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Muchos idiomas explicaron a Irma y sus desastres Cubanet

¿Caibarién verá otra vez la luz? Destrozos causados por el huracán Irma (foto del autor)

LA HABANA, Cuba.- Muchas debieron ser las televisoras, de cualquier geografía, que tuvieron al huracán Irma en la mirilla. Puedo imaginar los miles de rostros que explicaron esos desastres que iba dejando a su paso aquel ciclón. Supongo las tantísimas imágenes que se hicieron acompañar de cualquiera de las lenguas conocidas para anunciar el rumbo de los fuertes vientos, de las lluvias.

No me resulta tan difícil suponer cómo es que sonaban las mareas desbordadas, y su entrada en tierra, explicadas por un turco de Estambul. Puedo imaginar al chino que pone voz a la imagen que muestra el desplome de un balcón en Centro Habana, de un edificio en cualquier parte de esta vieja ciudad que Dios parece olvidar con mucha frecuencia. Hasta sospecho al británico que abre la boca y lleva las manos a su cabeza tras reconocer los destrozos en La Habana, en cualquier parte de esta geografía.

Ninguna lengua resulta eficaz para explicar la muerte y la desolación que hemos vivido los cubanos en estos días. Y es que las imágenes sobrepasan cualquier explicación, apenas precisan de la eficacia de un idioma. Basta con mirar el rostro de quien todo lo perdió. La soledad de un viejo que se quedó sin casa no necesita ser advertida por la palabra del locutor de una televisora, ni se hace menos cuando un funcionario del Partido asegura que convertiremos el revés en victoria.

Cuba sufre, y no creo que ningún idioma traiga la calma al desasido. Cuba, que presume tanto de una educación superlativa, que se empeña en mostrar con tanta vehemencia la instrucción que da a sus hijos, no conseguirá apartar el dolor con una solidaridad que se muestre en ruso. Ni siquiera porque el Gobierno se empeñara en desterrar a esas lenguas que nos eran más cercanas para dar paso a los caracteres cirílicos de un ruso que usara Dostoievski, pero también Stalin.

Cuba sufre y no se acostumbra a los cambios de humor de quienes la “guían”, y es que los humores de quienes detentan el poder son parecidos a los vientos de un ciclón, semejantes sus fuerzas destructoras. Cuba ya no hace tantas reverencias a la solidaridad que nos llega en ruso, y es que conocimos de aquellas componendas con Nikita que nos pusieron al borde de un holocausto, y a pesar de todo nos quisieron meter el ruso por los ojos, hasta por radio nos endilgaron la lengua de Tolstoi, para dejarla luego a un lado, para retomarla otra vez, cuando las otras volvieron a parecer enemigas.

Y no crea el lector que es exagerada esta monserga. Y es que hasta una confusión de idiomas sintieron los cubanos cuando las fuertes ráfagas inutilizaron el sistema telefónico. Cada día lo mismo, cada vez la misma voz; bastaba con levantar el auricular para escuchar una voz de mujer que advertía, en francés esta vez, que las comunicaciones telefónicas estaban interrumpidas. Así cada día, sin que se dieran cuenta que aunque Francois Hollande viniera a La Habana a inaugurar una nueva sede para la Alianza Francesa, son poquísimos los cubanos que entienden la lengua de Proust o de Voltaire.

Es terrible, no jocoso, que esa empresa del Estado que es ETECSA no fuera capaz de poner en su propia lengua una información que tanto precisaban los usuarios. Aunque confieso que alguna vez las molestias y el desconcierto de los usuarios consiguieron sacarme una carcajada, a pesar de los destrozos que dejara Irma. Resulta que parado en mi balcón pude escuchar una conversación descacharrante. Una mujer le gritaba a otra queriendo saber si ya habían restaurado el servicio telefónico, a lo que la otra respondió chillando: ‘’De eso nada mijita, cada vez que descuelgo sale la misma mujer hablando en inglés’’. Pobre país mío tan azotado por ciclones, pobre país en el que sus hijos no saben, al menos, distinguir cuando le hablan en inglés o en francés. Eso también lo demostró Irma.