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Luis Manuel Otero vs. la propaganda castrista

LA HABANA, Cuba. ─ En los últimos días ha sido noticia en Cuba todo lo relacionado con la huelga de hambre y sed escenificada por el líder opositor Luis Manuel Otero Alcántara. La irrupción de la policía política (por tercera vez en los últimos meses) en la modesta vivienda del artista plástico a las cinco de la madrugada del pasado domingo y su posterior ingreso en el habanero Hospital Calixto García han recibido la atención pública.

Por esta vez la información no ha permanecido limitada a la prensa independiente, pues en una de las emisiones del mediodía del Noticiero de la Televisión Cubana se le dio cobertura al tema. En este caso, los plumíferos y cotorrones del oficialismo, fieles a su idiosincrasia y su misión, trataron de proyectar la imagen de un fabulador cuyo buen estado de salud era incompatible con la semana de ayuno total que afirmaba haber pasado.

Si para algo ha servido este nuevo incidente es para demostrar, de manera irrefutable, la absoluta falta de credibilidad en la que ha caído el aparato de agitación y propaganda de los comunistas caribeños. Al brindarse la información televisiva, la reacción generalizada de los cubanos fue la de no prestar crédito a lo que escuchaban.

Se dice que en 2016 el ahora expresidente Donald Trump, enorgulleciéndose del firme respaldo popular del cual disfrutaba, dijo: “Yo podría pararme en medio de la Quinta Avenida y matar a alguien, y no perdería votantes”. A la inversa, de la Televisión Cubana cabe afirmar: “Podrían exhibir a Otero devorando un suculento bistec regado con abundante cerveza, pero lo único que lograrían es que el público se preguntara: ‘¿Dónde estará la maraña!’”.

Motivos de sobra hay para ello. Durante más de medio siglo disfrutaron de un control absoluto sobre los medios de comunicación masiva. Y el mal uso que le han dado a ese monopolio justifica plenamente el descrédito en el que han caído. En esto último se destaca lo que entre ellos constituye una práctica sistemática: el fusilamiento de la reputación de sus adversarios. Se trata de una regla invariable de los órganos castristas.

En el actual caso específico de Luis Manuel Otero, los elementos de juicio que permiten poner en duda las afirmaciones del aparato propagandístico del régimen han ido saliendo a la luz. Desde un inicio —¡claro!— está la violación increíble de la ética médica (¿sabrán ellos qué es eso!) que implica publicar los hipotéticos resultados de los análisis clínicos realizados al paciente (“resultados” que, por supuesto, merecen nula credibilidad).

Pero a esa grosera violación de los principios deontológicos se han ido sumando nuevas informaciones que han permitido develar otras actuaciones indebidas perpetradas en este caso. Ejemplo de ello es el comentario de un facultativo, al que le llamó la atención que, a su arribo al Calixto García, Luisma tuviese ya una vena canalizada.

A ello se sumó después un material publicado en ADN Cuba. Según esa información, el joven artista plástico, tras ser extraído de su casa a las cinco de la mañana, “fue llevado al Hospital Hermanos Ameijeiras y, una vez estabilizado, lo trasladaron a la sala Rubén Batista del Calixto García”. El órgano de la prensa independiente invoca “fuentes médicas” que, para eludir la persecución, es natural que reclamen el anonimato.

Esto, claro, explicaría el aspecto comparativamente bueno que parecía presentar Otero Alcántara a su arribo al último centro asistencial mencionado. Es lógico que si, entre otras cosas, le pusieron un suero en el Hermanos Ameijeiras, al llegar al segundo hospital se viera hidratado y relativamente bien para la protesta que protagonizó durante una semana.

A lo anterior se suman otras incongruencias en la “historia oficial” (o, en algunos casos, oficiosa). Aquí entra la especie de “fe de vida” otorgada por el médico de cabecera de Luisma. El facultativo se declara lastimado en su moral por las descalificaciones que, como supuesto agente del régimen, le hacen muchos usuarios de la red. Pero, si no estuviera identificado con el actual gobierno, ¿encabezaría el equipo que atiende a Otero! ¿Y lo autorizarían a transmitir un video filmado junto a su heterodoxo paciente!

Otro costurón más de esta saga la integran fotos recientes del huelguista, en las cuales se observa que este presenta, en su ceja derecha, una verruga fácilmente visible. Esa característica individual brilla por su ausencia en el supuesto “Luis Manuel Otero” que presentó el Noticiero Estelar, mientras se producía su hipotético arribo al Hospital Calixto García.

Pero, por otra parte, si el paciente está ya bien (como lo insinúa el régimen), ¿por qué se le mantiene en una sala de terapia intensiva? ¿A qué obedece la falta de información que lo rodea? ¿Qué motiva que no le permitan más visitas! ¿Por qué el céntrico hospital en el que está ahora se mantiene bajo un verdadero sitio de las fuerzas policiales al servicio del régimen!

Pero insisto en que ni las aclaraciones brindadas por las “fuentes médicas” ni las incoherencias de la versión oficialista son lo más importante. Lo verdaderamente destacable es que, en las redes sociales, la generalidad de los comentarios colgados pusieron en duda, desde un inicio, la “historia oficial”; ellos partían de una base: en esencia, lo que hacen los “periodistas” del régimen es mentir, desinformar, torcer la verdad y denigrar a quienes no se esconden para oponerse al régimen de hambre y miseria que padece Cuba.

El Departamento Ideológico del Comité Central del único partido, con todo y su flamante nuevo jefe nombrado durante el reciente Congreso (y a pesar de sus muchas “ciberclarias”), ha perdido ya la batalla comunicacional. ¡Y bien merecido le está!

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