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Oscarito Águila, el niño que preside un CDR

LA HABANA, Cuba. ─ Un gran logro de los laboratorios de la genética castrista es la obtención de raros ejemplares de niños oradores que se supone serán los cuadros políticos del futuro. Juraron ser pioneros por el comunismo y les cambiaron las nanas por las arengas, los juegos por las marchas y los desfiles, el bate y la pelota por la pancarta, las adivinanzas por las consignas. Malas cosas para empezar la vida.

La niñez no es el mejor momento para iniciar una carrera política. Antes que como dirigentes, lo más probable es que cuando sean mayores, vayan a parar a las consultas de sicólogos o siquiatras.

No son propios de niños sus palabras, sus ademanes ni la entonación. Sus padres y sus maestros ─como si de un deporte se tratase─ los animaron en su devoción por lo que llaman “revolución”. Ajenos a la salud mental de los pequeños, los depositaron en el ara de la causa castrista.

Ocurrió con Lazarito Castro, un niño que hace unos quince años disertaba en las tribunas como un cuadro del Partido Comunista (PCC) y del que no hemos vuelto a tener noticias.

El más reciente de estos infantes precoces del castrismo es Oscar Águila Sarduy, quien, con apenas 14 años, preside un Comité de Defensa de la Revolución (el número 3 de la Zona 41) en el barrio La Timbita, del municipio capitalino de Plaza de la Revolución.

Gerardo Hernández Nordelo, el espía de la Red Avispa que estuvo preso en los Estados Unidos y que actualmente es el coordinador nacional de los CDR, se refirió hace unos días al adolescente como un ejemplo de que “la juventud cubana no está perdida”.

“Anda con una libretica y tiene bien identificadas cuáles son las cuestiones de mayor preocupación en la comunidad”, dijo Hernández Nordelo.

Oscarito Águila, entrevistado por Cubadebate, dijo: “Prefiero servir que estar jugando y haciendo cosas de niños, aunque sea un niño. Para mí no hay cosa más linda que tener una infancia y adolescencia de esta manera y cuando sea grande decir que serví a la Revolución desde chiquitico y mi esfuerzo ayudó a mejorar la vida del vecindario”.

Sobre La Timbita, el barrio marginal donde vive, Oscarito dijo, con palabras que más bien parecen propias de un jefe de sector de la PNR: “Este lugar es complejo, muy disfuncional en cuanto a la militancia de forma activa en las organizaciones de masas. Existe potencial delictivo, muchos hechos de corrupción, numerosos problemas de vivienda, gran cantidad de casos sociales…”.

Oscarito aseguró creer que con el trabajo ideológico ayudará a la gente a buscar solución a sus problemas. ¡Optimista que es el muchachito!

Ojalá Oscarito, el presidente del CDR, no se busque la animadversión de los vecinos que, con las vidas tan precarias que llevan y con tanta hambre que pasan, lo que menos deben desear es que venga un mozalbete a darles teque y a hacerles promesas que jamás serán cumplidas. Y ni se diga, no quiero ni imaginarlo, lo que pudiera pasar si le da al muchachito, tan combativo, por chivatear las ilegalidades.

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