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Mi respuesta a Raúl Castro

Raúl Castro (Foto EFE)

MIAMI, Estados Unidos. – El lunes 2 de junio, la víspera de su cumpleaños 88, el dictador Raúl Castro ordenó que uno de sus periódicos, Granma, publicara una especie de panfleto cuyas fuentes pertenecen a párrafos de sus últimos discursos. Como no acostumbro a reprimir mis deseos periodísticos, voy a responder a sus planteamientos.

Al referirse a América Latina, donde su hermano quiso replicar la lucha guerrillera de la Sierra Maestra, Raúl analiza la situación como un  “escenario adverso”, paradójico si se tiene en cuenta que todavía en la mayoría de los países del continente se celebran elecciones democráticas y se convierten en presidentes los favoritos de las masas populares.

Cuba no es ejemplo, como dice, mucho menos un modelo a seguir. Al parecer, olvida que su hermano, en septiembre de 2010, confesó al periodista Jeffrey Golddberg, de la revista The Atlantic, que “el modelo ya no funciona ni siquiera para nosotros”.

Es increíble cómo Raúl, al ver su régimen casi perdido, alega que gracias al control de los medios de difusión masiva se promueven procesos judiciales amañados contra los dirigentes izquierdistas, como Lula da Silva, encarcelado por causa de investigaciones relacionadas con la corrupción.

Ciertamente, se estrecha el cerco para Cuba. Los gobiernos progresistas han fracasado. Donald Trump no ha tenido necesidad de patrocinar golpes de Estado y si menciona golpes judiciales es porque los líderes izquierdistas han metido la mano donde no deben y fueron descubiertos y denunciados.

Expresa que “nunca ha sido más necesario marchar por el camino de la unidad” y que trabajar por la “unidad en la diversidad es una necesidad”. Está claro que se refiere a que la mejor unidad es sólo para la izquierda, porque cuando agarra el poder, no hay diversidad posible. Sólo ellos valen para gobernar.

Conviene recordar el espíritu interventor de Fidel Castro, quien buscó aniquilar a los gobiernos de derecha elegidos por el pueblo con sus intentonas guerrilleras.

Raúl no admite la posibilidad de que el pueblo cubano esté cansado de su socialismo. Ni siquiera permite que este elija su camino a través de elecciones libres. El socialismo nunca ha logrado un desarrollo equilibrado y sostenible, ni ha podido garantizar servicios de calidad para la población. Las consecuencias son visibles: la juventud quiere irse del país y la clase trabajadora, cansada, ya no responde a los planes económicos del régimen.

¿Pudiéramos creer entonces que el socialismo rechaza el egoísmo, como dice? Si así fuese, ¿por qué los integrantes de la clase dominante viven como verdaderos ricos, mientras el pueblo recibe migajas a través de una libreta de abastecimiento? ¿Es posible creer que el socialismo combate toda forma de esclavitud, como dice, mientras los médicos cubanos que son enviados a misiones extranjeras no reciben el salario que les corresponde?

¿Es realmente cierto que el socialismo defiende los Derechos Humanos de todos los ciudadanos, cuando usted y los suyos ven a los luchadores activos de los Derechos Humanos y a la prensa independiente como “segmentos exclusivos y privilegiados”?

¿Realmente el socialismo promueve la prosperidad, como dice, cuando se reprime la libertad económica del pueblo, y cuando en seis décadas nunca se ha visto prosperidad alguna?

Tendremos, sí, un ejército bien pagado e incondicional -por ahora-, pero también tenemos un pueblo que es remiso al trabajo y que se gana la vida de ventas clandestinas.

Para usted no hay otra alternativa. Para el futuro, que es infalible y sorpresivo, sí la hay. Esa otra alternativa usted la conoce bien. Sólo hay que esperar un poco, porque nada es eterno. Ni usted, ni yo, y mucho menos las dictaduras. Ahí está la Historia como prueba.