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Nadie, el testimonio de tantos

Rafael Alcides y Miguel Coyula (Foto cortesía del autor)

LA HABANA, Cuba. – Es de lamentar que el cineasta Miguel Coyula siga estando entre los artistas cubanos más censurados. Los mismos que prohíben la exhibición de sus filmes dentro del país logran que a veces tampoco se proyecten fuera, demostrando cuán largo puede ser el brazo de los comisarios culturales.

Algo así sucedió hace semanas, cuando se suspendió la presentación del documental “Nadie” en la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina, en Buenos Aires. Ya el año pasado este filme había sido aceptado de inicio en el Festival de Cine de Mar del Plata y después retirado. Su largometraje de ficción “Memorias del desarrollo”, de 2010, resultó en principio aceptado, pero más tarde fue retirado por las presiones de la embajada cubana del Festival de Cine de Líbano de ese mismo año.

Esa capacidad de coerción de los censores provocó la cancelación total de una muestra de la cinematografía cubana en Corea del Sur, en 2011, debido a que su organizador, el crítico de cine Gustavo Arcos, se negó a aceptar la fuerte presión institucional para que fuese eliminada del programa esa misma película.

Miguel Coyula (La Habana, 1977) comenzó a filmar desde la adolescencia, se graduó de dirección en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños y debutó con “Pirámide”, en 1996. Una beca del Lee Strasberg Theatre Institute de Nueva York le permitió filmar allí su primer largometraje, “Cucarachas rojas” (2003).

En la misma ciudad, gracias a una beca Guggenheim, rodaría “Memorias del desarrollo”, contraparte del clásico “Memorias del subdesarrollo” (1968) de Tomás Gutiérrez Alea, versiones fílmicas ambas de las dos novelas homónimas de Edmundo Desnoes. Esta producción independiente fue elegida como mejor película cubana de 2010 por la Guía Internacional de Cine.

Miguel Coyula, descendiente de una prestigiosa familia habanera que hizo del patriotismo y la decencia una tradición, ha devenido un artista sumamente raro en nuestro panorama cultural por su independencia del mercado, de las instituciones, de las ideologías masificadoras, de las modas artísticas y de todo populismo. Para él, la integridad artística es lo primero, y hasta lo único.

Decir que hace cine de autor no es suficiente para este silencioso, solitario y meticuloso realizador, que normalmente es director, guionista, camarógrafo, editor y productor de sus piezas. Distante de todo interés por el éxito, hay quien lo considera “un aristócrata del cine para quien lo más importante es el trabajo de edición”.

Cuando en 2015 comenzó a realizar la serie web Rafael Alcides, no sabía él que acabaría realizando la película “Nadie”, estrenada en 2017 bajo intenso asedio de la policía política. Este primer documental del cineasta censurado se centra en la figura de un poeta y novelista también extraordinario y también censurado durante decenios. Por supuesto, el cuidadoso orfebre no se conformó con armar un simple audiovisual de género.

Escritorio de Rafael Alcides (Foto cortesía del autor)

“Nadie” es mucho más que un documental, y no solo por la irrupción de lo ficticio y por el personaje que interpreta Lynn Cruz, una especie de musa o ánima a lo Jung que se filtra en el testimonio del protagonista. Fidel Castro, espectro con el que dialoga Alcides, fallecería durante la realización del filme y, de hecho, el alegato del poeta alcanzaría toda su contundencia con la muerte, que le llegaría poco después también a él.

El propio Alcides lo declara en un momento: más que su biografía personal, se documenta aquí la historia de tantos cubanos atraídos por el resplandor de la utopía, por la pasión revolucionaria y la promesa de una reivindicación colectiva, que sacrificaron sus mejores años y hasta la propia existencia en el altar de la falacia totalitaria.

Para Coyula, “Nadie” es “una historia de amor entre dos hombres y una mujer”, donde los hombres son el poeta Rafael Alcides y el traidor Fidel Castro, y la mujer es la Revolución Cubana, porque, a pesar del engaño del dictador, el poeta sigue fiel al maravilloso sueño de 1959 que parecía abrir las puertas del cielo.

Nacido en 1933, Alcides fue de los beneficiados por aquel vuelco de la historia, pero empezó a abrir los ojos cuando el Comandante en Jefe apoyó la invasión soviética a Checoslovaquia en 1968. Publicó varios poemarios desde los años sesenta y con “Nadie”, en 1993, pareció convertirse él mismo en ese título y comenzó a desaparecer del mundo literario.

Rafael Alcides
Rafael Alcides (Foto cortesía del autor)

Poco después de su muerte, en 2018, se publicó en Miami “Contracastro”, que recibió mención en los premios Casa de las Américas de 1965, pero permaneció inédita. Reescrita por el autor al final de su vida, esta novela se ha convertido en el “testamento ético y político” de uno de nuestros últimos grandes. Para el también poeta Ramón Fernández-Larrea, amigo suyo, estamos ante “una indagación en la historia cubana después de 1959, a la vez que una apasionada historia de amor, sexo, asco e ilusiones, sobre todo de ilusiones perdidas”.

El largo brazo de la censura gubernamental no pudo evitar que “Nadie” recibiera el Premio al Mejor Documental en el X Festival de Cine Global en la República Dominicana, pero logró que no fuese aceptada en el Festival de Sundance —ahora en colaboración con el Festival de Cine habanero—, pese a que “Memorias del desarrollo” se estrenó allí en 2010.

Miguel Coyula nos recuerda a los inadaptados que protagonizan sus películas. Poeta audiovisual, juglar de una épica interior, le canta a la gesta del individuo creador contra el entorno que lo niega, contra la mezquindad política y la banalidad de la cultura de masas. No es un artista perdido en una época y un mundo que no son los suyos. Al contrario, Coyula es un artista que, en esta época y en esta tierra, viene a demostrarnos que se puede ser libre, que el artista verdadero solo se compromete con la autenticidad de su arte y que su obra puede ser censurada por el poder, pero no victimizada ni aplastada.

Odiseo le dijo a Polifemo que se llamaba Nadie. Así, al final, Nadie venció al gigante.