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Naipaul, el incomprendido

V.S. Naipaul (indiatoday.com)

LA HABANA, Cuba.- El escritor Vidhiadar S. Naipaul, Premio Nobel de Literatura, fallecido el pasado 11 de agosto, por expresar con franqueza en sus ensayos, novelas y libros de viaje  sus visiones sobre lo que llamó “la esquizofrenia del mundo colonial”, fue incomprendido y detestado por muchos en el Tercer Mundo.

Naipaul sabía bien de qué hablaba. Si alguien conoció lo que era el desarraigo y el extrañamiento cultural fue él. Nacido en 1932 en Trinidad, era hijo de una familia de brahmanes que había emigrado de la India a esa isla caribeña a fines del siglo XIX. En 1950, cuando tenía 18 años, se fue a Inglaterra, a estudiar en la Universidad de Oxford. Luego de graduarse, adoptó la ciudadanía británica y se quedó residiendo en Inglaterra, donde desarrolló toda su obra. En 1990 la reina Isabel II le otorgó el título de Lord.

A diferencia de otros autores como Franz Fannon, en sus descarnados análisis del mundo colonial, Naipaul no adoptó el discurso nacionalista victimista y autoconmiserativo tan grato al oído de los resentidos y acomplejados para quienes es más fácil culpar a otros de sus males que enfrentarlos con responsabilidad y sensatez para intentar superarlos.

Cuando la Academia Sueca concedió en el año 2001 el Premio Nobel a Naipaul, llovieron los ataques contra él. Eduard Said, Paul Theroux y Derek Walcot (también Premio Nobel), entre otros, lo acusaron de crear estereotipos y de ser altanero, racista e islamofóbico.

El escritor cubano Lisandro Otero, que solía ensañarse al juzgar a grandes de la literatura, como su examigo Guillermo Cabrera Infante, llegó a calificar a Naipaul como “apóstata aborrecido” y asegurar que su Nobel era “un proyectil de artillería contra los humillados del coloniaje”.

Los eternos acomplejados del subdesarrollo no le podían perdonar a Naipaul sus sarcasmos al desmitificar los procesos revolucionarios postcoloniales y que les recordara ciertas verdades incómodas, alejadas de las hipocresías de lo que llaman lo políticamente correcto.

Dicen algunos que V.S Naipaul nunca llegó a entender a cabalidad a la India, pero difícilmente alguien haya logrado reflejar la muy compleja sociedad de ese país, donde conviven en precario equilibrio la tradición y la modernidad, del modo que lo hizo Naipaul en su libro India: a million mutines now, de 1990, uno de los tres que escribió sobre el país de sus antepasados. Nada escapó en ese libro de su aguda visión: las contradicciones entre hindúes y musulmanes, el sistema de castas, los parias o intocables, los sikhs, los tamiles, la situación de la mujer, los barrios de chabolas y sus habitantes, el regionalismo, la beatería marxista en Bengala, el cine de Bollywood, los escritores indios.

Acusan a V.S Naipaul de haber querido ser el más británico de los británicos, pero como dijo Salman Rushdie, Naipaul prefería “ser leído como artista de ninguna parte y de todas”.

Sobre ese desarraigo, Rushdie, que no siempre fue amable con V.S Naipaul, especialmente cuando de sus opiniones sobre la India se trataba, escribió en 1997: “El intelectual deliberadamente desarraigado, como Naipaul, considera el mundo como solo puede hacerlo una inteligencia libre, yendo a donde pasan cosas… El intelectual desarraigado contra su voluntad (categoría que incluye hoy a muchos de los mejores escritores en árabe) rechaza los estrechos recintos que lo han rechazado. Hay una gran pérdida y mucha añoranza. Pero hay también una ventaja. La nación sin fronteras no es una fantasía.”

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