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¡Ni ingenuo ni vendible, Díaz-Canel!

Miguel Díaz-Canel junto a Raúl Castro (Cubadebate)

LAS TUNAS, Cuba.- Resumiendo el congreso de periodistas acreditados en medios oficiales, y refiriéndose a comunicadores independientes, Miguel Díaz-Canel dijo que “tienen un precio o creen ingenuamente en el falso discurso libertario de los apologistas del mercado.”

Según el general de ejército Raúl Castro, vitalicio jefe supremo del Consejo de Estado, Miguel Díaz-Canel es “el único sobreviviente” de cerca de una docena de jóvenes que llegaron al Buró Político (del Partido Comunista), pero la mayoría de ellos quedó por el camino sin conseguir llegar a las más “altas responsabilidades del Partido y el Gobierno”.

Permanecer en aguas tempestuosas prolongadamente, cuidando mantener seca la ropa, quizás explica las palabras del “único sobreviviente” respecto a quienes en Cuba ejercemos el oficio más peligroso del mundo, el periodismo.

En Cuba a los periodistas no se les mata. En Cuba a los periodistas se les entierra vivos. Da igual que sean oficialistas o independientes. El sepulcro suele ser una cárcel; pero también puede ser la casa, e incluso, ampliando la fosa, la ciudad o el país del condenado a desaparecer, Cuba.

Quienes en Cuba hacemos periodismo libre, ya sea por nuestra cuenta u oficialistas transgresores de la censura, bien podemos enfrentar acusaciones por ocho delitos preceptuados en el Código Penal:

Artículo 91, Actos contra la independencia o la integridad territorial del Estado, sancionado de 10 a 20 años de cárcel o pena de muerte si se ejecuta “un hecho con el objeto de que sufra detrimento la independencia o la integridad territorial del Estado cubano”.

En marzo 2003, cuando la Primavera Negra, llamada así por el encarcelamiento de 75 opositores, 15 comunicadores fueron sancionados por el artículo 91 del Código Penal; de ellos, 11 fueron condenados con sanciones agravadas de entre 20 y 27 años de cárcel.

Artículo 103, Propaganda enemiga, penalizado con sanción de entre uno y 15 años de prisión por incitar con “propaganda oral o escrita” contra la solidaridad internacional o el Estado socialista, difundir noticias falsas o predicciones maliciosas, tendentes a causar alarma o “descontento en la población”.

Artículo 115, Difusión de noticias falsas contra la paz internacional, sancionado de uno a cuatro años de privación de libertad por perturbar la paz internacional, o “poner en peligro el prestigio o el crédito del Estado cubano o sus buenas relaciones con otro Estado”.

Artículo 142, Atentado, condenado de uno a tres años de presidio. Y el atentado no sólo lo configura la violencia, sino también el hecho de la autoridad a considerar “intimidación”, que puede alegar, por ejemplo, durante un arresto.

Artículo 143, Resistencia, sancionado de tres meses a un año de privación de libertad, y cae en resistencia un periodista si intenta salvar su material de trabajo de la censura policial.

Artículo 144, Desacato, penalizado con sanción de tres meses a un año de privación de libertad si, ya sea de forma oral o por escrito, las autoridades, funcionarios públicos o sus agentes, se sienten amenazados, calumniados, difamados, insultados, injuriados o de cualquier modo heridos en su “dignidad o decoro”, ampliándose la sanción hasta tres años de cárcel si el desacato se realiza “respecto al Presidente del Consejo de Estado, el Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, los miembros del Consejo de Estado y de Ministros o los Diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular”.

Artículo 149, Usurpación de capacidad legal, sancionado con privación de libertad de tres meses a un año quien, “con ánimo de lucro u otro fin malicioso, o causando daño o perjuicio a otro” realice actos propios “de una profesión para cuyo ejercicio no está debidamente habilitado”.

Hoy día, junto con el desacato, la resistencia y las presuntas transgresiones de orden público, la Usurpación de capacidad legal es una de las herramientas más a mano de la policía política para amenazar a los comunicadores.

Llama la atención que se acusa de usurpación de capacidad legal a comunicadores opositores, mientras en medios oficiales, existen cientos de informadores sin títulos de periodistas.

Sancionadora por analogía, luego antijurídica, la octava herramienta del Código Penal, útil al régimen para deshacerse de cuantos le son indeseables, es el llamado Estado Peligroso, o índice de peligrosidad, por el que una persona puede ir a la cárcel de uno a cuatro años al considerársele “en contradicción manifiesta con las normas de la moral socialista”.

No bastándole al régimen con esas “figuras delictivas” vigentes en el Código Penal, en febrero de 1999 promulgó la Ley No. 88 (Ley Mordaza), en plena actualidad hoy y con la que, continuamente, se amenaza no sólo a los comunicadores, sino a toda la oposición. El apartado 7 es específico para quien encaminado a desestabilizar el país y liquidar el Estado socialista, “colabore por cualquier vía con emisoras de radio o televisión, periódicos, revistas u otros medios de difusión extranjeros”.

Durante la Primavera Negra, ocho comunicadores fueron enjuiciados por la Ley No. 88, de ellos, cuatro con condenas de entre 20 y 25 años de cárcel.

El dictador Fulgencio Batista un día cargó al niño Raúl Castro en sus brazos. Y ese suceso, tal parece que premonitorio, se ha transformado en todo un símbolo por aquello de, si tú me cargaste, ahora yo te llevo.

Y es que ahora la dictadura del general Fulgencio Batista, en cuanto a censura, semeja un niño de teta comparada con lo que el general Castro ahora prohíbe.

Amnistiado penalmente, pero no la responsabilidad civil, vigentes las sanciones accesorias, Fidel Castro no podía ejercer profesiones liberales (abogacía, periodismo…), pero, así y todo, recién salido de la cárcel luego de cumplir 22 meses de prisión por el asalto al cuartel Moncada, en réplica a una carta abierta del coronel Ríos Chaviano, jefe militar de la entonces provincia Oriente, Fidel Castro publicó en la revista Bohemia, un artículo titulado ¡Mientes, Chaviano!, luego, en el periódico La calle, enfrentando directamente al general Batista, publicó ¡Manos asesinas!

Suerte que tuvieron Fidel y Raúl con el general Batista. Hoy serían condenados por desacato. Así y todo, aunque me condenen, no puedo quedarme callado cuando lo bien ganado es estrella y no yugo, y por el periodismo libre digo: ¡Ni ingenuo ni vendible, Díaz-Canel!