Mientras todo el mundo afine en la misma nota ideológica, no importa que el cubano de a pie, obligado a depender de los servicios estatales, siga tragando bilis ante tanta incompetencia y falta de profesionalismo.