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Mentiras olvidadas tras una y otra generación

Fidel Castro (Foto: Reuters)

LA HABANA, Cuba.- Una generación puede definirse como toda la gente que nace y vive más o menos al mismo tiempo considerada colectivamente. También es el período  de 20 a 30 años durante el cual, desde que se llega al mundo, se crece y se comienza a ser adulto y a tener sus propios hijos, como promedio a los 25 años, lo que implica que cada vez que transcurre ese lapso estamos frente a una nueva generación.

Basado en lo anterior, se puede decir que ya pueden contarse tres generaciones desde que la dictadura está en el poder, pero también cuando tomaron el mando había una, que estaba en su fase madura, de la cual —en la actualidad— existen pocas personas vivas, incluyendo los que llegaron para quedarse después de asaltar el cuartel Moncada.

Aquella generación que tenía entre 15 y 20 años cuando la tiranía se posesionó de forma totalitaria en 1959, recordarán muchas de las cosas que se le prometieron a este pueblo y que no se cumplieron. También los más jóvenes pudieran leer La Historia me Absolverá, es el primer homenaje que le hizo Fidel Castro a la mentira.

En redes sociales se comparten por estos días algunas de las intervenciones de “La Piedra”, en las que la falsedad es algo que ha salido a flote durante todos estos años.

Podemos recordar que en 1959 dijo en Santiago de Cuba: “Habrá libertad para los que hablan a favor nuestro y para los que hablan en contra nuestro y nos critican”.

Un periodista americano Richard Bate, le preguntó en una entrevista en inglés: “Usted dijo que en 18 meses iban a haber elecciones en Cuba. Cuando llegue este momento… ¿a todos los partidos políticos se les permitirá presentar candidatos en las elecciones?”. Él contestó en inglés (muy mal hablado, por cierto): “Si por supuesto”. El periodista insistió: “¿Todos los partidos políticos incluido el Directorio Revolucionario?”. Y de una manera cínica contestó: “Por supuesto. Si no le damos libertad a todos los partidos políticos para que se organicen no seríamos un país democrático. Hemos peleado por la democracia y la libertad del pueblo. No queremos parar ni poner en dificultades a nadie. Nosotros creemos en la democracia”. En esta entrevista terminó diciendo que él no era comunista.

Pero en realidad nunca hubo elecciones, esta declaración se volvió un nuevo refrán: “Elecciones ¿para qué?”

También en 1961 se quitó la careta y abrazó al marxismo-leninismo, y se pegó con cola a la extinta Unión Soviética, para expandir por el mundo las ideas de izquierda recurrió a las armas cada vez que lo consideró preciso; y hay que reconocer que logró imponer en algunos países del continente su farsa de defensa de los pobres.

Para ser lo más justos posibles, hay que decir que algunas cosas no fueron mentiras. Por ejemplo, en una entrevista con Edward Murrow dijo que se cortaría la barba cuando hubiera cumplido su promesa del “buen gobierno”. Nunca se la cortó, lo que implica, de hecho, que aceptó que su tiempo en el poder no fue bueno, y la barba icónica se convirtió en el símbolo de su desastroso paso como jefe del país.

Y aunque después que Fidel Castro llegó al final de sus posibilidades el mando lo tomó su hermano Raúl, en estos momentos la diferencia es que no hay nadie con el apellido Castro dando la cara de forma pública; además, sin dudas, mientras se mantenga como Secretario General del Partido Comunista, quien dirige y decide en el país es el General de Ejército. Lo que sí se puede afirmar es que ha renovado, aunque esa generación que estuvo en la lucha armada en la Sierra Maestra no quieren ceder y se mantienen en el poder.

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que Miguel Díaz-Canel es la continuidad del embuste: porque estos pequeños ejemplos que hemos mencionado son solo una bicoca con respecto a los 60 años que lleva este pueblo aguantando las paparruchas de la dictadura. Quizás la primera generación no pensó que la engañaban, pero ya esta última está convencida de que no puede confiar en las cosas que le dicen, porque no resultan en beneficio del pueblo, que se ha convertido en una sociedad cansada, destruida, que no ve el futuro por lado alguno.

Es bien cierto que tanto Díaz-Canel como Raúl Castro temen a un estallido social, no se sabe hasta cuando el pueblo de la Isla seguirá aguantando que no haya agua, electricidad, comida, artículos de aseo, servicios médicos, etc., y lo más triste de todo es que como continuidad de las falacias de Fidel Castro, la culpa la tiene el imperialismo, de lo que podemos concluir que no hay interés alguno en solucionar los problemas de nuestra sociedad.

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