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Mayía, el más virtuoso de los compañeros

GUANTÁNAMO, Cuba.- Este 25 de mayo se cumplen 115 años de la muerte del Mayor General del Ejército Libertador José María (Mayía) Rodríguez Rodríguez, a quien José Martí calificó como “el más virtuoso de los compañeros”.

Nacido en Santiago de Cuba el 13 de junio de 1849, con 19 años de edad se incorporó a la guerra grande, en la que inicialmente combatió bajo las órdenes del Mayor General Donato Mármol, de quien primero fue ayudante y luego se convirtió en el jefe de todos sus ayudantes, según se acredita en el tomo I del Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba, del cual hemos tomado la información.

Cuando se revisa la hoja de servicios que este cubano prestó a la Patria se advierte que tanto en la guerra grande como en la contienda de 1895 combatió al lado de insignes guerreros cubanos como Máximo Gómez, Antonio Maceo y Donato Mármol y participó en importantes combates.

Con 21 años demostró su heroicidad en el combate del cafetal La Indiana, dirigido por el Mayor General Máximo Gómez el 12 de agosto de 1871, uno de los más cruentos de esa etapa de la lucha. Por su arrojo en esa batalla Mayía Rodríguez fue ascendido al grado de comandante y nombrado jefe del primer pelotón del Regimiento de Caballería, al frente del cual marchó hacia Camagüey.

Otros combates relevantes en los que participó durante esa guerra fueron la batalla de Las Guásimas y Sabanas del Bío, donde su enérgica actuación impidió que las tropas españolas continuaran persiguiendo a Antonio Maceo, quien había sido gravemente herido en Mangos de Mejías y estaba siendo acosado tenazmente por los colonialistas. También participó en el combate de San Ulpiano bajo las órdenes del Titán de Bronce.

A pesar de que una bala lo dejó lisiado antes de cumplir los 25 años, Mayía Rodríguez siempre estuvo vinculado a las luchas por nuestra independencia y por ello tuvo que sufrir  prisión al haber sido descubiertas sus actividades conspirativas cuando se fraguaba la contienda conocida como “La guerra chiquita”.

Hombre de toda la confianza de José Martí

Gozó de la confianza del Apóstol cubano, al extremo de que fue uno de los firmantes de la orden de alzamiento que se libró desde Nueva York a Cuba para iniciar la guerra necesaria, a la que se incorporó en una expedición dirigida por Carlos Rolof, luego de un intento de desembarco que no pudo lograrse debido a las malas condiciones del tiempo.

En el abundante epistolario de Martí publicado por la Editorial Ciencias Sociales en 1993 se conserva una carta dirigida a Mayía Rodríguez , fechada el 28 de febrero de 1895 y escrita en Montecristi, República Dominicana, donde el Apóstol se muestra muy cercano al héroe, a quien llama “Mayía querido”. En una parte de la misiva reconoce su probado valor al escribir “Ud. es hombre para todo” y le encomienda encarecidamente su pronta entrada en la contienda con instrucciones muy precisas.

Su valor quedó reconocido por el Consejo de Gobierno de la República en Armas cuando lo nombró jefe del departamento oriental, aunque nunca llegó a ocupar el cargo pues renunció a él debido a las irregularidades existentes en su nombramiento, al que se opuso el Mayor General José Maceo, oposición que Mayía aceptó dada la justeza de esa actitud.

Al terminar la guerra de 1895 ya había sido nombrado Mayor General del Ejército Libertador por el Consejo de Gobierno de la República en Armas y llegó a ocupar la jefatura del departamento occidental del país.

Fue uno de los nueve generales seleccionado por el mando norteamericano para que participara en el traspaso de poderes de la metrópoli española al gobierno interventor el 1 de enero de 1899 debido a que tuvo un papel decisivo en la terminación victoriosa de la guerra de 1895.

Cuando el  Generalísimo Máximo Gómez  entró a La Habana el 24 de febrero de ese año, Mayía Rodríguez lo acompañó en ese suceso histórico.

Durante la república democrática realizó una activa práctica política, pero  falleció el 25 de mayo de 1903, cuando sólo tenía 54 años de edad.

El Mayor General José María Rodríguez es otro de los hombres heroicos que lo entregaron todo para que Cuba fuera un estado soberano y democrático. Es, sin dudas, uno de los padres fundadores de la nación y un ejemplo extraordinario de lealtad a José Martí y a los nobles ideales de la independencia cubana.