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Otro homosexual asesinado, otro silencio

René Pita. Foto Facebook

LA HABANA, Cuba.- René Pita fue encontrado muerto en su casa del Vedado, a solo unas cuadras del CENESEX. René Pita debió evitar, al menos hasta ayer, los múltiples acosos de la COVID-19, pero le sobrevino algo peor. René fue asesinado. Su madre de 99 años descubrió el cuerpo sin vida de su hijo. Se dice, con algo de “mala intención”, que aún estaba arrodillado, y caliente, sobre un charco de sangre. Aseguran que fue apuñalado, pero, y como sería de esperar en este país donde las noticias casi nunca tienen confirmaciones, el suceso se mueve solo en un terreno de especulaciones.

Mucho se discurre, mucho se ironiza. Se insiste en el hombre muerto y, sobre todo,  en su posición de arrodillado. Se ironiza con liviandad sobre las razones que llevaron a René a decidirse por esa posición, pero en ninguna de las hipótesis se atiende a la posibilidad de “una caída tras el golpe”, de una puñalada que terminó derrumbándolo, o de una plegaria a Dios. Algunos comentadores del suceso muestran su dolor y otros escarnecen. No son pocos los que aseguran que antes de la puñalada René hacía una felación a su asesino, y si alguien establece alguna diferencia, es usando otras voces que definen el mismo acto; felatio, irrumación, mamada.

La especulación, como es común en esta tierra, aparece en una multitud de detalles sin confirmar, y no son pocos los que comentan en las redes y muestran sus consternaciones, esos abatimientos que siguen a la muerte de un conocido, e incluso la de un desconocido. Hoy en las redes se habla de ese René que yo conocí y con el que conversé tanto. René siempre aparecía en los lugares más insospechados, pero más en los teatros, lo mismo para ver una función de ballet clásico que otra de danza contemporánea.

Con René me tropecé en galerías de arte, en cines, en aquellos años en los que aún había cines, y también en librerías y presentaciones de libros, y también se le podía ver en la calle G, en La Rampa, en la “Fiat” y el “Bimbón”.  René podía aparecer en cualquier sitio y a cualquier hora, siempre dispuesto a entrar en una charla que podía tener como centro, lo mismo un fanguero, un chisme o una catedral gótica. René podía aparentar gran interés en lo de arriba pero también en la chancleta. Él era, como diría un amigo, un pájaro “todo terreno”.

Y sin dudas La Habana se va a sentir más sola ahora que él no está. René Pita no aparecerá otra vez en los portales del Lorca ni en el Mella. Sus compañeros de “artes escénicas lo van a echar de menos. Su madre ancianísima no se sentará otra vez con él a la mesa, ni yo lo tendré entre los que asistan la presentación de alguno de mis libros, si es que en este país me volvieran a publicar algún tomito. Y hoy, después de que supe la noticia, encontré una foto en la que René aparece. La imagen fue tomada hace algún tiempo, cuando se presentó mi novela “El paseante cándido” por primera vez. Allí está fijado René, conmigo, con Manuel Zayas, con Arí Pinelli, con Margarita…

A estas alturas, y después de “algunos” años, no recuerdo qué cortesías escribí en aquella página en blanco, pero sí que volvió a otras presentaciones. Ahora ya no estará más en una sala de teatro ni en un cine, no tendremos la gracia de escuchar un chisme salido de su boca, ni esos “cumplidos” tan graciosos que hacía con frecuencia. En los días que vendrán nadie mirará a René desandando las calles de su ciudad, nadie lo mirará “fleteando” para llevarse un poco de “carne de varón” a casa.

Mucho lo va a extrañar esa madre a punto de ser centenaria. Ella, la madre doctora, no podrá entender por qué se pierde a un hijo a los noventa y nueve años. Ahora será, René Pita Galano, uno más en la lista de homosexuales asesinados con violencia. Y el CENESEX que dirige Mariela Castro, ese que se levanta tan cerca de la casa en la que asesinaron a René, no se pronunció aún, aunque supongo que, dada la cercanía de su sede con la casa del occiso, ya esté enterado. ¿Y qué dirían si dijeran? Supongo que harían notar que solo son “casitos aislados”, nada que merezca alarma, “cosas peores suceden en otros sitios del mundo”.

Y si dijeran algo, es probable que no consigan esconder la opinión que cada vez le provocan esos hechos; es posible que hagan notar que fue irresponsabilidad del que ya está muerto, darán a entender, usando cualquier artilugio, que los “maricones deciden a la ligera, que son promiscuos, que en otros sitios del planeta esos asesinatos resultan lugar común. Y el próximo 17 de mayo, si la COVID-19 permitiera una marcha, si el CENESEX la aprobara, René no estará entre los “marchistas”, y si alguien osara levantar una foto del maricón muerto, lo más probable es que vaya preso.

Dicen que la madre de René es médico, una doctora de 99 años que descubrió a su hijo muerto, arrodillado en la sala de su casa. Y lo más probable es que sea René el último muerto que tenga delante esa mujer médico que también es madre, pero Mariela Castro y el CENESEX sí que van a enterarse de otros muertos, y volverán a decidir el silencio, y nadie levantará la foto de alguno de esos muertos en medio de “las marchas”, esas marchas que solo podrán ser si es que hacen loas a una “revolución benefactora”…, que siempre olvida a sus maricas, a los  que están muertos y a los que están vivos.

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