Inicio Cuba «No quiero dejar de ser al artista, pero ¿qué hago?” Cubanet

«No quiero dejar de ser al artista, pero ¿qué hago?” Cubanet

Yulier P (Twitter)

LA HABANA, Cuba.- El artista urbano Yulier P fue detenido el pasado 17 de agosto en La Habana por pintar uno de sus grafitis en las ruinas de un edificio en la calle San Lázaro, esquina Escobar. De nada valió la defensa de los vecinos del lugar ni de los amigos que lo acompañaban, estuvo 48 horas en la estación de policía de Zanja en un calabozo junto a delincuentes comunes.

“Sobre las 8 de la noche cuando estaban a punto de soltarme”, cuenta el artista, “me llevan para una oficina con un tal capitán Abat y otro más que fue el que redactó el acta que me hicieron firmar”.

Yulier P intenta explicar cuál fue la técnica de intimidación que le aplicaron.

“El capitán Abat empezó a ofender mi obra diciendo que eran muñecos feos, horribles, tratando de humillarme. Repetía mucho la expresión de ‘muñeco feo’”. El oficial agregó que su arte era ilegal y que él “tenía unas cuantas hojas con imágenes de mis grafitis”.

“Te voy a dar la libertad pero tienes que borrar todos tus grafitis en siete días”, le dijeron, “si no lo haces vas a ser encarcelado de nuevo y luego de cinco días, vas a ser procesado por un tribunal por maltrato a la propiedad y vamos a ver qué pasa”.

El punto más álgido llegó, según Yulier, cuando le dijeron: “Sabemos que tú quieres viajar, y si vas a tribunales tendrías antecedentes y te pondríamos una restricción con la que no podrías salir”.

El artista firmó la carta de advertencia bajo presión y agregó en el apartado de Opinión al dorso del documento: “No estoy de acuerdo y me están obligando a tomar esa decisión que afecta a mi persona y a mi obra, en medio de un momento de mucha tensión”.

Yulier estuvo 15 horas en un calabozo de la estación de Zanja bajo unas condiciones que él mismo clasifica como “inhumanas”:

“Es un espacio donde meten a una cantidad de gente increíble, sin ventilación, con un calor horrible, un nivel de insalubridad tremendo, con el baño totalmente lleno de orine, el piso sucio de cabos de cigarro, de heces fecales. Después me subieron para una celda de procesamiento”, denuncia el artista.

“No te voy a mentir, sentí mucho temor por lo que pudiera suceder conmigo, con mi libertad, con mi salud porque yo tengo trastorno del sueño y en una situación así, alterado, en un calabozo, sin un medicamento podría sufrir trastornos psicológicos”.

¿Después de esta experiencia Yulier P se replanteará su postura de diálogo con las instituciones culturales del Estado?

“Esto ya no es un diálogo”, responde el artista, “Simplemente me están arrojando a los leones, me están obligando a que yo deje de ser un artista y deje de ser Yulier P. Aquí no tengo opciones, no me están dando opciones de nada.”

Pero, ¿la prohibición y la imposición de la policía de borrar los grafitis plantea una disyuntiva real para Yulier P?

“Es que eso significa dejar de ser Yulier P, el artista urbano. Eso sería desacreditarme. Estoy en una disyuntiva, no quiero dejar de ser al artista, pero ¿qué hago?”

El grafitero tiene siete días para invertir en pintura negra y comenzar a borrar los ciento y tantos grafitis, plantillas y firmas que tiene diseminadas por los muros de la ciudad o simplemente, no renunciar a su arte sufrir la represión del régimen.