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Otra infeliz presencia en la televisión cubana Cubanet

El taekwondoca Ángel Volodia Matos es escoltado por su entrenador tras haber sido ambos suspendidos de por vida, luego de que el peleador agrediese a un árbitro en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 (Foto: Otago Daily Times)

LA HABANA.- Hace algo más de una década la presencia en un programa televisivo de Luis Pavón Tamayo, quien fuera el zar de la política cultural cubana durante los años 70, provocó un revuelo de gran magnitud.

De inmediato se produjo la reacción de artistas e intelectuales, muchos de los cuales habían sido afectados por las medidas excluyentes y discriminatorias que se tomaron a partir de 1971. La referida reacción consistió, en lo fundamental, en una avalancha de correos electrónicos que protestaban por la aparición del antiguo funcionario en la pequeña pantalla.

Al final, el episodio derivó en un amplio debate entre los que culpaban únicamente a Pavón y aquellos que —me incluyo— consideraban que el referido funcionario no hizo más que materializar la política trazada desde las altas esferas del poder.

Al parecer, los directivos de la televisión cubana no aprendieron la lección, y por tanto invitaron este lunes 12 de marzo al programa Glorias Deportivas a un exatleta que cometió en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 la que tal vez clasifique como la mayor conducta  antideportiva en la historia del deporte cubano. Una deleznable actuación que echó por tierra cualquier logro que hubiese obtenido con anterioridad.

El taekwandoca Ángel Volodia Matos había logrado varios triunfos internacionales, entre ellos un campeonato panamericano, antes de alcanzar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000.

Cuatro años más tarde, en la cita olímpica de Atenas 2004, el atleta holguinero no pudo repetir semejante actuación, y se fue sin medallas. Entonces los juegos de Beijing representaban la última oportunidad de Volodia de volver a ascender  al podio olímpico, lo que en el contexto del pago a los deportistas establecido por el Instituto Nacional de Deportes Educación Física y Recreación (INDER) constituía una oportunidad para incrementar su pensión vitalicia en moneda convertible.

En la capital china Volodia perdió un combate y tuvo que contentarse con la discusión de la medalla de bronce. En ese enfrentamiento, y según el propio Volodia, el árbitro fue comprado por el equipo de su adversario —acusación que, hasta donde sabemos, nunca llegó a comprobarse—, lo que habría incidido para que  se declarara vencedor a su rival. Acto seguido, y ante el estupor de todos, el taekwandoca cubano le propinó una contundente patada en pleno rostro al árbitro.

Volodia y su entrenador fueron suspendidos de por vida por la federación internacional de ese deporte. Sin embargo, al arribar a Cuba recibió la solidaridad de Fidel Castro en una de las tantas reflexiones que escribía el entonces convaleciente exgobernante. Sin dudas, Castro pensaba más en el campeonismo con que Cuba pretendía demostrar la supuesta supremacía del deporte socialista, antes que en la pureza que debe caracterizar la práctica deportiva.

Volodia se desempeña actualmente como entrenador de niños taekwandocas en su natal provincia de Holguín. Podrá enseñarles mucho acerca de la técnica de ese deporte, pero muy poco sobre la conducta que debe de mantener todo deportista en el escenario de la competencia.

Los organizadores del programa Glorias Deportivas trataron de darle un realce mayor a su condición de campeón olímpico en Sidney 2000. Mas, para los que seguimos la actualidad deportiva, siempre será el hombre de la patada que deshonró al deporte cubano.

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