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Los izquierdistas van a Cuba en busca de migajas

La expresidenta de Brasil Dilma Rousseff (C) durante la inauguración del XXIV Foro de Sao Paulo (EFE)

LA HABANA, Cuba.- ¿No se acuerdan de la rabieta que sufrió Fidel Castro en 2001, cuando supo que una red de espionaje y análisis electrónico situada allá, en lo alto del cielo, lo veía en el baño en medio de sus asuntos más íntimos? Aquella oreja gigantesca podía grabar hasta sus pensamientos.

La colega Juanita Carrasco Martín lo escribió más de una vez en la prensa nacional. La llamó “la mayor amenaza cibernética de la Tierra” y la acusó de “agresión a las libertades individuales”.

Estoy segura de que algo así ocurrió con los líderes izquierdistas latinoamericanos que cayeron en desgracia y que son incapaces de confesar sus pecados en busca de unas pocas migajas.

Eso lo sabe otra colega, Marina Menéndez, ferviente defensora de esos pecadores que se afanan porque en América Latina, las dictaduras salvajes continúen manipulando a las masas, para que se traguen fácilmente el cuento de “la buena pipa”.

Pero todos los liderazgos que se creyeron en perpetuidad absoluta cayeron como naipes por sus propios pesos y hoy la orden del día es la democracia y que gane el mejor en las urnas. No hay vuelta atrás.

Aún así, a mi colega Marina eso le importa un bledo. Se lamenta de que los gobiernos de los pecadores hayan desaparecido como palomas del sombrero de un mago y que la única salida sea la unidad de los partidos de izquierda.

¿Unidad, Marina? Eso me recuerda los parámetros del “hombre nuevo”, no sé si de Carlitos Marx, de su amigo que cargó con el hijo clandestino de su propio hogar, del argentino que pidió acobardado que no lo mataran en Bolivia, o del mismo Fidel Castro, que dijo que “el modelo cubano no sirve ni para nosotros mismos”.

Entonces dígame, ¿a qué unidad usted se refiere, que al parecer, durante largos años resultó imposible? ¿Habrá pues otra realidad a partir de mañana, cuando se clausure el XXIV Encuentro del Foro de Sao Paulo?

Nananina, Marina, no se engañe. El retroceso es imparable. Mire el espejo de Nicaragua, donde Ortega y su Doña pueden mandar a matar jóvenes rebeldes dentro de la Casa de Dios.

Analice, amiga, el panorama mundial, sobre todo esta isla donde vivimos, donde la juventud tiene como proyecto emigrar y donde en las reuniones de los jóvenes comunistas se quejan de que solo cuatro gatos acuden al llamado de la Patria.

No sé si fueron “sus grandes amigos”, pero todos están donde tenían que estar: Cristina, con el odio cerrado de mucha gente, viajando en helicóptero y disfrutando de los millones que obtuvo gracias a las masas; Dilma, con su historia en Roma, donde reservó 52 habitaciones en un hotel de lujo y usó 17 coches en tres días; Evo, con su avión valorado en 39 millones de dólares, gastando los millones de los indios para su propaganda política, presentar su nueva candidatura y prolongar su dictadura en 2019; Correa, con un pie en su lujosísimo apartamento, valorado en 170 mil euros en Bélgica y otro pie entre rejas; Maduro ¡felicitado por líderes mundiales como Raúl¡; la dama nicaragüense negada a repetir vestidos y joyas a un costo de miles de dólares y viajando con sus ocho hijos para cumplir “misiones de trabajo”.

Así sucesivamente, mientras usted, en su moto eléctrica por la Habana Vieja, insiste con sus parábolas en defender a esos pocos hasta la muerte, a Lula, quien dice que “va a llevar su candidatura hasta las últimas consecuencias”. ¿Sabe usted cuáles serían esas últimas consecuencias?

Nuestra realidad, donde se lleva a cabo el XXIV encuentro de los izquierdistas, no es un país que pueda ser un ejemplo a seguir. Los cubanos continúan en el vía crucis de las dos monedas, los salarios miserables, la fuga hacia el extranjero y la dictadura castrista desesperada por seguir sobreviviendo, demostrando cada día la ineficacia del socialismo.

No, amiga, el panorama latinoamericano y caribeño no es nada difícil. Es que tomó su verdadero rumbo, un rumbo donde los comunistas, si representan algo ya, es el cadáver del dinosaurio de aquellos regímenes soviéticos que usted, por suerte, no tuvo edad para defender.

Veremos, de eso no hay duda, cómo en el mapa político de la próxima década, los partidos de izquierda se conformarán con las migajas que quedan del castrismo-chavismo. La gente, créalo, solo se engaña un tiempo. No todo el tiempo.