Inicio Cuba Parábolas de la prensa, una caricatura de Dios

Parábolas de la prensa, una caricatura de Dios

Yornel Martínez, la curadora Elvia Rosa y Luis Toirac (Foto del autor)

LA HABANA, Cuba. – Ediciones Asterisco es un proyecto de Yornel Martínez (Manzanillo, 1981), un versátil artista cuya creatividad es difícil de enmarcar en la plástica cubana actual. Se trata de una plataforma “para explorar nuevas prácticas editoriales independientes”, surgida de un diálogo entre múltiples creadores y sin propósito de lucro, pues los gastos corren a cargo de su creador.

“Hacemos libros que nos gustaría leer y estamos interesados en textos de diversas categorías y formatos: escritura de artistas, fanzines, obras de edición limitada, volantes, marcadores de libros, postales, libros de artistas…”, leemos en la descripción del proyecto, que tuvo un nuevo lanzamiento casi al cierre de la XIII Bienal de La Habana, en la Fábrica de Arte Cubano.

Fue una presentación evidentemente incómoda para las autoridades. Esta reimpresión de Parábolas de la prensa, la obra de Luis Ángel Toirac que tuvo un difícil lanzamiento en 1994, en pleno Período Especial —cuando la religión pasó de ser opio del pueblo a práctica permitida a los comunistas—, ahora, un cuarto de siglo después, tiene implicaciones mucho más mordaces.

Toirac (Guantánamo, 1966), exponente del boom de la plástica cubana de los ochenta, conocido por su significativa exposición “no inaugurada” Homenaje a Hans Haacke (Proyecto Castillo de la Fuerza, 1990) y reciente Premio Nacional de Artes Plásticas, comenzó desde 1991 a pintar en lienzo algunas imágenes de Fidel Castro que aparecían en los periódicos: “Se me ocurrió deconstruir la historia de un hombre que devino Dios basándome en la historia de Dios devenido hombre”.

En fin, utilizando 33 pasajes del Nuevo Testamento, el artista reveló la manipulación mediática que pretendía establecer un paralelismo entre Jesucristo y el Comandante en Jefe. “Hemos olvidado ya la polémica que provocó, a principios de los sesenta, una foto de Fidel retocada «artísticamente» hasta parecerse a Cristo, publicada por la revista Bohemia en su portada”, señala en el prólogo.

Fue una manipulación abusiva y malévola, por supuesto, que explotaba el hecho de que el líder entrara triunfante en La Habana a los 33 años, la edad de Cristo cuando entró en Jerusalén y fue crucificado, además de la barba mesiánica, la adoración de las masas, la expulsión de los mercaderes, la promesa de la igualdad, la declaración de una nueva era, la paloma del Espíritu Santo.

Y nos recuerda Toirac el modelo de los Doce Apóstoles, no sólo por los sobrevivientes del desembarco del Granma, como dejara dicho Carlos Franqui en su libro, sino también en el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, en 1975 —cuando fueron elegidos los 12 miembros del Buró Político, además de Fidel Castro—, pero sigue mucho más allá.

“Son miles los ejemplos de cómo históricamente el poder ha instrumentado mecanismos similares”, afirma en aquella introducción titulada «Ego sum qui sum» («Yo soy el que soy»), donde se considera “uno de los muchos artistas que se han ocupado en desmontar esos disfraces, en reconocer la raíz religiosa de nuestra idolatría, en demostrar que la historia es nuestro mayor plagio a Dios”.

Es natural que Parábolas de la prensa no sea presentado hoy con el agrado de las autoridades, porque sus imágenes suenan a amarga ironía y llaman la atención sobre la ausencia de milagros divinos del fallido redentor. Incluso sobre la ocurrencia de todo lo contrario a un milagro: no multiplicación, sino desaparición. Fidel Castro no fue Dios, sino un mortal con ambiciones enormes, cuyo poder excesivo no lo salvó de una muerte común.

El pequeño libro de Toirac puede irritar a los defensores de un mito decadente en un momento en que todo el retablo se viene abajo, la deificación del difunto caudillo llega a lo ridículo y se le erigen altares en todas las escuelas, pero el olvido devora a toda prisa la imagen del hombre que quiso ser Dios. Pues no solo no hubo Resurrección ni Ascensión, sino que la propia “religión” castrista se esfuma como las mentiras con que se erigió y como el humo de las armas con que fue impuesta.

Ilustración de Parábolas de la prensa (Foto cortesía del autor)

Parábolas de la prensa nos hace ver que la historia puede plagiar a Dios y que, también, los plagiarios pueden terminar como trágicas caricaturas de Dios.