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Los Miranda Leyva: una familia que sobrevive 

Familia Miranda Leyva (Foto: Cortesía)

LA HABANA, Cuba. – Cada vez que se levanta en las mañanas el niño Alain Michel le pregunta a Maydolis: ¿Qué día es hoy, abuela? El pequeño de 13 años sabe que su familia, los Miranda Leyva, será procesada judicialmente este mes de febrero, tras haber sido culpada de un presunto delito de “amenazas” y por el cual cada uno de los activistas ―su madre, sus tíos, su abuela― podrían cumplir sanciones de hasta dos años y medio de privación de libertad.

El mayor desasosiego de Maydolis Leyva Portelles, Fidel Batista Leyva y las mellizas Ana Iris y Ada Iris Miranda Leyva, en estos momentos, no es la huelga de hambre que están decididos a llevar adelante una vez sean encarcelados, sino el destino que tomarán los niños Tahimí y Alain Michel Rodríguez Miranda.  

La familia holguinera, radicada actualmente en el municipio de Gibara, vive en un constante abatimiento: “Nuestro día y nuestra noche son tormentosas, estamos muy angustiados por este proceso judicial que ha fabricado la Seguridad del Estado contra nosotros, y lo peor es que no sabemos qué pasará con los niños cuando seamos encarcelados”, lamenta la abuela.

Tahimí, de 14 años, y Alain Michel, de 13, están muy delicados de salud, tanto emocional como mentalmente. Se sienten deprimidos y tienen trastorno del sueño y la alimentación. Según declara su familia, les preocupa que los envíen a un Centro de Menores, “una cárcel infanto-juvenil donde serán golpeados, humillados, abusados por otros niños más grandes o por los propios esbirros del Ministerio del Interior (MININT)”.

“Los niños han declarado que también se van a plantar en huelga de hambre, y esta huelga va a ser la vida por la libertad” ―confiesa Maydolis.

No sería la primera vez que el régimen separe a los chicos de su familia: el 27 de noviembre de 2016 ambos niños fueron llevados por primera vez a Prevención de Menores, donde Tahimí realizó su primer intento suicida, de cuatro en total.

“Sucedió luego de que dos esbirros del MININT le dieran una golpiza, pues querían obligarla a ella y a su hermano a decir que el dictador Fidel Castro era su papá y ella dijo que no, que era un asesino” ―relata Leyva Portelles. “La segunda vez fue dos días después, cuando se enteró de que íbamos a ser encarcelados. Por esa razón yo cumplí la sanción domiciliaria, para poder hacerme cargo de los dos”.

Tahimí y Alain Michel no la han tenido fácil. Desde hace años padecen, al igual, o peor que su familia, la represión y hostigamiento del régimen, que les ha arrebatado su niñez, educación y futuro. Por si fuera poco Ada Iris, su madre, se encuentra actualmente bajo la amenaza de perder la custodia de ellos por “incurrir en actos contrarios al normal desarrollo del menor”. 

Según declara la familia, en 2013 la niña fue golpeada por la maestra dentro de la escuela primaria “Paquito González Cueto”, en Holguín. La ministra de Educación de Cuba, Ena Elsa Velázquez Cobiella, llegó a tener conocimiento de la situación, dicen los activistas, pero “no hizo nada”. En 2017, cuando ambos niños sufrieron el último acto de repudio en su propio centro educativo, dejaron de ir a clases.

“Ese año fueron golpeados junto con mis dos hijas Ada Iris y Ana Iris. (Después de dejar de ir a la escuela) ni siquiera les pusieron un maestro ambulatorio, de manera que los niños quedaron semianalfabetos, pues Tahimí se quedó en quinto grado y Alain Michel en tercero”.

Sobre esta cuestión, la directora del Centro de Información Legal Cubalex, Laritza Diversent, aclara que la educación primaria y secundaria es obligatoria. “Si los niños son acosados es el Estado el que tiene que resolver esa situación; de alguna forma tiene que garantizarles educación, pero no puede quedarse un niño sin ir a la escuela, sin aprender. También podrían tener una maestra en la casa para garantizar que se cumpla el programa de estudio del Gobierno”, explica.

Diversent indica que en esta situación los que están en una vulnerabilidad extrema son los niños, por lo que hay que reclamarle al Estado que tome las medidas para proteger a los menores contra el acoso en la escuela.

“Son casi cuatro años sin recibir clases. ¿Qué preparación van a tener para la vida, para insertarse en la sociedad?”, se pregunta la abogada. 

“Creo que, si bien es cierto que la familia debía proteger a los niños del acoso, también tenía que haber insistido más al Estado para que les garantizara una educación alternativa teniendo en cuenta que la educación primaria y secundaria es obligatoria”, termina Diversent. 

Por su parte, Maydolis recalca que a pesar de la tristeza, la depresión y el miedo, sus nietos “son muy fuertes de carácter y espíritu pues no solo se esconden para llorar, sino que están decididos a plantarse en huelga de hambre y morir si son separados una vez más de su familia”.

“Su madre, Ana Iris, conversa con ellos; ni ella ni ninguno de nosotros hemos dejado de darles consuelo, amor, o de levantarles la autoestima. Precisamente esa es nuestra lucha también, para que les devuelvan sus derechos arrebatados por la dictadura”, afirma.

Los Miranda Leyva están signados por la represión del régimen manifestada en los constantes ataques físicos, detenciones y actos de repudio en su contra.

Sin embargo, oponerse al régimen y ser reprimidos tiene una larga tradición en su familia: en las primeras décadas del régimen cubano, la madre de Maydolis fue “castigada” por estudiar la Biblia y trasladada a una especie de versión femenina de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), cuentan los activistas.

Primeros pasos en la oposición

“Nosotros éramos pequeños, pero realmente la represión contra ella fue de carácter religioso”, cuenta Maydolis sobre su madre. “Fue tanto el trauma y el terror implantado por el régimen que ni siquiera siguió estudiando la Biblia. Al cabo de un tiempo, siendo mi hijo Fidel mayor, fue que ella se bautizó”.

La activista también relata que fue precisamente su religión, Testigos de Jehová, el motivo que la conminó a ir por el camino de la oposición. Alrededor del año 2000 conoció a personas bautizadas que le pidieron que se sumara a un proyecto de entrevistas sobre abusos contra Testigos de Jehová y de recogida de firmas, que serían enviadas a la Comisión de Derechos Humanos, en Ginebra.

Además de que en ese momento los adolescentes que profesaran su fe no podían continuar estudios después de completar el nivel medio básico, resultaba muy difícil conseguir trabajo pues “no se nos daba aval para nada, ni para trabajar”.

“Yo a veces conseguía empleo limpiando casas o en algunos hospitales, pero duraba muy poco por motivos religiosos”, rememora.

“Entonces me involucré en el proyecto de recogida de firmas, y eso conllevó a que el anciano presidente de mi congregación en aquel tiempo me dijera que tenía que separarme de manera visible (sigo siendo Testigo de Jehová en el corazón). A partir de ahí me inserté profundamente en la lucha con todos mis hermanos (de la oposición)”, explica Maydolis.

Para los Miranda Leyva dedicarse a la lucha contra el régimen cubano consistía en luchar por ellos y por todos aquellos que sufrían y sufren los abusos cometidos a diario en la Isla, donde se violan “a cada segundo los 30 artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos”.

Pero disentir y luchar por los derechos individuales en Cuba tiene su precio: no solo se gana la censura y represión de la policía política del régimen, sino también la desestimación de familiares, amigos y vecinos. 

“En 2016, cuando vivíamos en la calle Libertad (del municipio de Holguín), nos hicieron un acto de repudio brutal, solo dos días después de la muerte del dictador Fidel Castro. Fue ahí que comenzamos a notar el rechazo de los vecinos en la cuadra donde vivíamos”, asegura.

A pesar de que los vecinos no participaron en dicho acto de repudio, pues “las casi 400 personas que habían allí fueron llevadas de otros lugares, sus tratos para con nosotros empezaron a cambiar. Ya después la dictadura empezó a amenazar y chantajear a los que tenían negocios particulares para que nos repudiaran”.

Desde octubre de 2014, los cuatro adultos de la familia Miranda Leyva ―Maydolis (56 años), Fidel Manuel (36), y Ana Iris y Ada Iris (31)― son integrantes del comando Olegario Charlot Pileta, nombrado así en homenaje a un joven negro que murió en 1973 en huelga de hambre y sin asistencia médica en las “Escaleras” de la prisión de Boniato, en Santiago de Cuba.

Fidel Batista Leyva y las mellizas Ana Iris y Ada Iris Miranda Leyva (Foto: Cortesía)

“Los Miranda Leyva somos seis seres humanos luchando desde hace varios años contra un régimen represivo, corrupto y violador de todos los Derechos Humanos, jurídicos y éticos existentes; sin embargo, nuestra lucha ha sido proporcional a toda la represión que hemos sufrido durante todo este tiempo”, manifiesta.

Cárcel, actos de repudio, agresiones…

La ola represiva contra los activistas holguineros comenzó el 27 de noviembre de 2016 cuando, durante el duelo oficial decretado por la muerte de Fidel Castro, fuerzas de la Seguridad del Estado, grupos de respuesta rápida y el MININT en general iniciaron el acto de repudio más violento y brutal que ha sufrido la familia, aseguran los activistas.  

“Nos lanzaron piedras, basura y escupidas. Exigían enardecidos que nos mataran a todos, hasta a los niños. Incluso después que nos trasladaron hasta la unidad policial “El Anillo” nos siguieron golpeando”, relata.

En esa ocasión Maydolis fue liberada a los cuatro días bajo palabra, y Ada Iris, Ana Iris y Fidel fueron mantenidos presos 46 días ―en los cuales realizaron dos huelgas de hambre de 12 días cada una― hasta el 11 de enero, cuando fueron sancionados a un año de privación de libertad por los delitos de “difamación de las instituciones y organizaciones y de los héroes y mártires” y “desórdenes públicos”.

El año siguiente, en marzo, luego de ser encarcelados y plantarse en huelga de hambre durante 27 días, se les entregó la licencia extrapenal y los cuatro adultos de la familia fueron declarados “prisioneros de conciencia” por Amnistía Internacional.

Otro de los hechos que ha marcado a los activistas hasta el punto de obligarlos a desplazarse de su lugar de residencia, aconteció el 26 de septiembre del pasado año, cuando las llamadas brigadas de respuesta rápida iniciaron un acto de repudio en el que vandalizaron violentamente la casa de los opositores.

“Nos atacaron con hachas, con pedazos de ladrillos; incluso pretendieron quemarnos vivos”, indican. “Sobre las 3:00 de la madrugada fue que pudimos bajar de la placa de un vecino y decidimos entre toda la familia y María Casado Ureña, una vecina anciana de 72 años, dirigirnos a pie hasta el portal del Obispado de Holguín”.

Según cuenta Maydolis, la idea era que la Iglesia Católica los amparara: “Monseñor Emilio Aranguren Echeverría nos dijo que no, que él no podía hacer nada, que regresáramos de nuevo para nuestro lugar de origen. Él sabe que somos activistas y defensores de Derechos Humanos y aun así nos negó el auxilio”.

Desde ese momento, la familia no ha regresado a su casa. Ni siquiera saben en qué estado se encuentra la vivienda ya que, según comentan, quedó semidestruida por todo el vandalismo de los grupos de respuesta rápida.

“Hace ya cinco meses que estamos desplazados en nuestra propia tierra, errantes y sin hogar, en peligro inminente de encarcelación o de muerte”, apuntan.

La familia de activistas y opositores al régimen cubano no solo asegura que ha padecido arrestos arbitrarios e intentos de violación por parte de agentes del régimen, sino también violencia física durante las detenciones, en los actos de repudio, en la calle… debido a su labor como defensores de los Derechos Humanos en la Isla.

“Precisamente en días recientes sufrimos un ataque vandálico en la vivienda donde vivimos ahora, en el municipio de Gibara, cuando un hombre aparentemente alcoholizado comenzó a atacar las ventanas con pedazos de ladrillos”, agrega Maydolis.

De acuerdo con José Daniel Ferrer, líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), la familia Miranda Leyva, “muy valiente y sacrificada, ha sufrido una fuerte represión por parte del régimen castrocomunista”.

“Ellos siempre han estado muy activos. Han sido muy solidarios con otros grupos, con los presos políticos; han realizado protestas en las calles con mucha firmeza, y eso hizo que el régimen respondiese con un incremento de la agresividad desarrollada por vecinos al servicio de la policía política”, explica el reconocido activista. 

“En fin, es una familia que ha sido verdaderamente perseguida y reprimida con crueldad, y que ha optado por pedir refugio, asilo político en otra nación, cosa que respetamos y que en verdad merecen”, aclara Ferrer.

En este sentido, los Miranda Leyva también han denunciado todo el hostigamiento, amenazas y represión sufridos ante organismos como Amnistía Internacional y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), ya que “en Cuba no hay legalmente dónde denunciar debido a que los opositores estamos en total indefensión jurídica”.

Precisamente, la CIDH emitió en el año 2020 una medida cautelar para la familia Miranda Leyva, respondiendo a una solicitud presentada por la Fundación para la Democracia Panamericana. 

La Comisión consideró que la familia y la anciana María Casado Ureña se encontraban en “una situación de gravedad y urgencia, toda vez que sus derechos enfrentan un daño irreparable”, según un comunicado publicado.

“Los ejemplos arrastran”

Los Miranda Leyva han solicitado asilo político en diferentes países, pero hasta ahora no han recibido respuesta. “Todas las embajadas a las cuales nos dirigimos, todas, han tenido un silencio cómplice con la dictadura comunista”, asegura Maydolis.

“No creo que vivamos en otro país, pero si fuera así sin lugar a dudas seguiríamos luchando por la libertad y la democracia para los cubanos. Basta ya de tantas injusticias y de tantos crímenes. Cuba está en un momento en el que hasta hay personas suicidándose porque ya no soportan más esta horrible realidad”, expresa.

Es precisamente esa convicción en el cambio lo que impulsa a la familia a seguir luchando: “Estamos convencidos de que es eso lo que queremos, la libertad para el pueblo de Cuba, que se vayan ya los Castros y su comitiva, que tantos años llevan reprimiendo y oprimiendo al pueblo”.

Afirman que, si volvieran a nacer, y en esa nueva vida existiera dictadura, una vez más lucharían contra ella, porque “las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran; y si al menos no podemos lograr nosotros la libertad y la democracia para el pueblo de Cuba, la van a lograr otras personas motivadas con nuestro ejemplo”.

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Claudia Montero, guantanamera de nacimiento, habanera por adopción. Graduada de Periodismo en la Universidad de Oriente en el año 2015. Gestora de contenidos en redes sociales. Soy periodista, la más apasionada de las profesiones a la que por desgracia el oficialismo ha mutilado.