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Los jóvenes atrapados en la crisis cubana

Jóvenes cubanos (Foto: Cuba en Directo)

LA HABANA, Cuba. – Alejada de las dificultades afrontadas por la juventud cubana, la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) efectúa las reuniones de los comités provinciales, preparatorias del XI Congreso a efectuarse en abril, en el 57 aniversario de su fundación. La novedad será el uso de las redes sociales “como una herramienta para defender la patria”, según expresó la primera secretaria.

La convocatoria al Congreso fue emitida el 4 de enero del año pasado, desde el Birán natal de Fidel Castro. Siguieron las reuniones de los comités de base, y la primera provincial se realizó a mediados de enero en Artemisa, también con el simbolismo de la elevada cantidad de pobladores que integraron el grupo que lo acompañó al asalto del Cuartel Moncada en 1953.

La Constitución de la República, emitida en 2019, en el Artículo 6 establece que “la Unión de Jóvenes Comunistas, organización de vanguardia de la juventud cubana, cuenta con el reconocimiento y el estímulo del Estado, contribuye a la formación de las más jóvenes generaciones en los principios revolucionarios y éticos de nuestra sociedad, y promueve su participación en la edificación del socialismo”.

El papel de la UJC es ideologizar y controlar a los jóvenes. Dice contar con 500 000 militantes de entre 15 y 30 años de edad, y debe ser cantera para el Partido Comunista. Sin embargo, el crecimiento de ambas organizaciones es lento y en no pocos casos el ingreso es motivado por el interés de lograr acceso a carreras universitarias, puestos de trabajo u otras prerrogativas para las que el aval político beneficia.

La UJC ejerce sus funciones mediante la Organización de Pioneros José Martí (OPJM), la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM), la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), a las cuales hay que pertenecer,  y los movimientos juveniles, la Asociación Hermanos Saíz (AHS), las Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ) y el Movimiento Juvenil Martiano (MJM).

La propaganda de que los niños y jóvenes son privilegiados, debido a que el Estado facilita educación y asistencia sanitaria gratuitas, perdió la mística para el apoyo incondicional a la Revolución. Ciertamente, en los países de la región no se cuenta con esas seguridades, pero en Cuba crece la convicción de que la mayoría de los cubanos ha contribuido a sustentar esos beneficios con sus sacrificios durante 60 años.

Los niños se han criado en la añoranza familiar por emigrar, especialmente desde 1989 y el eterno Período Especial. Esto se debe a la cohabitación de varias generaciones en la vivienda de los abuelos, deteriorada por el paso del tiempo y sin posibilidad de reparaciones o ampliación, con restricciones de alimentación, vestimenta, calzado, juguetes, entretenimiento, así como dificultades en la transportación cotidiana, la depreciación del salario, el incremento de los precios, y escaso dinero para el esparcimiento en restaurantes, centros nocturnos y vacaciones en hoteles incluso de baja categoría. Simultáneamente aumentan las diferencias sociales según las relaciones familiares y las ventajas económicas.

Los jóvenes no sienten estímulo para esforzarse en los estudios, y solo la minoría se incorpora a las universidades por verdadero amor a las profesiones, en muchos casos se preparan para laborar en el exterior. La deserción es elevada en todos los niveles de enseñanza, aunque hasta el noveno grado es obligatoria.

Los trabajadores de entre 15 y 29 años —edades de militancia en la UJC— son 920 600; de ellos, operarios, 354 600; técnicos, 248 500; administrativos, 70 400; servicios, 165 800; dirigentes, 27 900.

La formación de obreros calificados puede comenzar en séptimo grado y muchos operarios y personal de servicios son muchachos que abandonaron sus estudios. Por tanto, gran parte de la fuerza laboral joven tiene baja calificación y percibe bajos salarios, mientras la minoría es dirigente. La incorporación a las labores agrícolas es baja, y en el trabajo por cuenta propia predomina la contratación legal o ilegal con lo que se perciben salarios superiores al sector estatal y, por tanto, esta modalidad resulta más atractiva, pero la propiedad de algún negocio no es significativa. La venta en el mercado informal y los robos son el refugio. La población penal está compuesta predominantemente por jóvenes, negros y mestizos.

Cuba es posiblemente el único país, donde se rechaza el trabajo debido a los bajos salarios y las precarias condiciones laborales,  lo cual redunda en el abandono de los puestos y la baja productividad en la preponderante economía estatal, lo que ocasiona falta de personal, especialmente con calificación y experiencia. Eso ocurre en todas las esferas, aunque la despoblación del campo no se recuperará, agudizada por el envejecimiento poblacional y la pérdida de las tradiciones.

La crisis económica y la dependencia a gobiernos extranjeros ha sido recurrente. Actualmente se atraviesa una nueva etapa con las advertencias del gobierno de continuidad sobre el incremento de las dificultades, ya que desde hace años no cuenta con liquidez/dinero y continúa sin hacer los cambios para destrabar la economía socialista planificada.

Al no crear una base productiva y exportadora, las autoridades no tienen reservas para afrontar el recrudecimiento del embargo-bloqueo económico impuesto por Estados Unidos, la pérdida del combustible procedente de Venezuela y de la mayoría de los ingresos por la venta de servicios a ese país, Brasil, Ecuador y Bolivia, y pagar las deudas contraídas, incluso para pequeñas compras con créditos a corto plazo.

La UJC debería abandonar el triunfalismo y ocuparse de las causas que originan en “el hombre nuevo” creado por la Revolución, la falta de educación formal, la vociferación de palabras soeces, la frustración, el desinterés, el comportamiento agresivo, la crisis de pánico, el alto consumo de bebidas alcohólicas, el incremento de la recurrencia a la droga y la desmotivación laboral.

El fortalecimiento de la familia, el amor espontáneo a la Patria, la apertura de espacios para el libre ejercicio de la opinión y la participación ciudadana resultan imprescindibles para la juventud cubana.

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