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Los problemas con los precios no surgieron con la dualidad monetaria y cambiaria

Foto archivo

LA HABANA, Cuba.- Uno de los asuntos que más destaca en lo concerniente al ordenamiento monetario que próximamente tendrá lugar en la economía cubana es la política de precios que aplican las autoridades. Sobre todo al considerar que la devaluación que experimentará el peso cubano en el sector empresarial traerá consigo un aumento en los precios mayoristas, que podría extenderse después al mercado minorista. También tomando en cuenta las distorsiones provocadas por la dualidad monetaria y cambiaria.

En ese contexto se enmarca un artículo aparecido en el periódico Granma, en su edición del 3 de noviembre. El trabajo periodístico señala la existencia de dos precios diferentes para un mismo producto, uno en moneda nacional (CUP) y otro en pesos convertibles (CUC). A renglón seguido se apunta que “Esas diferencias, generadoras sempiternas de malestar en la población, son el reflejo de las profundas distorsiones con las cuales ha operado la economía desde hace varios años, derivadas, en buena medida, de la dualidad monetaria y, sobre todo, cambiaria”.

Aunque coincidimos en parte con lo expresado en el artículo, en el sentido de las distorsiones ocasionadas por las referidas dualidades, no podemos pasar por alto que Granma omite el hecho de que los problemas con los precios en nuestra economía no surgieron con la implantación de las dualidades monetaria y cambiaria, sino que se remontan al inicio de la revolución fidelista, cuando en el marco de la centralización económica se estableció el método de costos en la formación del sistema de precios.

Ese método establecía que las entidades calcularan todos los gastos y costos en que incurrían en la fabricación de determinado producto, y después, por encima, se ubicaba un margen de rentabilidad o ganancia fijado por los niveles centrales de la economía. Así, el precio de empresa quedaba formado de la siguiente manera: precio= costo + ganancia.

Se trataba de un método ideado para hacer rentables a todas las empresas, con independencia de la eficiencia que mostraran en su desempeño. En la práctica, sin embargo, esa formación de precios encubría anomalías como el exceso de gastos, la no utilización racional de las normas de consumo material, así como el mantenimiento de plantillas infladas, muchas veces con demasiado personal no vinculado directamente con el proceso productivo.

El resultado de ese mecanismo, entre otros, eran los aumentos de precios, la fabricación de artículos de dudosa calidad y, por supuesto, el mantenimiento de un sistema empresarial no competitivo a nivel internacional.

Hace poco, como parte de las explicaciones brindadas a la opinión pública acerca de la realización del ordenamiento monetario, el zar de la actualización del modelo económico, Marino Murillo, declaró que “en relación con el sistema empresarial, vamos a cambiar el método que tienen para formar los precios, y así eliminar la ecuación de costos más un margen de utilidad, que en muchos casos nos ha llevado a financiar ineficiencias”.

Sin embargo, el señor Murillo no dio más detalles acerca del nuevo método que se empleará para la formación de los precios. Algunos especialistas estiman que se pudiera partir de precios similares a los existentes en el mercado internacional para cada producto, y de ahí en adelante exigir que la empresa reduzca sus costos para que pueda trabajar con un determinado margen de utilidades.

Se trata, sin dudas, de un método que, de poder cumplirse —algo contemplado con escepticismo por muchos—, revolucionaría el destartalado y anquilosado sistema empresarial de la isla.

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Orlando Freire Santana

Orlando Freire. Matanzas, 1959. Licenciado en Economía. Ha publicado el libro de ensayos La evidencia de nuestro tiempo, Premio Vitral 2005, y la novela La sangre de la libertad, Premio Novelas de Gaveta Franz Kafka, 2008. También ganó los premios de Ensayo y Cuento de la revista El Disidente Universal, y el Premio de Ensayo de la revista Palabra Nueva.