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Médicos cubanos desertan en Venezuela, pero EEUU les cierra las puertas Cubanet

Médicos cubanos reunidos en Bogotá, el 16 de abril de 2017 (EFE)

BOGOTÁ, Colombia.- Cuando el doctor cubano Yosvani Bofill, de 26 años, llegó a Caracas para participar en las misiones médicas sólo tenía una idea en la cabeza: desertar y llegar a Bogotá para acogerse al programa de visas que tenía EEUU para ellos.

“Desde que salí de Cuba tenía la idea de desertar. Usé Venezuela como trampolín para emigrar. Desde que vi las misiones, pensé que era la única forma del cubano de poder salir”, comentó Bofill, para quien su país es “una isla cercada”.

Pero llegó tarde, apenas cinco días después de que el aún presidente estadounidense, Barack Obama, suspendiese el “Cuban Medical Professional Parole” (CMPP o Parole), un programa especial de visas de EEUU para personal médico cubano que deserta de las misiones en el exterior.

Él, como muchos otros de los centenares de desertores cubanos, tuvo que emprender un trayecto por el que pagan entre $600 y $650 a un “coyote” para atravesar la porosa frontera colombovenezolana.

El camino no es fácil. El paso fronterizo de Maicao, en La Guajira colombiana, limítrofe con el estado venezolano de Zulia, está en el corazón de un territorio desértico y lleno de bandas de contrabandistas y grupos herederos del paramilitarismo.

La otra opción, por San Antonio del Táchira, Venezuela, y Cúcuta, Colombia, no es mejor: guerrilleros, narcotraficantes y exparamilitares se enseñorean de un territorio agreste y selvático con un clima sofocante.

Para estos cubanos, escapar de la pobreza y la falta de libertades en Cuba tuvo su continuidad en la dramática situación a la que se vieron abocados en Venezuela.

“Venezuela pasa de ser un drama dominical a una película de terror un domingo por la noche”, resumió Bofill.

Los 20,000 médicos cubanos que integran el programa social bandera de la llamada revolución bolivariana, la Misión Barrio Adentro, están sujetos a duras normas de comportamiento.

Tienen prohibido salir de los municipios donde están instaladas sus misiones y dormir fuera de sus residencias y están obligados a volver a casa antes de las seis de la tarde.

A su llegada a Bogotá, denuncian también que viven en barrios peligrosos, que duermen hacinados con otros cubanos y que en los centros médicos sufren el acoso de quienes, desesperados, piden medicamentos que escasean o les reclaman una mejor atención.

(EFE)