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Médicos cubanos en Miami protestan contra prohibición de entrada a la Isla

Médicos del grupo “No somos desertores. Somos cubanos libres”. Foto Martí Noticias

MIAMI, Estados Unidos.- Un grupo de médicos cubanos residentes en Miami y miembros del grupo “No somos desertores. Somos cubanos libres”, se reunieron este domingo para denunciar la violación de sus derechos por parte del régimen cubano y protestar contra el castigo, de al menos 8 años sin poder entrar a Cuba, impuesto a quienes abandonan las misiones gubernamentales en otros países.

El grupo está integrado por profesionales cubanos de la salud que abandonaron sus trabajos en el exterior. El motivo de la cita fue “conocernos personalmente, compartir testimonios, trazar líneas de acción concretas y abordar con mayor profundidad el tema del proceso legal contra el Gobierno de Cuba”, dijo la periodista cubana Annarella O’Mahony, residente en Irlanda, quien se unió al grupo como administradora, para “ayudar a alzar la voz de cubanos libres que exigen sus derechos como seres humanos”.

Según la nota, publicada por Martí Noticias junto a varios testimonios de los galenos, el grupo también cuenta con una página en Facebook que ya tiene más de 13 mil profesionales del sector dispersos por varios continentes.

“Tengo dos primos que son médicos y están en el grupo. No los dejan entrar en Cuba, por 8 años o más, y ellos tienen el derecho de entrar a su país porque no han cometido ningún delito. El delito, según el Gobierno, es que se fueron de una misión, pero claro, no dicen que es una misión que los tenía presos y que violaba sus derechos fundamentales y que además se quedó sin derecho con sus salarios. Y ahora, como ya son cubanos libres, pues les aplican una medida arbitraria, violatoria. No tienen ningún derecho a coartar su libertad de que querer entrar a su país. Cuba es de todos los cubanos”, señaló O’Mahony.

César García, doctor en estomatología, dice que la frase “No somos desertores” podría crear confusión por usar el mismo término con el que el régimen los califica, sin embargo, es una “manera con la que al comienzo, quienes crearon el grupo, intentaron decirle a nuestros familiares en Cuba, sobre todo a los niños, que son quienes están más expuestos a la tergiversación de la realidad, que nosotros no somos traidores a la patria, que es lo que les dicen allá a ellos con el uso de la palabra desertor. De lo que desertamos fue de una misión que es un gran engaño. De eso sí somos desertores, pero no somos desertores de la patria ni de nuestros familiares que son a los que no nos dejan ver. A eso se refiere la frase”.

El grupo condenó en noviembre pasado al Gobierno cubano por violar los derechos de sus miembros y envió una demanda a la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, en San José de Costa Rica, a la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos en Washington, al Papa Francisco, al Presidente de Colombia Juan Manuel Santos, a la Organización de Estados Americanos y a la Organización de Naciones Unidas.

“Hemos sido objeto de esclavitud moderna por parte del gobierno de Cuba, condenándonos al denominarnos desertores, castigándonos por 8 años sin tener contacto con nuestros familiares, y adjudicándose nuestro salario depositado en Cuba (…) Nos presentamos ante esta audiencia y el Comité Internacional de Derechos Humanos para denunciar la ultrajante situación a la que somos sometidos los profesionales de la salud y otras áreas en las mal llamadas misiones del gobierno cubano y su supuesta solidaridad con otros países”, dice la denuncia.

Algunos de los testimonios de estos galenos reflejan dolor, temor e impotencia en algunos casos.

María Eugenia Lagomasino estuvo en Venezuela desde el 2007 al 2011 en la Misión Barrio Adentro. Luego fue enviada a Brasil, donde permaneció desde el 2013 al 2015. Pero terminó, como muchos otros de sus colegas, en Estados Unidos.

“Cuando salimos al exterior fue cuando de verdad vimos las cosas con claridad y nos dimos cuenta de las mentiras, de todo lo que dicen y no cumplen y de la manera en que actúan las autoridades, que están muy lejos de ser humanitarios como dicen ser”.

Ella fue a Cuba por última vez al entierro de su padre, “la oncóloga que atendía a mi papá me avisó que él ya estaba mal y que si yo quería verlo con vida debía ir en ese momento. Así que solicité permiso a los jefes de la misión médica. Estuve como 10 días esperando a que hubiera vuelos disponibles para algo que era, como ellos me decían, un problema personal”.

La condición para dejarla ir a ver a su padre era “firmar un documento donde yo me comprometía que a mi regreso me iban a descontar el precio del pasaje a Cuba de mi salario (unos 200 dólares mensuales). De lo contrario no podía ir. Y yo no fui la única, eso mismo le hicieron a otras personas. Después de 10 días esperando para ir a ver a mi padre finalmente no logré verlo vivo. Llegué al día siguiente en que había fallecido. Hay mucho dolor en todo esto. Sobre todas las cosas hay mucho dolor. Y en mi caso eso fue lo que le puso la tapa al pomo, me hizo abrir los ojos y al regresar abandoné la misión. Uno tiene mucho miedo, pero hay cosas que te hacen saltar las barreras del temor”.

La historia de Mercedes Williams no es muy diferente. Escapó de Venezuela rumbo a Colombia. Allí se presentó a la Embajada de Estados Unidos donde consiguió un parole para entrar a territorio estadounidense. Jamás volvió a ver a sus padres con vida. Primero perdió a su madre y en marzo de este año a su padre.

“Los que nos hemos ido de las misiones lo hacemos porque no es sólo una forma de explotación lo que hacen con los médicos, es esclavismo. La explotación tú de pronto puedes aceptarla o no, por el motivo que sea. Pero el esclavismo no porque ser esclavo es como estar preso. Y allí yo me sentí esclavizada. Éramos esclavos. Y a pesar de la tremenda impotencia y de lo mucho que duele no poder ver a los seres queridos que allí me quedan, me siento muy feliz de estar en Estados Unidos y de que mi hijo haya nacido aquí”, explicó Williams.

“Pueden alegar que es una ley o una regulación, que nadie ha visto publicada por cierto, o lo que quieran decir, pero la realidad es que es una condena por habernos escapado y no seguir sirviéndoles de esclavos”, añadió.

Algunas de las médicos denunciaron también que las misiones le servían a jefes o coordinadores para acosar a las mujeres, la mayoría jóvenes. Gissel Herrera dice haber sido acosada psicológicamente y de manera sexual.

“Un domingo, un día que no era laborable para mí, salí sin pedir permiso de Miranda a Caracas, y me hicieron un acto de repudio frente a todos mis compañeros, algo realmente vergonzoso, horrible. Y entonces uno de los jefes que yo tenía, luego de ese acto desagradable, se me acercó y me dijo: Tú sabes que estoy interesado en ti, y si tú haces lo que tienes que hacer, entonces no va a haber ningún problema. Yo por supuesto no hice nada. Por suerte logré salir de allí”, cuenta la joven de 28 años que reside actualmente en Miami.

“Estoy muy feliz de la decisión que tomé. Son muchos sentimientos encontrados porque en Cuba dejamos familiares muy queridos a los que no podemos ir a ver, entre ellos ancianos que uno no sabe si los podrá ver vivos otra vez, pero a su vez aquí en Estados Unidos he encontrado lo que nunca iba a encontrar en Cuba, que es un futuro de verdad para mí y también la posibilidad de poder ayudar un poco a los que allí desgraciadamente se quedaron. Es muy duro”.