Inicio Cuba Machado, las dos caras del dictador

Machado, las dos caras del dictador

Gerardo Machado (Getty)

Gerardo Machado (Getty)

LA HABANA, Cuba.- En EcuRed, el sitio web cubano que de forma abrupta pasa de lo sublime a lo ridículo y falsea la historia todo lo que puede, se destaca a Gerardo Machado y Morales con el mote de El Mocho, porque cuando joven perdió dos dedos, mientras trabajaba como carnicero en Camajuaní, su pueblo natal villaclareño. Luego, no le queda más remedio que llamarlo dictador, algo que sí es grave y bochornoso para un gobernante.

Y dije que EcuRed va de lo sublime a lo ridículo, porque en plena dictadura castrista, con más de medio siglo de existencia, más de tres mil fusilados, más de mil  ejecuciones extrajudiciales, empobrecimiento del país, encarcelamiento de miles de opositores, e incontables violaciones a los derechos humanos, quiere hacernos ver que Machado fue un dictador malo.

Machado fue el quinto presidente de Cuba, a partir del 20 de mayo de 1925, tras unas elecciones generales, donde las grandes mayorías votaron por él, dejando atrás a Zayas, respetuoso de las libertades individuales y de los opositores políticos.

Machado tenía entonces 51 años. Si el pueblo lo admiraba fue porque había sido uno de los generales más jóvenes de la Guerra del 95 y porque sus intenciones y propósitos, para asumir el mando de la isla, eran los mejores.

Pero la historia está ahí, a la mano como quien dice, y ni Machado, ni Batista, fueron tan autoritarios, represivos y crueles como el tercer dictador de Cuba.

Como todo dictador, Machado gustaba de homenajes, de aduladores, de títulos honoríficos, banquetes y del servilismo de amigos incondicionales, incluso de intelectuales prominentes.

Usó, como hace cualquier dictador de aquellos y de estos tiempos, estrategias políticas para garantizar una segunda reelección o la permanencia vitalicia del poder.

Se le acusa de que la policía utilizara la violencia ante los actos contra su gobierno: la muerte de Rafael Trejo durante un tiroteo, los cinco trabajadores de Islas Canarias, Raimundo y José A. Valdés Daussá, un dirigente ferroviario, un periodista venezolano, un líder obrero, de un miembro del sector tipográfico, tres miembros de la familia Freyre de Andrade, un anarquista asesinado en una celda de la Cabaña.

También que algunos intelectuales marcharan al exilio, de que el poeta Agustín Acosta fuera a prisión, de reprimir y encarcelar a 29 judíos comunistas que celebraban la Revolución bolchevique, de ordenar el asesinato de Julio Antonio Mella —descubierto ya que lo mataron los mismos comunistas radicados en México— y, por último, de ametrallar a una multitud el 7 de agosto de 1933, que le pedía la renuncia frente al Capitolio Nacional, con un saldo de veinte muertos y decenas de heridos.

En esta foto está señalado el padre de la autora de este artículo, preso durante la dictadura de Machado (Cortesía)

En esta foto está señalado el padre de la autora de este artículo, preso durante la dictadura de Machado (Cortesía)

Pero sobre todo, del quiebre de numerosas fábricas, de las privaciones materiales del cubano de a pie, de la caída del precio del azúcar, a consecuencia de la crisis financiera de Estados Unidos en 1929.

El 12 de agosto de 1933, Machado se vio obligado a renunciar por dos razones: el Ejército completo se le había rebelado en el Castillo de la Fuerza y el gobierno de Estados Unidos intervino en el conflicto, en busca de una salida favorable para el pueblo cubano. Ese día huyó en un Sikorski de la Pan American hacia Bahamas, junto a sus más íntimos.

Para que lo recuerden aquellos tres millones de habitantes que dejó entonces en Cuba, firmó una amnistía para los delitos de rebelión, legalizó el Partido Comunista cubano, aprobó el derecho de la mujer al sufragio y, por supuesto, numerosas obras de gran beneficio para el país, como la Carretera Central, el Capitolio Nacional, los tranvías de La Habana, Camagüey y Santiago de Cuba, la escalinata universitaria, el Hospital de Maternidad “América Arias”, el Teatro Auditórium del Vedado y otras muchas, logradas durante sus escasos años de dictadura.